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La Batalla de Kulm, obra de Alexander von Kotzebue

La Batalla de Kulm, obra de Alexander von Kotzebue

La revancha de la Sexta Coalición o la amarga derrota de Napoleón en Kulm

El ejército francés tuvo 5.000 muertos y entre 7.000 a 13.000 prisioneros. Entre ellos Vandamme. A éste se le acusó de la derrota de Kulm, porque debía haberse retirado a otro lugar lejos del ejército de la Coalición

Cuando hablamos de la batalla de Dresde comentamos que, aquella derrota de la Sexta Coalición, tuvo como consecuencia la batalla de Kulm, que tuvo lugar entre el 29 al 30 de agosto de 1813. Las fuerzas del Imperio francés estaban al mando del general de división Dominique René Vandamme, conde de Unsebourg; y los mariscales de campo Auguste Frédéric Louis Viesse de Marmont, duque de Ragusa y Laurent de Gouvion Saint-Cyr. Las fuerzas francesas ascendían a 32.000 soldados.

Por su parte el ejército de la Sexta coalición estaba al mando del mariscal de campo príncipe Michel Barclay de Tolly; el mariscal de campo Louis-Adolphe-Pierre príncipe de Sayn-Wittgenstein; el teniente general conde Alexander Ivanovich Osterwann-Tolstoy; y el mariscal Friedrich Emil Ferdinand Heinrich von Kleist, conde Kleist von Nollendorf. Las fuerzas de la Sexta Coalición ascendían a 54.000 soldados.

La ciudad de Kulm, actualmente Chlumec, está en el norte de Bohemia. La batalla se desarrolló en dos partes. La primera el 29 de agosto. Al finalizar la batalla de Dresde, Vandamme persiguió al ejército de la Sexta Coalición. Para ayudarle Napoleón envió a los mariscales Saint-Cyr y Marmont. La persecución acabó a 8 kilómetros de la ciudad de Kulm, en Aussig, hoy llamada Ústí nad Labem.

El ejército de Vandamme, con 34.000 soldados y 84 cañones atacó las tropas rusas que habían formado parte de la retaguardia de la Sexta Coalición, que formaba la parte central, como Reserva, al mando de Barclay de Tolly, con dos divisiones de granaderos rusos, cuatro divisiones de caballería de la Guardia Rusa, la Guardia Real prusiana y 150 cañones. En total unos 14.700 soldados.

Si Vandamme conseguía derrotar a las fuerzas dirigidas por el conde Osterwann-Tolstoy, tenía la vía libre para derrotar al ejército de la Coalición

Aquella persecución y encuentro trastocó las ideas de la Sexta Coalición. Si Vandamme conseguía derrotar a las fuerzas dirigidas por el conde Osterwann-Tolstoy, tenía la vía libre para derrotar al ejército de la Coalición, que iba por delante del Conde. Por eso este decidió pasar y reunirlos. Los distribuyó en una defensa rígida. Como consecuencia del ataque el Conde perdió la mano izquierda. Aquello supuso que lo sustituyera el general Aleksei Petrovich Yermólov.

La situación de Vandamme se complicó ante la defensa de la Coalición. Al dia siguiente, 30 de agosto, un cuerpo del ejército prusiano, al mando de Friedrich von Kleist, atacó la retaguardia de Vandamme. Fueron a ayudarlo las tropas austríacas y prusianas de los generales Mikhail Bogdanovich Barclay de Tolly y Hieronymus Karl Graf von Colloredo-Mansfeld. Al darse cuenta de ese movimiento Vandamme ordenó que sus tropas formaran cuadrados. A pesar de ello, teniendo la inexperiencia de los soldados franceses, no se pudieron defender del ataque del ejército de la Coalición. Empezaron a huir en desbandada, sufriendo grandes pérdidas.

Captura del general Vandamme en la batalla de Kulm , 30 de agosto de 1813

Captura del general Vandamme en la batalla de Kulm , 30 de agosto de 1813

El ejército francés tuvo 5.000 muertos y entre 7.000 a 13.000 prisioneros. Entre ellos Vandamme. También perdieron 82 cañones. Los aliados tuvieron 11.000 bajas entre muertos y heridos. A Vandamme se le acusó de la derrota de Kulm, porque debía haberse retirado a otro lugar lejos del ejército de la Coalición. Este nunca estuvo de acuerdo con aquellas acusaciones. Vandamme y sus hombres se defendieron con bravura. La superioridad de la Coalición hizo que fuera derrotado y hecho prisionero. Alejandro I de Rusia pidió que se lo llevaran.

Lo acusó de ser cómplice en el asesinato del zar Pablo I de Rusia, padre de Alejandro. Al oír de lo que se le acusaba Vandamme respondió que «Sire, yo soy un soldado, pero hay un crimen en el que mi mano nunca ha sido empleada». Otra versión explica que contestó «no soy ni saqueador ni un bandolero, pero en cualquier caso, mis contemporáneos y la historia no me reprocharan haber asesinado a mi propio padre». En esta segunda pone en evidencia a Alejandro I, pues se dijo en su momento que él fue partícipe de la muerte de su padre.

Vandamme de Moscú fue enviado a Kazán (Siberia9. El 30 de mayo de 1814 se firmo el Tratado de París, por el cual se daba fin a la guerra entre Francia y la Sexta Coalición. Gracias a la firma del Tratado Vandamme fue puesto en libertad, regresando a Francia el 1 de septiembre de 1813.

Dentro del ejército de Vandamme había dos regimientos de laceros polacos, en la división del general Jean Corbineau. El primero estaba a las órdenes del coronel Maximilien Fredro. El otro lo comandaba el conde Tomasz Lubienski. El primero se rindió ante el ataque del ejército de la Coalición. El segundo pudo retirarse con éxito. Los soldados prusianos y rusos que tomaron parte en la batalla recibieron la Cruz de Kulm. En las memorias del general Anne Jean Marie Rene Savary, duque de Rovigo, podemos leer…

«Cuando este hecho fue comunicado al Emperador, éste se encontraba en Dresde, aquejado de un cólico violento, que había sido provocado por la lluvia fría, a la que había estado expuesto durante toda la batalla del 27. La inteligencia lo fastidiaba; pero la desgracia no tenía remedio. Ordenó a su ayudante de campo, el conde Lobau, que tomara el mando de los restos del cuerpo de Vandamme. Se reunieron entre quince y veinte mil hombres: se rearmaron y equiparon; y en poco tiempo las tropas se recuperaron de la depresión de ánimo que había ocasionado su desastre. Habría producido poco efecto en el resto de la campaña si no hubiera sido por dos acontecimientos que le siguieron rápidamente.

La batalla de Dresde había tenido resultados tan asombrosos que el Emperador decidió seguirlos, hasta donde se lo permitiera el vasto plan en el que se basaban las operaciones de los aliados. Las enormes masas de tropas enemigas regresaron a Bohemia por caminos, naturalmente malos, y casi intransitables por el estado del tiempo. Inevitablemente deben haber sido arrojados al desorden; y mientras esta inmensa multitud se reunía y se volvía a formar, el Emperador habría tenido la iniciativa en todos sus movimientos».

La victoria de Dresde se convirtió en amarga al conocer Napoleón lo sucedido en Kulm. Aquel hecho ayudó al ejército de la Sexta Coalición. Gracias a ella pudieron reagruparse para poderse enfrentar, posteriormente, en las batallas de Wartenburg y Leipzig.

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