El gran proyecto sanitario de Gómez Ulla que evitó el desastre en el desembarco de Alhucemas
El desembarco fue una maniobra clave, no solo desde un punto de vista estratégico y bélico, sino también en la planificación sanitaria para atender a los heridos en un escenario de alta vulnerabilidad
El 8 de septiembre de 1925, la operación de desembarco en Alhucemas marcó un antes y un después en la historia militar española. Este ambicioso plan combinó la acción de fuerzas terrestres, navales y aéreas, con la colaboración del ejército español, la marina francesa y unidades de aviación. Se trató de una maniobra clave, no solo desde un punto de vista estratégico y bélico, sino también en la planificación sanitaria para atender a los heridos en un escenario de alta vulnerabilidad.
El proyecto sanitario, diseñado por el médico y cirujano militar Mariano Gómez Ulla, fue uno de los pilares que aseguraron el éxito de la operación. Con una vasta experiencia adquirida en las campañas africanas previas y en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, Gómez Ulla gozaba de un prestigio que lo acreditaba como la persona idónea para afrontar semejante desafío. Comprendió que la clave de la eficacia radicaba en la perfecta coordinación de los servicios de primera línea, los hospitales móviles de campaña y las unidades de evacuación.
Desde sus inicios, el proyecto fue meticulosamente planeado, abordando desde la dotación de materiales sanitarios hasta instrucciones precisas para los médicos y el personal auxiliar. Gómez Ulla organizó un sistema en el que cada etapa del proceso de atención estuviera cubierta.
Los servicios de primera línea consistieron en puestos de curación situados en las barcazas de desembarco y puntos estratégicos cercanos a la costa. Estas posiciones, dotadas de personal médico, camilleros y material de primeros auxilios, permitieron la atención inicial de los heridos. La evacuación fue otro pilar esencial del plan. Gómez Ulla estableció una clasificación según la gravedad de las heridas: aquellos con lesiones abdominales o craneales, considerados los más críticos, debían ser trasladados de inmediato a los barcos hospital ubicados cerca de la costa.
Una vez asegurada la cabeza de playa, entraron en funcionamiento los hospitales móviles de campaña, diseñados para realizar intervenciones quirúrgicas urgentes siguiendo los modelos innovadores desarrollados durante la Gran Guerra. Gómez Ulla también contempló el papel crucial de los centros de retaguardia y evacuación: los heridos menos graves eran trasladados a hospitales fijos situados en Melilla, Málaga, Cádiz y Madrid, con una capacidad total de hasta 4.000 camas. Para agilizar los traslados a la península, se emplearon trenes hospital y líneas marítimas específicas.
El plan de Gómez Ulla no solo fue logísticamente efectivo, sino también innovador en el campo sanitario. Introdujo dos avances fundamentales: la tarjeta de diagnóstico y el sobre sanitario. La tarjeta de diagnóstico permitía clasificar rápidamente a los heridos según la gravedad de sus lesiones mediante un esquema simple con bandas rojas que indicaban el nivel de urgencia.
Por su parte, el sobre sanitario funcionaba como un historial clínico portátil, reuniendo toda la información esencial del herido: tratamientos aplicados, observaciones del médico e intervenciones quirúrgicas realizadas. Esta información acompañaba al herido en todas las etapas de evacuación, evitando exploraciones innecesarias y mejorando significativamente la eficiencia del proceso.
El proyecto sanitario también contó con un factor humano esencial: la participación de las Damas Enfermeras de la Cruz Roja, dirigidas por la duquesa de la Victoria. Estas mujeres desempeñaron un papel fundamental en los barcos hospital, en los hospitales móviles de campaña y en el Hospital de la Cruz Roja de Melilla. Su labor incluyó la asistencia en quirófanos, la limpieza y preparación de heridas, el apoyo a los cirujanos y la organización del material médico.
La profesionalización de la enfermería, impulsada desde 1918 por la Cruz Roja, permitió que las enfermeras profesionales complementaran el trabajo de las damas voluntarias. Este cuerpo de enfermería demostró ser un componente indispensable para el éxito de la operación.
A pesar de las dificultades del terreno, la resistencia enemiga y las inclemencias meteorológicas, el plan sanitario de Gómez Ulla demostró ser extraordinariamente efectivo. La coordinación entre los distintos niveles de atención, desde la primera línea hasta los centros de retaguardia, permitió salvar un gran número de vidas. Los barcos hospital, como el Barceló, el Villarreal y el Andalucía, realizaron intervenciones quirúrgicas urgentes, mientras que los hospitales en retaguardia absorbieron el flujo continuo de heridos.
Las líneas de evacuación principales, establecidas entre Alhucemas-Melilla y Alhucemas-Málaga, funcionaron sin mayores contratiempos. La implementación de prácticas modernas, como la resección de tejidos necrosados y el uso de suero antitetánico, fue clave para prevenir infecciones como la gangrena gaseosa, que históricamente había sido una de las principales causas de mortalidad en los campos de batalla.
La planificación y ejecución del proyecto sanitario no pasó desapercibida. Observadores internacionales, especialmente británicos y estadounidenses, quedaron sorprendidos por la modernidad y eficacia del sistema, reconociendo a la operación de Alhucemas como un modelo a seguir en la organización sanitaria militar.
El Proyecto Gómez Ulla representó un hito en la modernización de la sanidad militar española. La combinación de planificación meticulosa, innovación tecnológica y profesionalización del personal sanitario permitió ofrecer una atención rápida y eficaz en uno de los escenarios más complejos de la guerra moderna.
La figura de Mariano Gómez Ulla emergió como un referente indiscutible en la medicina de guerra, no solo por su capacidad técnica, sino también por su visión estratégica y organizativa. Del mismo modo, el papel desempeñado por las Damas Enfermeras y las enfermeras profesionales fue clave, consolidando la importancia de la enfermería en contextos bélicos.
En definitiva, el desembarco en Alhucemas no solo marcó una victoria militar para España, sino también un avance significativo en la organización y eficacia de los servicios sanitarios en tiempos de conflicto, estableciendo un precedente en la historia de la medicina militar.