¿Santos o calabazas? La historia detrás de Halloween
Al llegar el otoño comienza la temporada de calabazas, brujas y fantasmas. Pero ¿de dónde procede toda esta mitología? ¿Qué tiene que ver con la fiesta de Todos los Santos o la de Fieles Difuntos?
Hace ya bastantes años que Halloween llegó al sur de Europa para quedarse. Al llegar a su plenitud el otoño, conforme se acortan los días, descienden las temperaturas y aumentan las lluvias, comienza la temporada de calabazas, brujas y fantasmas. Pero ¿de dónde procede toda esta mitología? ¿Qué tiene que ver con la fiesta de Todos los Santos o la de Fieles Difuntos? La historia es muy compleja y rica en matices, y merece la pena conocerla.
Para los celtas, Samhain sería el comienzo del año; una época en la que reconocerían el principio y el fin de todas las cosas
Según la creencia popular, Halloween habría surgido a partir de la fiesta celta de Samhain, que marcaba el final del verano y el comienzo del invierno. Para los celtas, Samhain sería el comienzo del año; una época en la que reconocerían el principio y el fin de todas las cosas. Al observar la naturaleza, la caída de las hojas de los árboles, la llegada del invierno, acudirían a sus dioses buscando comprender los ciclos giratorios de la vida y la muerte. Samhain sería una época en la que las puertas entre este mundo y el otro estaban abiertas.
Con el advenimiento del cristianismo, los dioses paganos habrían sido expulsados en favor de Dios y los santos. El Día de Todos los Santos (1 de noviembre) habría sido la forma que tuvo la Iglesia de cristianizar esta realidad pagana, cuyas antiguas tradiciones, sin embargo, no fueron erradicadas y perduraron en la fiesta de la víspera; Halloween. Esto, como acabamos de señalar, es lo que popularmente se cree: la historia es bastante diferente.
El «Año Nuevo celta»
Samhain, el 1 de noviembre, fue la fiesta principal que marcó la apertura del invierno en la Irlanda altomedieval. No conocemos ninguna mención a esta festividad anterior al siglo X. La más antigua, el Tochmarc Emire (Ciclo de Ulster) menciona que era «la época en que el verano descansa»; el ganado había sido recogido, el cereal había sido cosechado y la temporada militar también había sido clausurada. Por lo tanto, era un momento ideal para llevar a cabo reuniones de clanes, que consistían en varios días de entretenimiento; banquetes, comidas y juegos, durante los cuales se contaban muchas historias. No existe, sin embargo, prueba alguna de que se llevasen a cabo rituales religiosos de ninguna clase.
La mención más antigua de esto fue la que llevó a cabo (en el siglo XVII) el anticuario Jeffrey Keating, cuya obra se considera de escasa fiabilidad, quien indicase que los druidas de Irlanda solían reunirse en la colina de Tlachtga la noche de Samhain y encender un fuego sagrado. Se desconoce su fuente, y la historia implica un extremadamente improbable grado de centralización religiosa y política en la Irlanda pagana. Además de Keating, en el siglo XIX dos estudiosos llevaron a cabo contribuciones duraderas a la concepción popular de Samhain: Sir John Rhys y Sir James Frazer. Rhys sugirió por primera vez, basándose únicamente en el folclore decimonónico irlandés, que Samhain había sido el «Año Nuevo Celta». Frazer, por su parte, argumentó que Samhain había sido la fiesta celta pagana de los muertos. De nuevo, sin apoyarse en ninguna fuente, se limitó a argumentar que, dado que la Iglesia cristiana medieval había dedicado los días 1 y 2 de noviembre a celebrar a los santos y a los difuntos, se podría suponer que se trataba de la cristianización de una fiesta preexistente.
En resumen, no parece haber duda de que a comienzos de noviembre se celebraba un importante festival en Irlanda y otras áreas de las Islas Británicas en época precristiana. Pudo haber sido algo generalizado en ámbito céltico, pero no hay evidencia de que estuviera relacionado con la muerte o de que abriese el año. Probablemente sí sería una época en la que las fuerzas sobrenaturales debían ser especialmente vigiladas o propiciadas. En parte, por las propias historias (protagonizadas por hadas, goblins, troles y otros seres sobrenaturales) del folclore oral que se contaban durante las reuniones, y en parte también por la propia crudeza climatológica de la época. Si Samhain no tenía nada que ver con los muertos, ¿de dónde procede entonces esta tradición?
«All hallow eve»
Aunque la fiesta de Todos los Santos había sido instituida formalmente en la mayor parte del noroeste de Europa por el Emperador Ludovico Pío en el 835, a instancias del Papa Gregorio IV, ya había existido, en su fecha posterior del 1 de noviembre, en la Inglaterra de tiempos de Beda el Venerable. De aquí parte la creencia de que el Papa y el Emperador simplemente habrían imbuido de un significado cristiano una práctica preexistente en ámbito pagano. La historia es, de hecho, más complicada.
A mediados del siglo IV, se celebraba en el mundo cristiano mediterráneo una fiesta en honor de todos aquéllos que habían sido martirizados. En principio, se ubicó el 13 de mayo. Pero durante el siglo V surgieron prácticas divergentes: las iglesias sirias comenzaron a celebrarlo durante la Semana Santa y los cristianos griegos preferían hacerlo el domingo después Pentecostés. La Iglesia de Roma, sin embargo, prefirió atenerse a la fecha de mayo, y el Papa Bonifacio IV lo respaldó formalmente en el año 609.
Para el 800; sin embargo, las Iglesias anglosajona y franca, que estaban en estrecho contacto, lo estaban celebrando el 1 de noviembre. Alcuino de York, en la corte de Carlomagno, lo observaba en esa fecha, al igual que su amigo Arno, obispo de Salzburgo. El Papa Gregorio, por lo tanto, estaba respaldando y adoptando una práctica que había comenzado en el norte de Europa. Sin embargo, no había comenzado en Irlanda, donde la fiesta de Todos los Santos se estaba celebrando el 20 de abril.
Esto deja sin sentido la idea de Frazer de que la fecha fue elegida para cristianizar el festival celta pagano. Más bien, tanto la Europa «céltica» como Roma se unieron a una moda germana. Los orígenes de esa idea se desconocen, aunque algunos estudiosos apuntan a la posibilidad de que los eclesiásticos del norte sintieran la necesidad de una fiesta otoñal, en un momento en que alguna forma de alegría era muy necesaria.
Se celebra, primero, a los que ya están en el Cielo y, después, se pide por todos los fallecidos en general
¿Y los muertos? Llegaron más tarde. En 998 Odilón, abad de Cluny, ordenó una misa solemne en febrero por las almas de todos los muertos en su monasterio y en sus casas hijas. Cuando se siguió su ejemplo, en otros lugares, durante los dos siglos siguientes, gradualmente se convirtió en norma celebrar la fiesta de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre, que no sólo convenía a la naturaleza sombría de la temporada, sino que podría vincularse convenientemente a la fiesta precedente: se celebra, primero, a los que ya están en el Cielo y, después, se pide por todos los fallecidos en general, para que los primeros hagan de intercesores por los segundos.
A finales de la Edad Media, la fiesta cristiana de los muertos, que para entonces ya se conocía en ámbito anglosajón como Hallowtide, se había convertido en algo visualmente muy espectacular. El libro del ceremonial de la corte de Enrique VII precisaba que el día de Todos los Santos el monarca vestiría de púrpura y sus asistentes de negro, los colores del luto. Muchas iglesias compraban provisiones adicionales de velas y antorchas, para ser llevadas en procesión e iluminar el edificio. En Londres se llevaban a cabo espectáculos con lámparas, guirnaldas y arpas. Las campanas repicaban para consolar a las almas del purgatorio, y se compartía comida y bebidas espirituosas. La temporada de oscuridad y frío se había convertido en una oportunidad para afrontar los mayores miedos; el de la muerte, y, específicamente para los cristianos, el de la condenación.
El concepto de purgatorio, la creencia de que los vivos podrían ayudar a los muertos orando por ellos, y la noción de que los santos podrían funcionar como intercesores entre los vivos y Dios, eran todas doctrinas condenadas por los protestantes, por lo que este complejo de rituales se vio amenazado tan pronto como estos tomaron el control.
Una vez la gente vio frustrados sus intentos de brindar consuelo a los muertos dentro de las iglesias, desarrollaron diferentes estrategias para ofrecer oraciones en un marco ritual fuera de ellas. Las familias católicas inglesas todavía se reunieron la medianoche anterior al día de Todos los Santos a principios del siglo XIX. Se llevaban a cabo hogueras en ámbito rural, y se mantenían las reuniones y las oraciones, pero fuera de las iglesias y de las ciudades.
Tanto la Europa «céltica» como Roma se unieron a una moda germana
¿Y cuál fue el resultado conjunto de una antiquísima fiesta pagana, de la que apenas sabemos nada más que el hecho de las reuniones en sí mismas, y una fiesta cristiana dedicada a los muertos? El primer y más obvio aspecto es la celebración de la víspera de Todos los Santos como fiesta en sí: Halloween.
En la Irlanda del siglo XIX, donde la mayoría de la población había permanecido católica, las dos tradiciones estaban perfectamente fusionadas. La inmigración irlandesa a Estados Unidos a partir de esta época trajo consigo una observancia intensiva de la fiesta. En la primera mitad del siglo XX, Halloween se desarrolló progresivamente hasta convertirse en toda una festividad nacional para los estadounidenses. Se incorporaron préstamos de la inmigración francesa, como la tradición de disfrazarse para representar fantasmas, duendes y brujas, las calabazas reemplazarían a los nabos irlandeses como carcasas para faroles.
El ataque a la celebración
El mismo proceso ocurrió en Gran Bretaña, en parte como resultado de una afluencia masiva paralela de irlandeses en época victoriana, pero principalmente también debido a la creciente influencia cultural estadounidense de ese período en adelante. Esta influencia, fruto del sistema global en que vivimos (como tantas otras cosas a las que no tenemos por qué renunciar, como el cine, el rock o los vaqueros), se ha extendido a todo el mundo, España incluida, en tiempos recientes, y ha sido muy criticada por algunos. Este ataque a la celebración de Halloween, curiosamente, procede de Estados Unidos, (como la propia celebración en su versión contemporánea) y específicamente de ámbito protestante, curioso también al ser en el propio protestantismo donde se fraguó la persecución inicial a las festividades católicas que son el origen de Halloween.
Describir la fiesta como fundamentalmente anticristiana responde a la misma lógica de hostilidad protestante radical hacia los días de Todos los Santos y los Fieles Difuntos
Se le han atribuido todo tipo de características maliciosas o supuestamente anticristianas. Pero esto no tiene base o fundamento histórico alguno. Desde el punto de vista histórico, la fiesta cristiana de los difuntos está profundamente arraigada en la historia de Halloween, y es absolutamente imposible comprender el desarrollo de una sin la otra. Describir la fiesta como fundamentalmente anticristiana es una absoluta falacia, y responde a la misma lógica de hostilidad protestante radical hacia los días de Todos los Santos y los Fieles Difuntos.
En resumidas cuentas, conocer la historia de Halloween es conocer la historia de Occidente; de América, pero también de Europa, y sobre todo de la religión cristiana. Como ha señalado el historiador y folclorista británico Francis Young, prácticamente todas las creencias que atribuimos a un supuesto pasado pagano céltico son, en realidad, fruto de tradiciones medievales, de una Europa plenamente cristiana (puesto que sólo en ámbito báltico perduró el paganismo). Quizá lo que ocurra sea que ese cristianismo medieval era mucho más rico y diverso de lo que tendemos a imaginar, después de haber sido pasado por el tamiz de la Modernidad y la Ilustración.