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Retrato de Marguerite Steinheil

Retrato de Marguerite Steinheil

Picotazos de historia

La vida de Steinheil después del escándalo de la muerte del presidente de la república francesa

El 31 de mayo se produciría el segundo gran escándalo y tragedia en la vida de Marguerite: su marido y su madre habían sido asesinados y todo el mundo sospechaba de ella

Si han leído ustedes mi artículo anterior, ya se habrán hecho una imagen del personaje del que les voy a hablar hoy: Marguerite Steinheil.

Nacida como Marguerite Jeanne Japy ( 1869 – 1954) era hija de un rico industrial y rentista perteneciente a una importante familia de la burguesía. Jovencita un poco alocada y consentida, casó a los veinte años con el pintor Adolphe Steinheil, sobrino del gran pintor Ernst Meissonier. Al año siguiente tuvieron una niña, pero el matrimonio estaba roto. Mantuvieron las apariencias, pero sin intimidad entre ellos y libertad para ambos, lo que permitiría a Marguerite convertirse en una asidua y apreciada asistente de los más elegantes salones de la sociedad parisina.

Ya les expliqué a ustedes el papel desempeñado por Marguerite en el cambio de la presidencia de la nación. Principal motivo de su futuro éxito social. Este hecho disparó su fama, que no su reputación, por lo que no era extraño ver bullir a grupos de admiradores a su alrededor. Se sabe que fue amante del ministro Arístides Briand y del rey Sisowath de Camboya. En 1908 se hizo amante del industrial Maurice Borderel. Su marido Adolphe, parásito de la fama de su mujer, veía con satisfacción como sus exposiciones estaban a reventar con representantes de la buena sociedad, deseosa de conocer a la dama que se tomaba tan a pecho lo de «amar al prójimo».

Multitud ante el Palacio de Justicia de París durante el juicio de Marguerite Steinheil en noviembre de 1909.

Multitud ante el Palacio de Justicia de París durante el juicio de Marguerite Steinheil en noviembre de 1909.

El 31 de mayo se produciría el segundo gran escándalo y tragedia en la vida de Marguerite. Ese día, a las seis de la mañana, el criado de la casa se extrañó de encontrar las puertas de las habitaciones de la primera planta abiertas. Al comprobarlas encontró que el marido –señor Adolphe– y la madre de Marguerite, que estaba de visita –madame Emilie Japy– habían sido asesinados. Ambos fueron estrangulados con una cuerda en sus lechos. Encontraron a Marguerite, en su habitación, atada y amordazada. Después declaró haber sido atacada por tres personas vestidas de negro: dos hombres y una mujer pelirroja.

La policía al principio sospecha de Marguerite pues de un plumazo se ha librado de un marido molesto y va a heredar de su madre. Pronto los periódicos darán libertad a sus reporteros para que liberen la más desbocada imaginación y surgirán las más descabelladas y escandalosa teorías. Marguerite complicó todo aún más al destaparse como una personalidad mitómana, variando continuamente sus declaraciones y acusando a varias personas –incluso a ella misma– para posteriormente retractarse. El juez, harto de los juegos que se traía la señora, ordenó su entrada en prisión en espera de juicio y así se pasó casi un año. El 14 de noviembre de 1909 el jurado declaró a Marguerite inocente del los asesinatos cometidos pero se dejó muy claro que toda la declaración que hizo era «un tejido de embustes» y que ella tenía una personalidad narcisista, mentirosa y con un enorme afán de protagonismo.

Después del escándalo Marguerite no podía seguir en París y buscó acomodo en Londres. En 1912 publicó unas memorias muy fantasiosas y en 1917 se casó con el 6º barón de Abinger. Ya viuda, lady Abinger supuestamente fue víctima de un secuestro mientras estaba de viaje en el protectorado francés de Marruecos. Según afirmó fue liberada después del pago de un oneroso rescate. La verdad es que muy poca gente lo creyó. Marguerite falleció, en una residencia de ancianos en el condado de Sussex, sola y arruinada el 18 de julio de 1954.

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