Los secretos de la cultura minoica que se desenterraron con la tumba del Guerrero del Grifo

El llamado palacio de Néstor del rey de Pilos que acompañó a Menelao, Aquiles y Ulises en su guerra contra Troya fue descubierto por el arqueólogo Carl Blegen en Mesenia, en un lugar conocido como Epano Englianos. Blegen descubrió una enorme extensión de estructuras y tumbas asociadas, en 1952, que aumentarían a medida que se prolongaban las excavaciones hasta el año 1966.

En el año 2015 la Universidad de Cincinati (EE.UU.) financió la renovación de las excavaciones iniciadas por Bleger y puso al frente del equipo de excavación al matrimonio formado por los doctores Jack L. Davis y Sharon Stocker. Ambos expertos arqueólogos que conocían bien la zona de trabajo y con amplia experiencia de trabajo de campo. Los norteamericanos deseaban excavar colina abajo, desde el palacio, pero debido a unos problemas burocráticos, que se complicarían más debido a una inoportuna huelga, sólo se les autorizó a cavar en un pequeño olivar vecino donde había «tres piedras que daban la impresión de formar una esquina». La fortuna, que es así de caprichosa, les acababa de conceder el premio gordo.

El 28 de mayo de 2015, al poco de empezar a cavar, se descubrió una tumba. En el interior de esta encontraron el esqueleto de un hombre rodeado de ofrendas votivas. Miles de ellas que se apilaban encima suyo o a su alrededor, y cuya verdadera importancia se iría descubriendo más tarde. Los análisis de los restos mostraron a un individuo varón en torno a los treinta y tantos años de edad y con una estatura de un metro con sesenta centímetros. La tumba era muy rica en objetos pero no contenía pieza alguna de cerámica. En base a restos de cerámica que se encontró cerca de la tumba y que pudo asociarse con esta se dató el enterramiento entre el 1.500 y el 1.450 a.C.

Todas las piezas que contenía la tumba nos hablaba de un líder de alto rango dentro de su comunidad. Un líder que había mantenido relaciones comerciales o había saqueado los puertos y ciudades de la Creta minoica. Junto al cuerpo, acompañando a cinco sortijas de sello de oro de factura minoica, se encontró lo que en un principio se tomó como una cuenta o abalorio de vidrio. Completamente cubierto por carbonato de calcio el abalorio no pasó a ser tratado hasta el año 2017 y a partir de ahí empezaron a saltar las clavijas a muchos cerebros eruditos.

Lo que tomaron por abalorio era en realidad una piedra de ágata de 3,6 centímetros de largo. Un sello de ágata. Estudiada con más detenimiento se descubrió que en su cara frontal se había tallado una escena que representaba a un guerrero que había derrotado a un enemigo (y que yacía muerto a sus pies) mientras hundía su espada en el cuello de otro. La talla de la escena estaba realizada con una precisión y un virtuosismo tal –teniendo en cuenta la dificultad proveniente del pequeño tamaño de la ágata– que inmediatamente se la calificó como «un descubrimiento excepcional».

Y es que una obra de arte de estas característica necesitaría de unas lentes de aumento (lupas) de excepcional calidad. Se han encontrado cristales de aumento hechos con cristal de roca pulida y que estaban asociados a restos de la cultura minoica pero, jamás, una miniatura que mostrara semejante nivel de conocimiento anatómico y desarrollo artístico. Muy por delante de los conceptos que se tenían entonces (y se que tienen aún).

La tumba del Guerrero del Grifo, así llamada por una tabla de marfil que representa a un grifo en un paisaje rocoso, donde se encontró el sello de ágata denominado «del combate de Pilos», ha demostrado ser una caja de bombones como la de Forrest Gump y está cambiando muchas ideas que teníamos a cerca de la cultura minoica. Veremos qué nuevas sorpresas nos reserva.