La última gran victoria del Emperador: Napoleón conquista Dresde al mariscal Schwarzenberg
Hacia las 17 horas el ejército de la Coalición empezó a retirarse. Al caer la noche los miembros de la Coalición decidieron dar por perdida Dresde y retirarse
Entre el 26 al 27 de agosto de 1813 tuvo lugar la batalla de Dresde. Aquel dia se enfrentó las fuerzas del Imperio francés contra la Sexta Coalición. Es decir, Rusia, Prusia y Austria. Al mando del ejército francés estaba Napoleón, el mariscal Laurent Gouvion-Saint-Cyr y el general Dominique-Joseph René Vandamme. Por parte de la Sexta Coalición el Príncipe austríaco Carlos Felipe de Schwarzenberg, el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Francisco II, el Emperador del Imperio Ruso Alejandro I y el Rey Federico Guillermo III de Prusia.
Con anterioridad, el 16 de agosto, Napoleón le mandó fuerzas al mariscal Saint-Cyr para fortalecer las suyas y bloquear a los soldados de la Sexta Coalición. El 26 de agosto, una vez perdida la batalla de Grossbeeren, el mariscal Schwarzenberg, con 200.000 soldados atacó a Saint-Cyr. Aquel 16 de agosto deseaba enfrentarse, cara a cara, contra la Sexta Coalición. Napoleón tenía unos 300.000 hombres, mientras que la Coalición contaba con 450.000. Teniendo en cuenta el Plan Trachenburg no se quisieron enfrentar en una gran batalla. Grossbeeren y Katzbach les había salido bien, con lo cual siguieron con el plan.
La idea de Napoleón y el mariscal Saint-Cyr era atacar las líneas interiores de la Sexta Coalición y derrotarlos antes de que recompusieran todas sus fuerzas. La de Saint-Cyr ascendían a 442.810 soldados y 1.284 cañones en 559 batallones y 395 escuadrones. El ejército de la Sexta Coalición tenía 512.113 soldados en 556 batallones, 572 escuadrones, 68 regimientos cosacos y 1.380 cañones.
El dia anterior a la batalla Alejandro I de Rusia, Francisco II de Austria y Federico Guillermo III de Prusia se reunieron en los alrededores de Dresde para inspeccionar el terreno. La ciudad no era el mejor lugar para llevar a cabo una batalla, por lo que se refiere a los franceses. La ciudad estaba protegida por 20.000 soldados franceses y sajones. Rusia quería atacar de inmediato la ciudad y así, con la sorpresa, derrotarlos. Por su parte Schwarzenberg quería esperarse a que llegaran nuevas tropas.
La guerra se desató al día siguiente. Schwarzenberg lanzó una ofensiva, con 200.000 soldados contra los hombres de Saint-Cyr. Distribuyó el ejército de la siguiente manera. Por la izquierda los austríacos, al mando de Schwarzenberg, con 9 divisiones de infantería, tres divisiones de caballería y 128 cañones. Por la derecha los rusos y prusianos, dirigidos por Wittgenstein, con dos divisiones de infantería rusa y el cuerpo prusiano al mando de von Kleist y 158 cañones. En el centro, como Reserva había rusos y prusianos al mando de Barclay de Tolly, con dos divisiones de granaderos rusos, cuatro divisiones de caballería de la Guardia rusa, la Guardia Real Prusiana y 150 cañones.
Por su parte Saint-Cyr tenía el XIV Cuerpo. Con ellos empezó a organizar la defensa. Aquel 26 de agosto, a las 10 horas, llegó Napoleón con la Guardia de Infantería y el I Cuerpo de Caballería de Murat. Aquella Guardia estaba formada por dos Cuerpos de la Guardia joven y la División de la Guardia vieja. Desde las 12 horas a las 15 horas hubo una pausa mientras se recolocaban las tropas francesas. Al ver a Napoleón y teniendo en cuenta el Plan Trachenburg, la Sexta Coalición dudó entrar en combate. A las 15 horas la coalición llevó a cabo un bombardeo sobre la ciudad y se dispusieron a asaltarla.
Durante el ataque Napoleón movió a sus hombres. A la derecha el I Cuerpo de Caballería y en el centro Ney y el II Cuerpo de la Guardia Joven. A la izquierda el I Cuerpo de la Guardia Joven. La respuesta francesa al ataque de la coalición tuvo lugar a las 17.30 horas. Se consiguió recuperar las defensas originales. La batalla quedó parada como consecuencia de un aguacero torrencial. Aquella lluvia duró toda la noche. Durante ese tiempo Napoleón reforzó el II Cuerpo de Víctor, el VI Cuerpo de Marmont y la Caballería de la Guardia.
Con su ejército reestructurado Napoleón decidió atacar a primera hora del 27 de agosto. Aún llovía. Atacó el flanco izquierdo de la Coalición, consiguiendo una victoria táctica. Como consecuencia de la lluvia quedaron aislados Johann von Klenau e Ignaz Gyulai. En ese momento el mariscal Joachin Murat aprovechó para atacar. Aquel ataque supuso que Klenau se viera obligado a deponer las armas. Murat consiguió hacer prisioneros a las fuerzas de Klenau, las del teniente mariscal de campo Joseph, cinco divisiones de infantería del barón von Mesko de Felsö-Kubiny. También las tropas de Gyulai sufrieron graves pérdidas. El agua provocó que los mosquetones, con los pedernales y pólvora humedecidos, no dispararan.
Mientras tanto Napoleón atacó el flanco derecho. Para ellos envió a Ney, Mortier y Saint-Cyr. También consiguieron romper ese flanco. El centro, con el VI Cuerpo al mando de Marmont se enfrentó a la artillería de la Coalición. A las 17 horas el ejército de la Coalición empezó a retirarse. Al caer la noche los miembros de la Coalición decidieron dar por perdida Dresde y retirarse. Durante la batalla la Coalición perdió 38.000 soldados y 40 cañones. El ejército de Napoleón sufrió 10.000 bajas. Aquella retirada de la Coalición supuso encontrarse con el general Dominique Vandamme y la consiguiente batalla de Kulm.
El escritor Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, que vivió la batalla de Dresde escribió «me paré sobre las ruinas humeantes de Feldschlösschen y miré los cadáveres ensangrentados, la llanura cubierta de gente agonizante. El sordo repiqueteo de la agonía, el gemido del dolor, el espantoso aullido de la furiosa desesperación cortaron el aire, y como un huracán lejano rugió el trueno de los cañones, proclamando terriblemente la venganza aún no realizada… ¡La gente desgarrada se puso de pie y estiró sus cráneos ensangrentados, y los aullidos se volvieron más salvajes, la miseria más terrible!... La luz roja brilló nuevamente desde las profundidades de la tierra, y desde el mediodía y la medianoche, innumerables esqueletos se acercaron con espadas brillantes que amenazaban la figura. Y más y más salvaje se hizo el aullido, más terrible la miseria».