Engaños y mentiras utilizados en la caza de derechistas en el Madrid de la Guerra Civil
El ejemplo más escandaloso fue la apertura de una supuesta embajada de Siam. Tras el asalto a los pisos de refugiados de la Legación de Finlandia del 4 de diciembre de 1936. La trampa fue urdida desde el comité de defensa de la CNT
Los ataques de la prensa republicana contra la actitud protectora del Cuerpo Diplomático extranjero con perseguidos derechistas fueron paralelos a la utilización de procedimientos ilegales a la hora de luchar contra el enemigo en la retaguardia. A esta circunstancia se unieron los deseos de los milicianos y de los agentes de los servicios especiales que veían cómo se frenaba su actuación represora en la puerta de un piso o un edificio protegido por una bandera extranjera. Así, se produjo la constitución de ficticios locales diplomáticos y el montaje de evacuaciones falsas.
El ejemplo más escandaloso fue la apertura de una supuesta embajada de Siam. Tras el asalto a los pisos de refugiados de la Legación de Finlandia del 4 de diciembre de 1936, apareció la bandera de Tailandia o Siam en un chalé en el número 12 de la calle de Juan Bravo. El local había sido incautado, durante los primeros días de la guerra, por el Ateneo Libertario de la CNT de La Guindalera.
La trampa fue urdida desde el comité de defensa de la CNT, con el beneplácito de Eduardo Val, presidente del mismo, y del anarquista Manuel Salgado Moreira. Decidieron utilizar a Alfonso López de Letona, el cual, por haber sido secretario del político monárquico Antonio Goicoechea –a quien acompañó en su huida a Portugal– y tener relaciones con refugiados en embajadas, como en la de Turquía, constituía un gancho perfecto para inspirar confianza a personas de derechas susceptibles de ser acusadas de desafectas y, por tanto, candidatas a refugiarse en una Embajada.
Parece ser que a López de Letona le propuso la operación Antonio Verardini Díez de Ferreti, confidente de los servicios especiales del Ministerio de la Guerra. El guardia de asalto Luis Bonilla Echevarría también se dispuso a colaborar y se instalaron micrófonos en las habitaciones para captar las conversaciones de los asilados. Media docena de incautos buscaron refugio en esta sede y perdieron de este modo la vida.
La simulación de esta representación diplomática constituyó la acción más escandalosa y censurable, desde el punto de vista jurídico diplomático, que se cometió en toda la contienda. Una indiscreción de Bonilla ante el general Miaja motivó su intervención, exigiendo que se pusiera fin a esta operación, que desprestigiaba claramente a la República. Cuando se ordenó el cierre del local, los que allí estaban refugiados fueron conducidos a la Brigada de Investigación Criminal en la calle Víctor Hugo, donde tenía una de sus sedes la siniestra Brigada del Amanecer: la mayoría de los hombres desaparecieron, casi todos militares. Las víctimas fueron pocas porque la ficticia Embajada solo funcionó unos días y porque algunas integrantes del Auxilio Azul, infiltradas en el SIM, avisaron a tiempo a algunos de los posibles engañados que se salvaron de caer en la trampa.
Parece ser que también se tuvo la intención de montar un falso Consulado siamés en el número 11 de la calle Francisco Giner –hoy paseo de Martínez Campos– pero no llegó a ponerse en funcionamiento. No por ello los ataques de la prensa republicana contra las Embajadas cesaron, sino que aumentaron sus denuncias sobre los enemigos refugiados, a millares, bajo pabellón extranjero y que constituían un grave peligro en la retaguardia. Todo ello excitaba los ánimos de las milicias y los deseos de los servicios secretos por anular su labor.
Se dieron casos en que se robó dinero a los asilados o a sus familiares ofreciéndoles una evacuación salvadora que pronto se convertía en una trampa
Así, ciertos sectores de la CNT organizaron falsas evacuaciones, que terminaron con la desaparición de sus integrantes. Se dieron casos en que se robó dinero a los asilados o a sus familiares ofreciéndoles una evacuación salvadora que pronto se convertía en una trampa. El ejemplo más famoso que llevó a cabo la organización anarquista fue la expedición de refugiados en la embajada de Finlandia que partió el 21 de octubre de 1936 de Madrid y que desde ese día, nadie supo más de sus integrantes, supuestamente asesinados por los anarquistas.
Para la realización de esta operación, contaron con la complicidad de Julián Chamizo, portero del edificio, que indicó a varios familiares de los falsamente evacuados que, mediante el pago de un dinero, se les facilitaría una documentación para el ansiado traslado, que debían recoger en la calle de Serrano, número 14: domicilio del Sindicato Regional de Centro de Industrias Químicas de la CNT-AIT, a donde, más adelante, se trasladaría la checa de Ferraz. Una de las personas que lo frecuentaba y tenía un papel preponderante en este centro era el anarquista Manuel Ramos Martínez, miembro destacado también de la temible checa de Fomento. El portero, Julián Chamizo, fue detenido en el asalto del 4 de diciembre al piso finlandés, acusado de desafección por no denunciar la anormal cantidad de personas refugiadas allí, fue exculpado, por sentencia de 9 de enero de 1937, y puesto en libertad. Nadie supo más de él .
Por otra parte, en algunas ocasiones, amparándose en un temido reconocimiento del gobierno de Burgos, fuerzas de la policía intentaron entrar en algunas Legaciones. Así, en 1938, el propio comisario general de seguridad penetró en la Embajada de Brasil, después de hacer rodear el edificio, con el fin de saber la nómina de los pocos asilados que allí había, bajo el pretexto de que Río de Janeiro había reconocido a la España nacional.
El embajador de Chile comunicó a sus colegas, en la reunión del Cuerpo Diplomático celebrada el 20 de agosto de 1936 en Madrid, que la representación de la República de Venezuela, cuyo titular se encontraba ausente de la capital, había sido asaltada por los seis milicianos, en busca de una serie de personas que creían refugiadas bajo su amparo diplomático. Al no encontrar a nadie se dirigieron al Consulado, donde se entabló un breve diálogo, totalmente inútil, pues sus funcionarios tuvieron que dejarles pasar ante sus amenazas y el ejercicio de la fuerza. Intentaron convencerles que estaban allanando un domicilio jurídicamente inviolable pero los milicianos respondieron que pertenecían a la FAI y que no sabían nada de Legaciones, ni de Consulados, por lo que, después de hacer un minucioso registro, se retiraron.
En la misma sesión se notificó el asesinato del vicecónsul honorario de Polonia en Valencia y la violación de la correspondencia de los representantes polaco y alemán. Al día siguiente, el ministro Augusto Barcia escribió a Núñez Morgado una carta de disculpa por esos lamentables y tristes sucesos, al tiempo que se comprometía a buscar a los culpables de toda esa serie de hechos, ofreciendo tres parejas de guardias de asaltos más para la protección de las misiones. Pese a las promesas ministeriales, se procedió al cierre de la representación, por lo que doscientas familias venezolanas tuvieron que ser amparadas por los funcionarios de la embajada de Guatemala, los cuales se encargaron de su protección y evacuación.
A finales del mes de septiembre, el hijo del cónsul honorario de Venezuela, José María Torroja, fue sacado de su hogar por varios representantes de la Dirección General de Seguridad. Al día siguiente su cuerpo apareció muerto en el madrileño cementerio municipal del Este, lo cual motivó que su familia solicitara asilarse en la embajada de Rumania, temerosa de que la violencia desatada contra un muchacho adolescente envolviera también sus vidas. Núñez Morgado comunicó la amarga noticia al resto del cuerpo diplomático que acordó el envío de una nota de protesta al ministerio de Estado . Desgraciadamente, no fue la última misiva que, en este sentido, se elevó a las altas jerarquías republicanas.