Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia
«La Historia se enseña mal por culpa de los planes de estudio del Gobierno»
La directora de la Real Academia de la Historia nos desvela que la misión de esta institución ha sido siempre acabar con las tergiversaciones o falsedades históricas y buscar la verdad de los acontecimientos
«una de las cosas más importantes del ser humano es la curiosidad. Y recortar esa curiosidad es muy peligroso». Carmen Iglesias (Madrid, 16 de marzo de 1942), directora de la Real Academia de la Historia, tiene muy claro la misión de esta casa, que no es otra que acabar con las tergiversaciones o falsedades históricas y buscar la verdad de los acontecimientos pues quienes no conocen la Historia son incapaces de mejorar el presente. Y con las amenazas a las que se enfrenta la asignatura de Historia con su amoldamiento a las opiniones y a un relato ficticio del pasado que emana de los postulados ideológicos, se hace más viva en ella ese objetivo de querer transmitir la Historia con rigor.
–¿Cree usted que la Historia está ahora mismo de moda, que hay interés por ella?
–Es posible en el sentido de que se han metido tanto con ella, en el caso de la asignatura de historia quitar las cronologías es como intentar olvidar totalmente el pasado. No es que se ponga de moda, sino que ha sido necesaria una reacción. Es una reacción que lleva un cierto tiempo. Por ejemplo, en la historia americana hay unas franjas generacionales que están cambiando la visión de la historia de la propia América Latina, porque en algún momento descubrieron que la historia que les contaban desde los países originarios había un salto al siglo XIX; pues se comían tres siglos de monarquía hispánica, que fue la gran potencia totalmente hegemónica en los siglos XVI y XVII.
La historia no es un tribunal que juzga como en el valle de Josafat quiénes han sido buenos y malos. Es disciplina y un conocimiento que intenta comprendernos mejor
–¿Se enseña mal la Historia?
–Se está enseñando mal según los planes de estudio del gobierno. Yo confío mucho en los profesores; yo lo soy, lo he sido toda mi vida: lo que me gusta es aprender y enseñar. Transmitir más que enseñar. Y yo confío en los profesores que naturalmente ante algunas exageraciones y disparates, pues reaccionarán de alguna manera y harán las clases con una cierta profundidad y no intentarán borrar la Historia. Porque intentar que la historia de España empieza en 1812, pues es un disparate.
–¿Qué problemas pueden tener los jóvenes que dejen de estudiar lo que pasó antes de 1812?
–Bueno, pues una profundidad de saberes. Hay un dicho judío muy bonito que se pregunta: ¿para qué creó Dios al hombre? Y entonces se contesta: para que le contara historias. Entonces efectivamente somos contadores de historias de todo tipo y la Historia, si la ponemos con mayúscula, que es el pasado, es absolutamente necesario para conocer el presente, por qué estamos aquí, qué tradiciones o no tenemos. Y luego para poder pensar, porque pensar en otras culturas, en otras épocas, en otras civilizaciones, es lo que nos hace entender y comprender el mundo complejo y la condición humana. Sin saber, sin esa profundización, no sabemos nada. Vivimos en el puro presente y el presente, pues, está vacío.
–¿Qué opina del revisionismo histórico que hay en España, ese juzgar el pasado con los ojos del presente?
–Bueno, pues también es un disparate, como decía uno de mis maestros: la historia no es un tribunal que juzga como en el valle de Josafat quiénes han sido buenos y malos. La historia es una disciplina y un conocimiento que intenta comprendernos mejor y que intenta pues saber que es lo que ha pasado y en la medida de lo posible, por qué ha pasado. El cómo lo sabemos, el por qué es más complicado a veces, pero merece la pena investigar en ello.
– Y ¿dónde radica este sentimiento de vergüenza o falta de interés por nuestro pasado y nuestra historia?
–Por una educación falseada, claro. Porque una de las cosas más importantes del ser humano es la curiosidad. Y entonces la curiosidad de dónde estás, por tu familia, por tus antepasados, por lo que ha pasado... Entonces recortar esa curiosidad es muy peligroso. Y a los niños, si se les quita, pues les mutila.
–¿Es el separatismo en gran enemigo de nuestra sociedad actual?
–Sí. A mí me parece gravísimo. Porque frente a esa unidad, que no es unanimidad, sino que es el saber vivir con los distintos. Y el separatismo polariza y divide entre buenos y malos, precisamente. Y además, conspirando de una manera muy negativa para la gente que no son fieles suyos. Pues es muy grave y efectivamente es lo más serio que tenemos, y además esa falta de saber convivir es un cáncer que junto con todo lo que hemos sufrido durante la democracia con el cáncer de ETA, que ahí está también; con los asesinatos y con los muertos y con los heridos, pues nos puede hacer mucho daño y llevar a nuestro país a lo que se está llevando. La transición, el llegar la democracia después de una dictadura, como se hizo por medio del diálogo, por pactos... fue una gran elaboración y un triunfo. Y esa ha sido España. A partir de ahí, de esa transición, [España] ha sido modelo para muchos países, en muchos sitios, además de América, también en otros países, en otros continentes. Y ahora nos estamos convirtiendo en un país periférico, en un país empobrecido, porque la división siempre empobrece y en fin, es seria la situación. Pero hay que tener esperanza de que las cosas también son efímeras y que pasa, pero sabiendo que podemos pasar por momentos difíciles, que estamos pasando por momentos difíciles.
–Dijo en una entrevista que el nacionalismo es «una invención, un delirio» ¿No hay base histórica donde apoyarlo?
–Es distinto el nacionalismo romántico cuando nace en el siglo XIX en países europeos que han estado bajo la bota de alguno más fuerte que ellos. Eso hace siempre que sea una lucha por la libertad de todos. Pero en una democracia donde hay unos poderes, donde hay separación de poderes, donde hay una libertad de expresión y de todo... es efectivamente un delirio querer separarse sintiéndose superiores a todos los demás.
–Al frente de la Real Academia de Historia ¿cuál ha sido su principal objetivo?
–Pues sobre todo poner a la Academia en un listón, que sea conocido por todos, que sea una casa muy abierta. Y luego yo creo que el mayor logro de esta etapa ha sido nuestro gran diccionario biográfico electrónico, que está teniendo una importancia internacional, se están dando premios internacionales y llegaremos a tener un portal de historia absolutamente excepcional. Eso ha sido lo más importante. Yo creo que tenemos también, como veis, un edificio muy especial, tenemos un patrimonio que hemos heredado, porque nosotros la Academia de Historia junto con la Española y Bellas Artes (las tres del s. XVIII) tenemos un origen privado ya que los ilustrados decidieron reunirse y formar un grupo sobre un tema y pidieron la protección directamente de la Corona. Y aquí estamos, los 300 años manteniendo todo lo que podemos, porque la función que figura en los estatutos primeros de 1738 ya dice que la misión de esta casa es acabar con las tergiversaciones o falsedades históricas, buscar la verdad de los acontecimientos, etc. Es en un lenguaje del XVIII precioso en lo que son las finalidades de esta casa y intentamos cumplirlas.
La falta de interés por nuestro pasado y nuestra historia se debe a una educación falseada
–El nuevo diccionario de biografías, ¿cómo surge? ¿Qué personajes podemos encontrar?
–Bueno, eso es una conferencia larguísima. Vamos a ver, para empezar el diccionario biográfico electrónico ha utilizado unas bases de datos impresionantes que han costado pues 10-15 años de trabajo. Han participado 500 instituciones en las que se despidió información y más de 5.000 historiadores que firman las biografías. Y en este momento tenemos unas 50.000 biografías que están firmadas siempre por un experto. Es decir, no es Wikipedia. Nadie puede intervenir, aunque hay una ventana para que cualquier usuario diga si ha visto un defecto en alguna biografía o tiene un dato más. Está abierto y tenemos una gran interacción con el público. Entonces, esas biografías han sido en una planta tecnológica verdaderamente excepcional que la hemos hecho nosotros. O sea, luego hemos recurrido a las tecnológicas, pero incluso el proyecto ha sido nuestro, del equipo del magnífico equipo. Somos pocos, pero muy trabajadores y muy buenos. Y en ese sentido ha resultado un diccionario con esas 50.000 biografías donde no sólo están los conocidos, sino también lo desconocido porque la historia la hacemos las personas, pero lo hacemos en conexión con los demás. Sin la vida de los otros no seríamos nada. Entonces, en las biografías tenemos unos enlaces que son fáciles, gratuitos todos, un buscador sencillo y un buscador más avanzado y ahí se pone en conexión con todo el contexto de la época. O sea que se puede descubrir cosas que no sabes. Es muy impresionante. Ha sido un éxito en Nueva York, en Miami, ahora en Canadá. Y estamos invitados ya para el año que viene a varios sitios de Estados Unidos y de México. Tenemos muchísima relación con América Latina, naturalmente por las Academias, y están encantadas porque han participado todas ellas en las biografías y en el diccionario.
–¿El diccionario es necesario porque no hay suficiente documentación o por que no sabemos acceder a él o utilizarlo?
–No, no, yo creo que estamos accediendo a esa información y que se puede conocer y se puede, siempre se puede afinar, siempre se puede añadir algo. Bueno siempre no, pero con frecuencia. Está viva. El diccionario es inacabable e inacabado por definición. Siempre está aportando cosas. Inacabable porque, bueno, tenemos ahora 20.000 biografías más preparadas para ponerlas. Y porque no es un diccionario solamente, como diríamos, de los que están en primer plano en el teatro de la vida: de reyes, poderosos, nobles, gobernantes... Esos están, por supuesto, pero lo importante es que están de todos los oficios, de todas las materias, los que alguna vez han aportado algo a su comunidad y la han dicho mejor y también los que la han disturbado: están los asesinos y los verdugos. Pero la verdad es que hay más hombres y mujeres que han aportado que lo otro, y es muy bonito porque encuentras desde la historia de un payaso español que fue célebre en Estados Unidos durante un tiempo. Son historias apasionantes por desconocidas. En toda la época del siglo XVI y XVII hay unas vidas que sería para una película cada personaje, porque son gente de brújula y espada que llamamos nosotros a partir de Del Cano y de la Vuelta al Mundo.
–Hace poco fue galardonada con el Premio de Historia Órdenes Españolas por su labor de investigación en lo hispánico y su proyección en el mundo, ¿dónde ha habido una gran proyección de lo hispánico?
–La monarquía hispánica el trato era daba la vuelta al mundo. Era un imperio no imperialista. O sea, las Indias nunca fueron colonias. Eran súbditos de la Corona en igualdad de condiciones a un lado y al otro del Atlántico. Entonces esos tres siglos: los dos primeros hegemónico y el XVIII como primera potencia han sido efectivamente un desarrollo de lo hispánico. La prueba es la importancia del español, que sigue siendo un idioma en primera fila. Y por ejemplo un fenómeno que hemos tenido han sido los hispanistas, no hay francesistas. Yo que me he dedicado mucho en esto de las ideas, al pensamiento internacional, precisamente al francés y en cierto punto al inglés. Pero no nos llaman francesistas o inglesistas. Sin embargo, aquí ha habido hispanistas. Después de todos los avatares del siglo XX, empezó a moverse el país en todas las direcciones y también lo cultural y lo investigador. Y una vez, no sé si recordéis a sir John Elliot, el gran historiador inglés, uno de los primeros hispanistas, y a quien admiraba y quería mucho, le pregunté: cómo fue que se hiciera hispanista. Y me dijo pues mira, Carmen, porque teníais los mejores archivos del mundo y estaban sin verse. Ha habido todo un trabajo de generaciones y de nuevo, la historia nos enseña que es importante para saber cómo va pasando, para desbrozar esos archivos que se habían quedado de alguna forma simplemente depositados.
–¿Ya no hay hispanistas?
–Ha cambiado. Hay ahora muchos historiadores en España en todas las materias. Muchos historiadores en América. Y por supuesto, hay mucha gente que se dedica a lo hispano en Estados Unidos y en Oceanía. Tenemos de todo. Y hay Academias de la lengua, yo pertenezco también a la Academia Española de la Lengua y por lo tanto lo conozco bien. Tenemos una asociación estupenda. Y bueno, y eso se mantiene. Pero la función del hispanista en la historia cambia. Cambia porque ahora hay una pléyade de historiadores jóvenes que ya han roto ese corsé de lo que se podía decir y lo que no se podía decir en tiempos antiguos o algo así. Estamos en otra etapa.
–Hablemos de la invasión de Ucrania. ¿De dónde procede el pensamiento expansionista de Putin?
–Bueno, Rusia claramente en su momento es un país totalitario y ha tenido muy pocas etapas de libertad. El zarismo, cuando quiso reaccionar ya no llego al tiempo. Y luego el comunismo, pues ha sido el desastre de millones de muertos por todas partes. Si unimos China, Camboya y demás, entonces hay que estar con Ucrania porque es la agredida, porque Ucrania estaba intentando un régimen democrático, un régimen con libertades, pero que no llega a ser perfecto. O sea, la democracia es una tela de Penélope, como decía uno de mis maestros, nunca se acaba. Hay que estar muy atentos porque si no se pierden las libertades. Pero Ucrania estaba en ello. O sea, y realmente ya vemos esos bombardeos en las escuelas, en los civiles, a todo... se está rozando los crímenes, el genocidio y son crímenes de guerra.
–Fue tutora de la Infanta Cristina y profesora de Felipe VI. ¿Cómo fue la experiencia?
–Pues muy enriquecedora para mí. Con la infanta era en la universidad y con el Príncipe era parte en un seminario de Historia de Ciencias Sociales, que estuvimos mucho tiempo y fueron experiencias muy enriquecedoras para mí. Yo nunca había dado clases en privadas, pero eran y son vamos, jóvenes maravillosos, con mucha curiosidad. Y don Felipe, pues devoraba todo lo que, todo lo que había, todo lo que podía llevar y toda una experiencia muy enriquecedora y espero que para ellos en su momento también.
–¿Qué opina de la marcha del Rey emérito?
–Pues me da mucha pena, no quisiera hablar mucho de ello. Creo que lo importante para la historia es que don Juan Carlos trajo la democracia junto con otros grupos, pero él la trajo de la mano y renunció a todos los poderes que podía tener para que fuera posible. Y fue un gran interlocutor por y para la historia eso será, yo espero el punto principal.
–Ahora que parece ser que la historia interesa y llega generalmente a través de los periódicos, ¿qué consejo nos puede dar a los periodistas para transmitir bien lo ocurrido?
–Pues sólo la curiosidad y el ir a las fuentes. Los especialistas han estudiado... además, cada vez, yo creo, que los libros de historia son más amenos, porque también los historiadores ya de otras generaciones tienen una buena formación para escribir bien y van a eso. Íbamos a eso siempre. Y bueno, creo que la labor que hacen los medios es absolutamente fundamental y por lo tanto todo lo que sea en favor de la objetividad, de la de la concordia, que no quiere decir unanimidad tampoco, ni estar todos de acuerdo, sino la concordia que decía Aristóteles... Eso es un papel para vosotros fundamental.