Rutas por Cataluña
Los mártires carlistas de Montealegre, un episodio que escandalizó a toda Europa
Un recorrido geográfico e histórico por el fusilamiento de una decena de jóvenes carlistas en la comarca del Maresme
Esta ruta es corta, pero entraña una trágica historia. Transcurre a lo largo de la carretera que va del pueblo de Sant Fost de Campsentelles hasta la Conreria, que pertenece al municipio de Tiana. Allí se encuentra la Cartuja de Montealegre, que entre 1247 y 1362 fue un monasterio de monjas agustinas, y de 1415 hasta 1835 hizo funciones de cartuja vinculado al Monasterio de Montealegre, levantado muy cerca de ahí.
De 1844 a 1932 funcionó como hotel y restaurante para pasar el verano; de 1932 a 1939, un sanatorio de tuberculosos, y luego, de 1940 a 1998, se convirtió en Seminario Menor. Desde esta última fecha alberga la Fundación Pere Tarrés.
La historia que contaremos tuvo lugar en agosto de 1869 y tuvo como protagonistas a un grupo de jóvenes carlistas que decidieron levantarse en armas contra el poder establecido en España, después de la abdicación de Isabel II. A continuación narraremos los fusilamientos de Montealegre.
Los mártires de Montealegre
Empezamos con el fragmento de un artículo escrito por Antonio Aparisi Guijarro, publicado en La Regeneración el 2 de diciembre de 1869. En él, uno de los fusilados en Montealegre, se presenta al general Prim y le pregunta por qué fueron asesinados un 5 de agosto del año 1869:
En España se había instaurado la I República. Eran momentos de gran agitación social y política, comunes a cualquier cambio de gobierno. El carlismo tenía su monarca, Carlos VII, y se preparaba para una nueva guerra. El bullicio social provocó que algunas partidas decidieran alzarse en armas para sorprender a un estado débil.
Aquellos levantamientos fueron germinando y prosperaron al instaurar el general Prim la monarquía de Amadeo de Saboya. En aquellos días de agosto de 1869 varias partidas carlistas estaban organizándose en el Vallès, desde Mollet a Sant Cugat. Un grupo de carlistas se preparaba en Montealegre, cerca de Sant Fost de Campsentelles.
El relato de los hechos nos ha llegado gracias a Isidro Duñó, «el Rana», uno de aquellos carlistas que se dieron cita en Montealegre y que, milagrosamente, pudo salvar la vida. El teniente coronel Casalís tenía orden del Capitán General de Cataluña, general Eugenio Gaminde Lafont, de avanzar desde la zona de mar con sus tropas dirección al Vallés, para cercar y reprimir todas las partidas carlistas allí organizadas.
Un grupo de carlistas decidió reunirse en la Font de les Monges, muy cerca de la antigua cartuja de Montealegre. Allí fueron sorprendidos por el grupo encabezado por Casalís. Llenos de odio contra todo lo que fuera carlista, detuvieron a esos jóvenes, los ataron y, sin juicio, fueron fusilados.
Las mentiras de los asesinos
Para poder protegerse de sus impunes actos, Casalís dijo que los jóvenes llevaban boinas y armas. Nada más falso. Ese presunto armamento había sido requisado la noche anterior a una partida carlista que, al ser descubierta, dejó abandonadas esas pertenencias. El encuentro carlista de Montealegre tenía como misión reunirse con el general Larramendi que se encontraba muy cerca de aquellos parajes. Un confidente advirtió que diez jóvenes se reunirían allí para levantarse en armas contra el poder establecido. Informado Casalís, y sin ningún perjuicio, acabó con el levantamiento a golpe de fusil.
Al lugar de los hechos fueron vecinos de Sant Fost de Campsentelles. Casalís ordenó al alcalde dar sepultura a los nueve facciosos que acababan de ser fusilados. Los cuerpos fueron enterrados en una fosa común del cementerio de esa localidad. En el punto donde se cometió el asesinato, se levantó una cruz en recuerdo de las víctimas. Aquella cruz ha sido lugar de peregrinaje para muchos carlistas catalanes.
Los fusilados eran José Soler, 49 años, de Barcelona; Andrés Roca, 52 años, de Sant Cugat; Ramón Queralt, 18 años, de Barcelona; Joaquín Sauri, 37 años, de Barcelona; José María Freixas, 18 años, de Riudecols; Vicente Torras, 37 años, de Sant Celoni; Juan Vila, 39 años, de Tiana; José Anglada y Hipólito Castells, 18 años, natural Marsella.
El incidente tuvo repercusión dentro y fuera de nuestras fronteras. No por la muerte de los carlistas, sino por la de Hipólito Castells. Este joven guardabosques, con cierto retraso mental, se encargaba de la vigilancia de esos parajes. Casalís, al ver que faltaba un carlista, Isidro Duñó, no dudó en colocar a Castells en el grupo de carlistas y fusilarlo.
La mujer de Carlos VII, Margarita de Borbón-Parma, al tener noticia de aquellos fusilamientos, celebró misas en sufragio por sus almas, e hizo publicar en la prensa el dolor, que a ella y su marido, les había producido un hecho que escandalizó a toda Europa.
Años después, aquellos jóvenes, enterrados en una fosa común, fueron trasladados, por orden del Ayuntamiento de Sant Fost de Campsentelles, al nicho 60, a perpetuidad. En la lápida se puede leer «A los mártires de la Patria», la fecha del fusilamiento y sus nombres. Hemos de suponer que todavía siguen allí enterrados.
Como hemos dicho se levantó una cruz, que con los años se degradó. En 2003, gracias a José Vives Suriá, se restauró. La obra corrió a cargo de Luis Gueilburt, que era el director del Centro de Estudios Gaudinianos. El paraje se encuentra al final de una calle en lo que se conoce como Masía Mas Lombart, que hay entre Sant Fost de Campsentelles y la Conrería.