El genocidio de los españoles en América, la mentira que se enseña en las universidades de otros países
Un panorama muy distinto al de las colonias inglesas y belgas, donde los pueblos indígenas pasaron a ser seres humanos de segunda o esclavos, y donde se produjeron auténticos genocidios como en el Congo
Con la llegada de los españoles murieron millones de indígenas, eso es un hecho. Y tiene su explicación histórica. Ahora bien, se ha vendido la imagen a nivel internacional de que la conquista española fue un «genocidio americano», una tesis que enseñan, por ejemplo, en la asignatura Antropologia Delle Americhe, de la Universidad de Bolonia, en Italia, o en las escuelas de México. ¿Cuál es el origen de este pensamiento? El germen histórico está en la leyenda negra, que no es más que mensajes de propaganda creados por holandeses e ingleses en el siglo XVII para desprestigiar a los españoles, y que después se extendieron por Europa y América.
Uno de los actores principales de este engaño fue Guillermo de Orange, que dejó escrito en su Apología lo siguiente: «los españoles han causado una muerte miserable a 20 millones de personas», a esto se sumó la difusión de grabados y dibujos como en el que se muestra a Don Juan de Austria, que luchó en la batalla de Lepanto, alegrándose por el sufrimiento de unos indígenas americanos – o mejor dicho, españoles americanos de pleno derecho –. La imprenta hizo el resto del trabajo, y la imagen de España como nación genocida se extendió por toda Europa.
Sin embargo, han pasado muchos siglos de aquello, y los historiadores e hispanistas han escrito desde entonces sobre el tema, y la mayoría coindicen en que es un error llamarlo genocidio. Entonces ¿Por qué hoy se sigue teniendo esa percepción? Aquí aparecen dos asuntos, el primero es la ignorancia de los españoles y sus instituciones para conocer y divulgar lo que realmente sucedió durante y después de la conquista.
Las palabras pueden cambiar la Historia
El segundo punto es etimológico, y tal vez sea el factor más importante. La Real Academia de la Lengua define genocidio como «exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad». Solo en el siglo XX ha habido más de seis matanzas que avergonzaron al mundo: el holocausto judío, el genocidio armenio, la masacre de Nankín perpetrada por los japoneses, o el Holodomor de Stalin en Ucrania, y el genocidio de Mao Zedong en la China comunista. Y todos se consideran genocidio porque se asesinó a millones de personas por el hecho de pertenecer a una etnia, zara, nacionalidad o religión concreta.
Esto no sucedió en la América de Hernán Cortés, Pizarro o Núñez de Balboa. La mayoría de historiadores e investigadores estiman que en torno al 90% de indígenas americanos murieron a lo largo del siglo XVI, aunque las cifras que aportan unos y otros son muy diversas, y no hay un consenso general. Ahora bien, no murieron millones de indígenas por una voluntad aniquiladora de los españoles, sino por tres razones que ofrecieron ya en su momento los cronistas de la época, como Bartolomé de las Casas, Pedro Mártir de Anglería o fray Toribio de Benavente: guerras, enfermedades y hambre o dudas condiciones de vida. 500 años después, los hispanistas tienen claro que los principales culpables de ese drástico descenso fueron varios asesinos invisibles como la viruela, la gripe o el sarampión diezmaron a la población indígena de todo el continente en pocas décadas.
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El choque de civilizaciones que supuso la conquista de América se transformó en un choque epidemiológico. Sin embargo, los que sobrevivieron vieron nacer una nueva civilización, en la que había mestizaje, educación, intercambios culturales que en conjunto crearon lo que hoy conocemos como hispanidad, una Nueva España, con indígenas súbditos que tenían los mismos derechos que un castellano, y que desarrollaron una de las economías más prósperas de su tiempo que sirvió para construir las ciudades que hoy se pueden visitar en América. Un panorama muy distinto al de las colonias inglesas y belgas, donde los pueblos indígenas pasaron a ser seres humanos de segunda o esclavos, y donde se produjeron auténticos genocidios como en el Congo.