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El misterioso clavel en la camiseta de la Selección española

El misterioso clavel en la camiseta de la Selección españolaAdidas

El misterioso clavel en la camiseta de la Selección Española: un motivo histórico

El pequeño detalle en la camiseta de la Selección española que extrañó a algunos, un pequeño clavel de color amarillo en la zona de la nuca. Su razón: la historia de amor entre Carlos I e Isabel de Portugal

Desde ayer a las once de la noche España está de enhorabuena. La selección nacional de Luis de la Fuente se alzaba con la victoria tras un reñido partido contra el equipo inglés, para agenciarse la cuarta de sus Eurocopas. En un épico 2 a 1, que mantuvo a dos países en vilo, siguiendo con ansiedad el desarrollo de la batalla deportiva, la copa decidía finalmente que su hogar estaba en España.

En cuanto sonó el pitido definitivo que marcaba el fin, los más eufóricos se lanzaron a la calle a celebrarlo. Bocinas, música y cánticos reflejaban el orgullo que unía a ciudadanos españoles a lo largo y ancho de todo el territorio, y que continúa con la fiesta de rigor hoy en Madrid. Pero, mientras tanto, los más observadores seguían pendientes de su selección. Y algunos de ellos empezaron a preguntarse por un pequeño detalle que los jugadores llevaban bordado en la camiseta oficial, en la zona de la nuca: una delicada flor de color amarillo. Más concretamente, un clavel.

Aunque muchos lo desconocen y otros lo han olvidado, los claveles son la flor oficial de España. Por algo será que, entre los colegios mayores y durante toda la etapa universitaria, lo que más se cansan de cantar los estudiantes es el éxito inmemorial de Clavelitos.

No obstante, ¿de dónde viene esta popularidad de los claveles? Pues nada más y nada menos que de Carlos I de España, quien a su vez era Carlos V de Alemania, y de su matrimonio a principios del siglo XVI con su prima, Isabel de Portugal.

Como era tradicional en la época, este enlace se centraba en fortalecer la alianza entre los dos países, favoreciendo además la continuidad e interrelación dentro de la dinastía de los Habsburgo. Ambos cónyuges, cuyos padres eran primos en tercer grado, contrajeron matrimonio en el Real Alcázar de Sevilla, dando lugar a una unión que la historia ha elegido recordar como feliz y próspera.

Isabel pasó a ser popularmente conocida como «la Emperatriz del Clavel»

Los recién casados eligieron pasar su luna de miel en el sur de nuestro país, disfrutando de una larga estancia en la Alhambra de Granada. Cuenta la tradición que Carlos, en su afán por hacerle un regalo especial a su esposa, hizo traer de Persia unas hermosas flores, desconocidas hasta ese momento en España pero no en Oriente: los claveles. Isabel quedó prendada hasta tal punto de sus colores que el rey ordenó llenar los jardines de la Alhambra con miles de claveles, que permanecieron ahí durante todo su reinado y convirtieron esta especie en una de las más populares en el Mediterráneo. Desde este momento, y debido a su preferencia por ellos, Isabel pasó a ser popularmente conocida como «la Emperatriz del Clavel».

La emperatriz Isabel con su esposo Carlos V, de Peter Paul Rubens

La emperatriz Isabel con su esposo Carlos V, de Peter Paul Rubens

La historia nos dice que, llegado el momento de su muerte, el emperador hizo enterrar a su mujer rodeada de sus flores favoritas, además de solicitar que fueran plantadas en su tumba. Asimismo, como prueba de su amor y para que Isabel fuera recordada siempre, instituyó el clavel como la flor nacional de España.

Hoy en día, además de ser muy comunes, los claveles se suelen asociar con el flamenco y con el vestido de chulapa, característico de la ciudad madrileña, así como por ser la ofrenda tradicional a la Virgen de los Desamparados. En las antiguas Romerías de san Isidro, estas flores tenían su propio lenguaje e indicaban a los caballeros en busca de esposa si la mujer de su gusto estaba casada, soltera o comprometida. Las primeras llevaban en sus trajes dos claveles rojos; las segundas, dos blancos; y las terceras, uno de cada color. Únicamente las mujeres viudas, para indicar su situación, podían llevar tres: dos rojos y uno blanco.

De esta forma, la historia elige colarse incluso en el deporte, alcanzando las altas esferas del triunfo gracias a nuestra selección. Es por ello que sólo nos queda decir: ¡felicidades, España!

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