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Sarah Ferguson, sobre sus dos diagnósticos de cáncer: «Es como una bomba que explota en tu vida»
La mujer del Príncipe Andrés tuvo que enfrentarse a la misma enfermedad con unos meses de diferencia
Se la conoce como la efervescente «Fergie», la exesposa del duque de York que siempre se recupera. Y no es para menos, puesto que, pese a que hace más de dos décadas que no forma parte de la Familia Real, su aceptación dentro del palacio se ha disparado. Se entiende que el Rey está muy agradecido por su papel como enlace entre él y su hermano menor, el Príncipe Andrés. Ni siquiera el divorcio ni los diferentes escándalos en los que está sumido han impedido que Sarah Ferguson se aleje de él. A día de hoy lo sigue describiendo como «un gran hombre».
Sin embargo, si hay algo que ha llegado a afectarla sobremanera ha sido sus dos diagnósticos de cáncer con varios meses de diferencia. «Fue duro», dice la duquesa, de 65 años. «En general soy una persona positiva, pero el cáncer es como una bomba que explota en tu vida. Un diagnóstico es suficiente para afrontarlo, pero tuve dos en el espacio de un año. No me importa admitir que mi mente se fue a lugares oscuros, reflexionando sobre mi propia mortalidad».
En el verano de 2023 se anunció que le habían diagnosticado cáncer de mama y se había sometido a una mastectomía única. El pasado mes de enero anunció que también le habían diagnosticado melanoma maligno, una forma de cáncer de piel. «Mi familia me ha brindado un gran apoyo durante este período», afirma. «He recurrido a la meditación y la atención plena para mantener una actitud positiva y equilibrada».
En una entrevista reciente durante su gira por Australia, Ferguson compartió, además, que el cáncer acabó con sus problemas alimenticios. Empezó a comer compulsivamente a los 11 años, justo después del doloroso divorcio de sus padres. Desde entonces, cada dificultad en su vida parecía llevarla de regreso a la comida como un intento de calmar sus emociones. «Toda mi vida se basaba en comida», declaró con honestidad, admitiendo que durante décadas su «adicción» a la comida fue un frente abierto, una carga emocional de la que le costó deshacerse.
La duquesa ha sufrido mucho más que simples problemas de peso: sus luchas la llevaron a soportar el escrutinio público, y su físico se convirtió en el blanco de crueles comentarios mediáticos. En su momento, incluso fue apodada «la duquesa de Pork» (cerdo), y llegó a confesar que «decían que el 80% de las personas preferían acostarse con una cabra antes que conmigo». No era solo una cuestión de salud, sino de autoestima; las burlas y el acoso mediático la empujaban aún más hacia la comida, en un ciclo sin fin que empeoraba con cada comentario despectivo. Como ella misma contó al diario The Sun, «cuanto más me molestaba la ausencia de mi marido, más comía y más engordaba. Cada vez que las cosas se ponían difíciles, encontraba mi solución en la comida».
A pesar de esta dolorosa historia, los últimos meses han marcado un cambio significativo en su vida. Ferguson ha tenido que enfrentarse no solo a un diagnóstico de cáncer de mama, sino también a un melanoma, un doble golpe que, según cuenta, le ha dado una nueva perspectiva. La duquesa asegura que estas experiencias la ayudaron a comprender que estaba «comiendo en lugar de vivir».