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Rosario Bermudo y su hermano Gabriel González de Gregorio

Rosario Bermudo y su hermano Gabriel González de Gregorio

La sentencia de la hija ilegítima del marido de la duquesa roja se conocerá en breve en Soria

Rosario Bermudo, a la que en Écija llamaban «la condesita», esperó años para iniciar un proceso de reconocimiento filial

Al reconocer, Rosario Bermudo, en sede judicial, que había tenido trato con su padre y también con el abogado del progenitor, ha hecho público y dejado claro que alguna relación tenía con Leoncio González de Gregorio, su padre biológico. Es decir que, podría haber pedido la legitima que le correspondería de su herencia, si hubiera solicitado la filiación en vida de su progenitor y no seis años después de su muerte. Ella declaró en 2014, en el juicio de filiación, que tuvo trato con él y también con su abogado porque según dijo, recientemente en sede judicial, el jardinero le dio el teléfono del letrado y así pudo localizarle. Extraño o no que un jardinero tenga esos datos de la persona para la que trabaja y los facilite a desconocidos, Rosario Bermudo, a la que en Écija llamaban «la condesita», esperó años para iniciar un proceso de reconocimiento filial y más teniendo como ejemplo de su hermanastro, Javier, que pidió ser reconocido en 1995 por Leoncio y éste accedió sin problema.

Alguien, así lo afirmaba Rosario a la salida del juzgado de Soria, le aseguró que si llevaba a los herederos a juicio le llegarían una lluvia de millones. Para una mujer que reconoce que su madre trabajaba limpiando escaleras y haber pasado penalidades, esas cifras de cuatro y seis millones de euros le sonaban a música celestial. Cuando salía el viernes pasado del juzgado de Soria, donde se volvió a encontrar con el abogado de su padre biológico, se quejaba porque había hecho planes para pagarles las hipotecas a sus hijos, con todos esos millones que alguien le dijo que le iban a dar y que ahora puede ser mucho menos.

La trama del cuento del señorito y la doncella

Cuando nació Rosario, Leoncio González de Gregorio era menor de edad. Años después se casaría con Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia, «la duquesa roja», tuvieron tres hijos. Se separaron, él tuvo una relación con otra mujer de la que nació Javier, al que reconoció cuando éste se lo pidió y antes de morir en 2008, se volvió a casar con su ama de llaves, Maravillas Almarza, Mara, con la que no tuvo hijos. La viuda es también heredera aunque no se la ha incluído en la historia de la doncella y el señorito, quizás por ser ama de llaves y más afín a un origen humilde que impediría el impacto mediático

Gabriel González de Gregorio y Álvarez de Toledo

Gabriel González de Gregorio y Álvarez de ToledoGTRES

A los cuatro años de morir el marido de Mara Almarza, los cuatro hijos González de Gregorio se enteraron, por una demanda de filiación, que tenían una hermanastra y que además sería la primogénita. Y se enteraron de la peor manera posible les convirtieron en los protagonistas de la historia del señorito y la doncella. Sin comerlo, ni beberlo, además de tierras heredaron un «escándalo social». Se les juzgó como si ellos fueran los señoritos y se les juzgó por un asunto del padre que ellos desconocían.

Menos mal que ya tenían callo para el escarnio social, gracias a su madre. Una Grande de España y duquesa de uno de los títulos inmemoriales, Medina Sidonia, más antiguos de España, Isabel Álvarez de Toledo. La duquesa había hecho alardes de ideas revolucionarias, estuvo exiliada y también en la cárcel. De ahí que se ganase el apodo de «duquesa roja».

Podrían haber sido vetados o haber tenido problemas en sus trabajos, pero eso no se tuvo en cuenta para airear este nuevo caso de paternidad con alcurnia. Pilar era presidenta de una importante sociedad de subastas. Leoncio daba clases en la universidad. Gabriel era un reconocido ingeniero de montes y Javier, abogado. Ninguno era un señorito, pero así se les trató.

Pilar González de Gregorio, exduquesa de Fernandina

Pilar González de Gregorio, exduquesa de Fernandina

También se utilizó a un detective privado para sustraer una botella de agua que había bebido a morro el hasta ahora primogénito, Leoncio. De ahí se sacó su ADN, que debía de ser privado, hasta ese momento de la sustracción. Se uso como prueba de filiación, cuando ya dos González de Gregorio se habían prestado a hacerse legalmente, sin detectives, las pruebas de ADN. Aún así el equipo legal de Rosario Bermudo, que aún no se ha cambiado los apellidos, pidió la exhumación del progenitor. La llevaron a cabo y las costas las pagaron los demandados que se habían ofrecido para evitar la exhumación. A Pilar, heredera universal de su padre, le dolió tanto, que ahora es incapaz de tener trato con Bermudo. Antes, en sede judicial, se saludaban, el último día en Soria, no. Y para más inri, Rosario también se interesó por la herencia de la duquesa roja. La sorpresa que se llevó su equipo jurídico es que estaban casados con separación de bienes y de ahí no podían pedir nada.

Dadas las circunstancias, la jueza les conminó en mayo a que llegasen a un acuerdo o de lo contrario se celebraría un juicio fijado para el martes 7 de octubre. Han estado cuatro meses buscando un acuerdo y se aceptó entregar una cantidad a Rosario entre tierras y dinero, que rondaría el millón de euros. A Javier y a Gabriel les tocaba pagar 165.000 y 175.000 € respectivamente y le enviaron una transferencia a la cuenta corriente de Rosario para saldar su parte. A Leoncio le correspondía pagar 280.000 euros, el duque de Medina Sidonia ofreció dinero y tierras pero antes del juicio, a la vista de dos escritos enviados por el abogado de Bermudo al juzgado de Soria, éste se retractó del pacto y prefirió ir a juicio con intención de rebajar su parte e incluso intentar evitar pagar porque hasta sollozó por lo mal que les trataba el padre. A Pilar le correspondería aportar 280.000€, ofreció tierras porque es lo que había heredado, en concreto un bosque «La Portillada» con 90 hectáreas de pastos y pinares y dos fincas más; «Las Fraguas» y «Sierra Magullo». Todo valorado en 286.987€ algo más de lo que le tocaría pagar, según lo pactado entre las partes. Estos fueron los acuerdos que se ofrecieron y se discutieron antes de ir a juicio. Rosario Bermudo aceptó el dinero de Gabriel y Javier, pero no las tierras de Pilar. Rosario propuso darle un año para venderlas y así pagarle otros 175.000€. Como a Pilar no le aceptaban las tierras «yo he negociado, siguiendo las instrucciones de la juez pero Rosario lo niega» fue a juicio. El abogado de Bermudo se descolgó solicitándole a Pilar, heredera universal, una cantidad desorbitada sobre lo pactado y envió dos escritos al juzgado diciendo que no habían negociado con ella, algo que no es cierto. El más indeciso es el duque Leoncio, que aduce problemas de liquidez y aún no concreta qué y cómo pagará lo que la jueza estime. La sentencia se espera para la próxima semana en Soria.

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