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Isabel Preysler and Vargas Llosa during a TeatroReal event in Madrid on May 18, 2022.

Isabel Preysler y Vargas Llosa, en una imagen de archivoGTRES

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Las indirectas que Vargas Llosa incluyó sobre Isabel Preysler en sus libros

Su relación acabó por los «celos infundados» de escritor, que no dudó en mencionar a su expareja en su última novela publicada

El mundo de las letras llora la pérdida de uno de los grandes del boom latinoamericano. Mario Vargas Llosa fallecía en su ciudad natal, Lima, rodeado de su familia y «en paz». Así mismo lo revelaba su hijo mayor Álvaro, que compartía en X, antes Twitter, un comunicado en el que afirmaba que encuentran consuelo «en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera».

Al conocer su fallecimiento, son muchos los que han querido mostrar su apoyo al entorno cercano del escritor. «El Olimpo de las letras universales le ha abierto sus puertas a Mario Vargas Llosa», escribía la Casa del Rey, mientras Arturo Pérez Reverte optaba por compartir una imagen con él. «Como decía el torero Luis Miguel Dominguín, siempre queda uno para contarlo. Aunque al final siempre hay otros que acaban por contar al que lo cuenta. Son las viejas reglas». El expresidente colombiano Álvaro Uribe, por su parte, lamentaba la pérdida del «Maestro de Maestros», y Ayuso y Almeida recordaban que «era un hombre generoso y libre».

Quien, de momento, no se ha pronunciado al respecto es Isabel Preysler. El escritor dejó a la que había sido su mujer, Patricia Llosa, durante las últimas cuatro décadas de la noche a la mañana. Abandonó Lima y se instaló en Madrid junto a la socialité. Estuvieron juntos ocho años y su relación acabó por «celos infundados» tras una fuerte discusión en casa de ella a mediados de 2022. El autor decidió entonces volver bajo el ala de Patricia, que le acogió y le perdonó hasta pasar con él sus últimos momentos. «Esto es muy propio de él. Ya lo ha hecho más veces. Pero, al final, siempre regresa».

De su historia de amor, además, de todas sus fotos en los innumerables actos y eventos nocturnos de la capital en los que se dejaban ver, quedan unas cuantas palabras que él le dedicó a la reina de corazones. Y no de forma pública precisamente, sino como mejor sabía, sobre las páginas. A pesar de la expectación que generó el hecho de que regresara a las librerías cuatro años después de su último trabajo, Tiempos recios, muchos interpretaron que el que ahora ya se ha convertido en su último libro era una clara indirecta hacia Preysler.

Lo que más llamó la atención fue el cambio de título de la novela en el último momento. De ¿Un champancito, hermanito?, pasó a llamarse Le dedico mi silencio. El escritor comenzó a escribir la obra cuando aún vivía con ella en su hogar madrileño, lo que ha suscitado especulaciones sobre la relación entre ambos y la influencia de la socialité en los párrafos de la obra.

El escritor Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler en Marbella.
31/08/2017
En la foto paseando de la mano

El escritor Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler en Marbella paseando de la manoGTRES

El libro, que combina elementos de ficción y ensayo, retoma uno de los temas que ha obsesionado al autor a lo largo de su vida: la utopía, pero con un giro peculiar. En esta ocasión, la utopía no es política, sino cultural, y tiene como eje la música peruana, que se convierte tanto en núcleo como en pretexto de una exploración más profunda. La historia sigue a Toño Azpilcueta, un experto en música criolla que, en su búsqueda incansable por comprender los matices de la música tradicional de su país, descubre a un guitarrista virtuoso llamado Lalo Molfino.

«El vals, nacido en los callejones de Lima, integró al Perú», afirmó Vargas Llosa, quien en este libro no solo quiso rendir homenaje a su amor por la música criolla, sino que también celebró ese símbolo de identidad nacional que, para él, representa el vals peruano. En palabras del escritor, la novela es también una forma de «agradecer un secreto amor que me ha acompañado toda la vida: el que siento por la música criolla y, en especial, por el vals de mi país».

Además, su último movimiento fue incluir como dedicatoria: «A Patricia», su mujer de toda la vida, pese a que cuando estaba escribiéndolo en la casa de Puerta de Hierro no paraba de repetir que sería para Isabel. «Lo contó en muchas reuniones, él lo decía a viva voz», apuntó Beatriz Cortázar en su día.

No es la primera vez que Vargas Llosa deja entrever su vida personal en sus escritos. Su relato Los vientos ya generó controversia por incluir dos párrafos que aludían a las islas Marquesas, haciendo referencia al marquesado de Griñón heredado por Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler. En su momento, Isabel no tardó en expresar su molestia: «Se reía de ella, una niña que solo ha sido cariñosa y amorosa con él. Meterla en todo esto me parece caer muy bajo», declaró, visiblemente ofendida.

Otro pasaje polémico de esta misma obra se refiere a la afición de Isabel Preysler y su hija por los cuidados estéticos. El escritor relató, con una mezcla de curiosidad y escepticismo, cómo las mujeres se incomodaban al hablar de sus rituales de belleza. «Cuando yo les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los aceites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno íntimo», escribió, señalando que, según sus palabras, su enamoramiento por Isabel no había sido por su corazón, sino por «la pichula».

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