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10 de septiembre de 2024

Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936

Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936GTRES

Jesse Owens, el atleta norteamericano que encolerizó a Hitler en los JJOO de Berlín 1936

Se ha querido ver en los triunfos de Owen el enfrentamiento de un atleta de raza negra contra el nazismo

Durante los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, el protagonista no fue Adolf Hitler, sino James Cleveland «Jesse» Owens, un joven atleta estadounidense, de raza negra, de 23 años, que ha pasado a la historia al conquistar cuatro medallas de oro en las pruebas de 100 metros, 200 metros, salto de longitud y relevos 4x100 metros. Este joven que sorprendió a la Europa que estaba a pocos años de entrar en la Segunda Guerra Mundial, ya era muy conocido en su país. El año anterior, durante la Big Ten Conference batió cinco récords mundiales e igualó otro. El salto de longitud, con 8 metros y 13 centímetros, nadie pudo superarlo durante 25 años.

Jesse Owens fotografiado en un salto de longitud en pleno vuelo

Jesse Owens fotografiado en un salto de longitud en pleno vuelo

Se ha querido ver en los triunfos de Owen el enfrentamiento de un atleta de raza negra contra el nazismo. La atleta francesa Maryse Ewanjé-Epée comentó que «a Owens le costó toda la vida entender lo que representó y no supo jugar ese papel». Lo consideran un símbolo de la lucha contra el racismo, aunque él nunca lo consideró así. Owens se veía como un pobre chico negro hacho a sí mismo.

En la Alemania nazi le pedían autógrafos y lo consideraban un héroe. Sin embargo, al regresar a los Estados Unidos nunca tuvo el reconocimiento que se merecía. Mientras que en Alemania podía ir donde quería y dormir en los hoteles de los blancos, en su casa lo menospreciaron y lo continuaban vetando. El presidente Roosevelt no lo recibió en la Casa blanca, fundamentalmente porque lo votaban los sureños, que eran abiertamente racistas. Podía haberle enviado una carta de felicitación, que tampoco hizo. Tampoco le dejaron entrar por la puerta principal del hotel Waldorf Astoria, con los otros miembros del equipo nacional estadounidense. A partir de ese momento sobrevivió, durante años, realizando diferentes trabajos.

Jesse Owens en una carrera contra miembros del equipo de atletismo de la USC

Jesse Owens en una carrera contra miembros del equipo de atletismo de la USC

La suerte cambió en la década de los cincuenta, cuando el presidente Eisenhower lo nombró embajador de buena voluntad de los Estados Unidos para el Tercer Mundo, con un sueldo anual de 75.000 dólares. Luego abrió una empresa de relaciones públicas, dando discursos de motivación. No estuvo a favor del Black Power, siendo muy criticado por ello. Falleció el 31 de marzo de 1980 de cáncer pulmonar.

Su llegada a Alemania fue una locura. Las mujeres iban con tijeras en las manos para intentar cortar fragmentos de su traje. Owen tenía que ir protegido cuando salía de la villa olímpica, por el miedo de ser atacado por las fans. Owen se convirtió en el primer atleta negro en ser patrocinado. En concreto por Adi Dassler, fundador de Adidas.

La primera medalla la ganó el 3 de agosto de 1936, corriendo los 100 metros, en 10,3 segundos. En segundo lugar quedó su compañero Ralph Metcalfe y tercero el holandés Tinus Osendarp.

La segunda medalla se disputó el 4 de agosto. En esa ocasión salto de longitud, con un distancia de 8,06 metros. La tercera la ganó el 5 de agosto. En los 200 metros hizo un tiempo de 20,7 segundos. Por detrás Mark Robinson. El 9 de agosto la cuarta y última, en la carrera de 4 x 100 metros, estableciendo un récord mundial con 39,8 segundos. Junto a Owen corrieron Ralph Metcalfe, Frank Wykoff y Foy Daper, siendo el entrenador del equipo estadounidense Dean Cromwell.

Jesse Owens en el podio olímpico después de su victoria en el salto de longitud en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 junto a Naoto Tajima (izquierda) y Luz Long (derecha)

Jesse Owens en el podio olímpico después de su victoria en el salto de longitud en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 junto a Naoto Tajima (izquierda) y Luz Long (derecha)Bundesarchiv / Wikimedia Commons

El récord de medallas, en estas cuatro modalidades atléticas, no fue superado hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, cuando Carl Lewis igualó las medallas conseguidas por Jesse Owens cuarenta y ocho años antes.

Hitler nunca saludó a Owens. Esta es la afirmación que se ha mantenido a lo largo de los años. Aunque, según parece, no es del todo real. Oficialmente, para que no hubieran situaciones incómodas, abandonaba el estadio antes de la entrega de medallas. Sobre este tema recordaba Owens que «Hitler tenía controlado su tiempo tanto para llegar al estadio como para marcharse. Sucedió que debía marcharse antes de la ceremonia de entrega de medallas de los 100 metros. Pero antes de que se fuera me dirigí a aparecer en una transmisión televisiva y pasé cerca de donde él estaba. Él me saludó y yo correspondí. Creo que es de mal gusto criticarle si no estás enterado de lo que realmente pasó».

A pesar de la defensa de Owens a Hitler, éste no pensaba lo mismo. Albert Speer, ministro de Armamento y Guerra del III Reich aseguró que «Hitler estaba muy molesto por los triunfos del negro estadounidense. Porque cualquiera que tuviese ancestros procedentes de la jungla era un salvaje; su constitución física era mucho más fuerte que la de los blancos y por ello deberían haber sido excluidos de los juegos».

Owens decía que tenía una fotografía dándole la mano a Hitler. Esta historia la ratificó el periodista Siegfried Mischner, el cual dijo haber visto la fotografía. También lo ratificó el piloto aéreo británico Eric Brown. Sin embargo, nunca se ha encontrado esa histórica fotografía. Eso sí, a Owens le gustaba recordar que Hitler no lo había ignorado y, sin embargo, «fue nuestro presidente el que lo hizo. El presidente no me envió ni siquiera un telegrama».

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