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La batalla de Rancagua en donde Maroto participó en la toma de la plaza

La batalla de Rancagua en donde Maroto participó en la toma de la plaza

Maroto en Chile: de general carlista a símbolo reconciliador

Con el abrazo de los generales Baldomero Espartero y Rafael Maroto, delante de sus ejércitos, en los campos de Vergara el 31 de agosto de 1839, finalizaba la Primera Guerra Carlista en el frente del Norte

Los carlistas de los otros frentes peninsulares resistieron un año más pero, finalmente, fueron derrotados por los soldados liberales. Llegada la paz, Rafael Maroto Ysern –un traidor para numerosos carlistas, un militar realista para los isabelinos– se instaló en Madrid, mientras sus hijas iniciaban cierta vida social para promover su matrimonio.

La mayor de ellas, Carmen, terminó casándose con el sevillano Tomás Sánchez Aguilar, viviendo discretamente. Maroto conservó su grado de teniente general y los títulos de conde de Casa Maroto y vizconde de Elgueta, ejerciendo como ministro del Tribunal Superior de Guerra y Marina, mientras administraba unas tierras en la localidad madrileña de Chinchón.

Rafael Maroto Yserns

Rafael Maroto YsernsReal Academia de la Historia

Precisamente, fueron estas propiedades las que vendió en 1844 para trasladarse a Chile, pues España había reconocido su independencia y firmado un tratado de paz y amistad gracias a las gestiones del general chileno José Manuel Borgoño, que actuó como ministro plenipotenciario en este acuerdo diplomático. Maroto y Borgoño –que habían combatido en bandos opuestos en las guerras de independencia americana– se convirtieron en consuegros, pues su segunda hija, Margarita, contrajo matrimonio con el hijo del chileno.

El 11 de septiembre de 1846 partió el protagonista del abrazo de Vergara hacia este país andino, con licencia de la reina Isabel II y con un viático de 60.000 reales, acompañado de su hijo Rafael, teniente del regimiento de caballería Bailén. Maroto era viudo de María Antonia Dolores Cortés, una dama criolla, de familia hidalga, con la que se había desposado en 1815 en Santiago.

Padre e hijo desembarcaron en Valparaíso el 22 de diciembre, después de un largo viaje donde, dos años más tarde, se les uniría su hijo pequeño Víctor. La familia se estableció en la hacienda que su difunta esposa tenía en Concón, vecina de la actual Viña del Mar. Frecuentó la vida social de la clase alta y, en más de una ocasión, se le vio contemplando las paradas militares chilenas durante las llamadas Fiestas Patrias, a pesar de que, en su juventud, Maroto había luchado en el ejército fidelista contra los insurgentes independentistas.

Rafael Maroto con su nieta Margarita Borgoño

Rafael Maroto con su nieta Margarita Borgoño

Pero ahora todo había cambiado y las heridas de la guerra civil estaban cicatrizadas pues, hasta el propio presidente de Chile, Manuel Bulnes, era hijo de un teniente coronel que había sido fiel a la Corona española.

El 25 de agosto de 1853, con casi 70 años de edad, murió Rafael Maroto a consecuencia de una afección intestinal que sufría desde la Primera Guerra Carlista, en su finca familia. El diario El Mercurio señaló, equivocadamente, en su necrológica que era un proscrito español, lo cual fue un error ya que Maroto se trasladó voluntariamente a Chile con permiso de las autoridades. Circuló el rumor de que sus dolencias eran resultado de los intentos de envenenamiento de sus rivales carlistas, que le habían provocado, finalmente, una disentería.

Pero lo más curioso es que en la partida de defunción de la parroquia local de El Salvador aparece reseñado que no recibió los santos sacramentos de la religión católica. En aquella sociedad tan religiosa, el no hacerlo constituyo un escándalo, y más teniendo en cuenta que había militado en el carlismo, movimiento político y social que siempre había defendido la unidad católica de las Españas.

Para los historiadores chilenos, la única explicación posible, para un hombre que llevaba el crucifijo en la guerra, es que su muerte fuera tan precipitada que sus hijos y criados no pudieron llamar a un sacerdote. Pero circuló, entre sus enemigos, el rumor de que, realmente, se había evidenciado la identidad masónica que siempre había disimulado.

Hasta 1918, el féretro de Maroto permaneció enterrado en su tumba de Valparaíso, cuando se decidió oficialmente su traslado al mausoleo del Ejército chileno, en el cementerio general de Santiago, reconociéndole como brigadier del ejército español, grado que tuvo cuando estuvo en Chile en servicio activo. El traslado fue una idea del Círculo de Oficiales Retirados y de la Liga Patriótica Militar como motivo del centenario de la batalla de Chacabuco que provocó la independencia de Chile.

Con un mensaje claramente reconciliador, el 2 de junio de ese año tuvo lugar el entierro con toda solemnidad. El ministro de la guerra, Jorge Valdivieso, declaró que las fuerzas armadas querían asociar al vencido y al vencedor, «probando así su cariñosa amistad a la Madre Patria, que es también patria de la hidalguía y del valor, y cuya sangre nos consideramos los chilenos orgullosos de llevar en nuestras venas».

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