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Calle Crisologo, Vigan, Filipinas

Calle Crisologo, Vigan, FilipinasFlickr

Tras la huella hispana (V)

Las islas Filipinas, el imborrable legado español en el océano Pacífico

Además de Filipinas, llegaría a tener presencia sobre múltiples archipiélagos, como Palaos, las Marianas o las Carolinas y descubrió muchos otros, como las Marquesas, las Cook o las Salomón

El Pacífico, el mar del sur descubierto por Balboa, para occidente, en el Darién en septiembre de 1513 y renombrado por Magallanes, se mantuvo bajo dominio hispano a lo largo de casi tres siglos, al estilo del Mare Nostrum romano, ya que España ejerció su soberanía sobre Filipinas y varios archipiélagos polinesios, por un lado, y sobre la mayor parte de la costa occidental del continente americano, por otro.

España fue el primer país en cruzarlo, en la mítica expedición de Magallanes y Elcano, que concluyó con la primera vuelta al mundo, marcando uno de los grandes hitos de la historia de la humanidad. También fue española la segunda vuelta al mundo, conocida como la expedición Loaísa y Elcano, (quienes fallecerán en la misma), que sufrirá todo tipo de avatares, incluyendo una guerra con los portugueses en las propias Molucas y de la que solo regresarán ocho personas, incluyendo a Urdaneta, a quien se le debe, posteriormente, el inicio de la evangelización de Filipinas y el descubrimiento del «tornaviaje» o ruta de regreso al virreinato de La Nueva España.

El primer acorazado en dar la vuelta al mundo también fue español. La fragata blindada Numancia de Méndez Núñez, tras la campaña del Pacífico en 1866, lo que le llevó a Pérez Galdós a decir, criticando los bombardeos a Valparaíso y el Callao, que: «cuando a uno se le pierde el alma tiene que dar la vuelta al mundo para encontrarla».

Fue el primer país occidental en descubrir y darle nombre a Australia. El gallego Luis Váez de Torres, de hecho, le daría su nombre al estrecho entre Australia y Nueva Guinea. Además de Filipinas, llegaría a tener presencia sobre múltiples archipiélagos, como Palaos, las Marianas o las Carolinas y descubrió muchos otros, como las Marquesas, las Cook o las Salomón en base a expediciones como las de Álvaro de Mendaña y su esposa, la pontevedresa Isabel Barreto, considerada la primera mujer almirante de la historia.

Tampoco me quiero olvidar de la del malagueño Ruy López de Villalobos, que además de descubrir, las Palaos y numerosas islas menores, fue el primer occidental en llegar a territorio japonés, al divisar las Islas de Iwo Jima o las de Álvaro de Saavedra, que descubrió las Marshall, las Hawái o Papua Nueva Guinea, entre otras. En muchos casos, ingleses, holandeses y estadounidenses cambiarían los topónimos españoles, fundamentalmente con el declive español en el siglo XIX, para intentar ocultar la historia de estos territorios o falsearla, atribuyéndose descaradamente unos descubrimientos realizados por españoles. En muchas de estas islas existe un legado español. En las Marianas de Norte y Guam se habla el «chamorro» cuyo léxico proviene en gran parte del idioma castellano y destacan algunos fuertes, (Nuestra Señora, Santo Ángel, Santa Águeda) e iglesias como la de San Dionisio.

El Pacífico fue, también, esencial para la primera globalización, con instrumentos como el galeón de Manila, flota comercial que, a lo largo de dos siglos y medio y dos veces al año, unía Filipinas con Nueva España o el real de a ocho, introducida en Asia en base a dicho comercio y considerada la primera moneda global.

Un galeón español en la costa de Manila, en Filipinas

Un galeón español en la costa de Manila, en Filipinas

También merecen ser recordadas las expediciones por el actual Pacífico canadiense o los estados de Alaska y Washington, (Juan Pérez, Bruno de Heceta, Alcalá Galiano, Juan de Fuca, Quadra y muchos otros), que darían lugar a muchos topónimos que perviven en la actualidad, como Qadra Island, Galiano Island, Port Alberni, Strait of Juan de Fuca…

Merece mencionarse, igualmente, la expedición político-científica de Alejandro Malaspina y José de Bustamante, con las corbetas Descubierta y Atrevida, que zarparon de Cádiz en 1789 llevando a bordo algunos de los mejores astrónomos, hidrógrafos, naturalistas, botánicos, dibujantes y cronistas patrios. Entre las dos cubrieron prácticamente la totalidad del Pacífico y recopilaron una ingente cantidad de información en todos los órdenes. Por desgracia y dadas las desavenencias políticas posteriores con Godoy, que llegó a encarcelar al propio Malaspina, los logros de la expedición nunca llegaron a ser valorados en su justo término.

Por último y antes de centrarnos en Filipinas, recordar la enorme influencia de la religión católica en Asia, las misiones, fundamentalmente jesuitas y los viajes de San Francisco Javier en el siglo XVI, por India, Malasia, Japón o China. Precisamente, ya en el siglo XIX, el asesinato de algunos sacerdotes católicos, entre ellos dos obispos españoles, provocó la expedición hispano-francesa en la Cochinchina, actual Vietnam, que supuso una indemnización económica a España, pero ninguna ganancia territorial y, sin embargo, marcó el inicio del colonialismo francés en determinadas zonas del sudeste asiático.

Filipinas

Sería el propio Magallanes quien tomaría posesión de las islas para España. Fernando, mejor militar que navegante, se involucraría, sin embargo, en los conflictos locales, perdiendo la vida en la refriega de Mactán. Unos años más tarde Ruy López de Villalobos bautizaría estas islas en honor de Felipe II, aunque la conquista efectiva de las mismas tendrá lugar con la expedición de Legazpi de 1564, cuando se fundan los primeros asentamientos españoles, como la villa de San Miguel, (hoy ciudad de Cebú) y «La siempre leal y distinguida ciudad de España en Oriente de Manila».

Las islas pasarán a organizarse como una capitanía general dependiente del virreinato de La Nueva España hasta la independencia de México. Como curiosidad histórica se puede señalar que, en 1597, Felipe II aprobó la celebración de un referéndum, que ganó abrumadoramente, para preguntar a los nativos si querían seguir perteneciendo a la corona hispánica.

Por supuesto la consulta se realizó, ya en 1599, a través de los sultanes o jefes locales, pero resulta llamativo el interés de los gobernantes españoles, del siglo XVI, no solo en proteger e integrar administrativamente a todos sus súbditos, sino de concederles la palabra sobre sus propios derechos y decisiones, lo que contrasta llamativamente con otras conquistas, como la de los británicos en Australia, en donde ni siquiera consideraban seres humanos a los aborígenes.

Felipe II aprobó la celebración de un referéndum, que ganó abrumadoramente, para preguntar a los nativos si querían seguir perteneciendo a la corona hispánica

Otra curiosidad histórica, ésta, en cambio, muy conocida a través del cine y la literatura, es la de los héroes de Baler. El grupo de soldados españoles que, continuó combatiendo durante 337 días después de que España firmase el alto el fuego y cediese la soberanía de Filipinas a los Estados Unidos. (Todavía permanece en pie y es hoy en día un lugar muy visitado turísticamente, la iglesia de San Luis Obispo de Tolosa, en Baler).

Plaza Moraga (Manila) en 1901

Plaza Moraga (Manila) en 1901Wikimedia Commons

Como principales legados, sin duda, la religión católica y todo lo que ello conlleva, incluyendo numerosas fiestas y celebraciones religiosas. La educación, también en gran medida debida a los misioneros. El colegio de Santa Isabel y la universidad de Santo Tomás son los más antiguos de Asia. El español es hoy, en cambio, muy minoritario, pero en cierta medida incorporado al tagalo (20% del vocabulario) y pervive, también, en nombres y apellidos y en la literatura de escritores como el propio José Rizal, Pedro Paterno o Marcelo del Pilar, entre otros. Hay, también, influencias gastronómicas, como algunos asados de carne, el cocido, el estofado o la «paelya».

Manila, de hecho, era una ciudad bellísima, destrozada por los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, no solo para doblegar a los japoneses sino, también, para borrar toda huella hispana (ya lo habían hecho antes con el idioma), y promover una nueva urbanización, a pesar de lo cual ha pervivido en el país un inmenso legado artístico.

Interior de la iglesia de San Agustín en Manila

Interior de la iglesia de San Agustín en ManilaDiego Delso / Wikimedia Commons

Así, se pueden citar, entre otras joyas arquitectónicas, la catedral o San Agustín en Manila, la Basílica del Santo Niño en Cebú, San Pedro y San Pablo en Calasiao, San Pedro Apóstol en Loboc o Santo Tomás de Villanueva en Magao, por citar unos pocos templos católicos y fuertes como el de Santiago o las casas coloniales que perviven en los centros históricos de algunas ciudades.

Todo este legado, pese al intento de otras potencias de borrarlo del mapa, permanece como testigo de aquel tiempo que el mayor océano del planeta era conocido como «el lago español».

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