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Antonio Pérez Henares
Historias de la historiaAntonio Pérez Henares

Bernardo de Gálvez, el español que hizo triunfar la Independencia norteamericana

De no ser por él y por el apoyo de España cuando estaban contra las cuerdas, los independentistas hubieran sido derrotados, al menos en aquellos compases

Actualizada 04:30

Por España y por el rey, Gálvez en America, donde se muestra al militar español Bernardo de Gálvez durante la Batalla de Pensacola

Por España y por el rey, Gálvez en America, donde se muestra al militar español Bernardo de Gálvez durante la Batalla de PensacolaAugusto Ferrer-Dalmau

Bernardo de Gálvez hubo de aguardar más de dos siglos para que EE. UU. cumpliera aquello que, como reconocimiento a su contribución a la Independencia Norteamericana, había aprobado su propio Congreso. Según prueban sendos documentos suscritos en 1783 tras su victoria en Pensacola contra los ingleses, se aprobó el honrarlo con un retrato suyo en el Capitolio.

Sin embargo, tuvo que llegar Obama más de doscientos años después para hacer una mínima justicia con su memoria. Fue él quien desempolvó aquel acuerdo olvidado, lo hizo ratificar de nuevo por la Cámara de Representantes de EE. UU. y por orden directa suya, se hizo colgar el cuadro, copia del de Mariano Salvador Maella en las paredes del Capitolio donde sigue estando.

Bernardo de Gálvez

Bernardo de Gálvez

Siete días después de hacerlo, la Administración norteamericana y con la firma de Obama y la resolución conjunta de Congreso y Senado se le concedió al ilustre militar español la ciudadanía honoraria. Habían pasado 229 años desde la independencia norteamericana y solo se habían acordado del francés Lafayette, que hizo por ella, en realidad, bastante menos que el malagueño. Pues de no ser por él y por el apoyo de España, cuando estaban contra las cuerdas, hubieran sido derrotados, al menos en aquellos compases.

Bernardo de Gálvez había nacido en el año 1746 en la pequeña localidad de Macharaviaya (Málaga) de familia hidalga que ocupó puestos muy relevantes en América, como su tío José de Gálvez que fue ministro de Indias y quien envío a nuestro héroe a Luisiana, donde se convertiría en mano derecha del entonces gobernador Luis de Unzaga.

La Luisiana había llegado a posesión española como compensación francesa por haber tenido que entregar La Florida a los ingleses tras la Guerra de los Siete Años, perdida por los galos, nuestros aliados. Gálvez siguió como su predecesor una política de acercamiento tanto a los criollos franceses, como a los indígenas e incluso con la población negra, a la que permitía comprar su libertad y dejar la esclavitud.

Era un militar ya muy fogueado y cuando estalló la sublevación de las colonias contra la Corona inglesa supo qué hacer desde un primer momento. Aunque manteniendo una aparente neutralidad, comenzó a tener estrecha relación y prestar, encubiertamente todo el apoyo que podía a la causa norteamericana, llegando a tener una especial relación de amistad con el mismo George Washington, que lo apreciaba en mucho y personalmente.

Fue preparando sus defensas, consiguiendo algunos refuerzos desde la península y Canarias y el creciente apoyo de negros e indios. Así que cuando tres años después, en 1779, se produjo la declaración de guerra contra Inglaterra, aunque contaba con pocos hombres, estaba preparado.

Sabiendo que los ingleses iban a lanzarse contra él, se les adelantó y en una maniobra que parecía imposible de llevar a cabo, pues había que atravesar una enorme extensión de impenetrables y traicioneros pantanos, fue él quien atacó a las guarniciones inglesas del Misisipi.

La Marcha de Gálvez (2018)

La Marcha de Gálvez (2018)Augusto Ferrer-Dalmau

Dejando tan solo a la milicia para defender Nueva Orleans partió el 27 de agosto con 667 blancos, negros y mulatos a los que se unieron 170 indios a través de las tierras pantanosas y traicioneras y logró atravesarlas para caer sobre el puesto británico de Manchac cuyos estupefactos defensores se le rindieron sin presentar combate.

Desde allí se dirigió hacia Baton Rouge. La conquistó tras duros combates y para finalizar su triunfal expedición tomó el estratégico fuerte de Panmure, 200 kilómetros aguas arriba del gran río y que dominaba toda aquella área. Los ingleses, que estaban acorralando a Washington, tuvieron que retirar buena parte de sus tropas para taponar aquel imprevisto flanco, lo que permitió al jefe americano salvar su apurada situación. Al tiempo, sus tropas en Georgia y Carolina pudieron recibir suministros a través de río Misisipi, que había quedado abierto para sus barcos y vedado a los ingleses.

Gálvez volvió triunfante a Nueva Orleans y metido ya de lleno en la contienda preparó su ataque a Pensacola, en Florida, como parte de la estrategia común con el ejército norteamericano, al tiempo que la Armada Española bloqueaba la llegada de armas y refuerzos para las tropas inglesas. Huracanes, imprevistos y contratiempos retrasaron la campaña, pero al final pudo ponerse en marcha en el año 1781 y en el mes de febrero tener a su alcance la ciudad.

Tras duros combates consiguió derrotar a los ingleses y apoderarse de ella el 8 de mayo, lo que supuso un fortísimo golpe para la moral británica, que decayó ya de manera definitiva al llegar la noticia devastadora para su causa, de que el almirante español Luis de Córdova había capturado un gran convoy inglés cerca del cabo de San Vicente, al otro lado del Atlántico, evaporándose su última esperanza.

El veterano marino español, alertado de la salida del convoy de las Islas Británicas, puso rumbo a su encuentro cuando ya se adentraban tras costear por aguas portuguesas en mar abierto. De 55 navíos que lo componían se apoderó de 52 y capturo 80.000 mosquetes, 3.000 barriles de pólvora y casi el mismo número de prisioneros de los cuales la mitad eran militares que iban a reforzar las tropas inglesas.

Se tuvo por cierto que aquellos dos desastres aceleraron el final de la guerra de Independencia que no tardó en producirse con el triunfo de los colonos norteamericanos. Para España supuso la recuperación de la Florida amén de bastantes posiciones en el Caribe. Gálvez había tomado también Providencia (Bahamas) y dejado solo Jamaica en poder inglés.

Por ello, y aunque se tardó 229 años en hacerse efectivo, Gálvez fue considerado por los Estados Unidos de América como un Padre de la Patria y como tal su retrato está colgado en el Capitolio junto a todos ellos. A este gesto se unen una estatua junto a las otras de los Libertadores en Washington D. C. Asimismo, Galveston, Texas, la Bahía de Galveston, el Condado de Galveston y Galvez (Luisiana) llevan su nombre y en la Spanish Plaza, en el centro de Nueva Orleans, tiene una estatua ecuestre suya y una calle a su nombre así como una plaza en Baton Rouge.

Tras sus éxitos en tal desempeño y la guerra de Independencia norteamericana, amén de su recuperación de la Florida, Gálvez regresó a España, donde se le otorgó el título de conde, asesorando al gobierno en los asuntos referentes al recién constituido y pujante nuevo país. En 1785 fue nombrado capitán general de las Floridas a las que también se añadió Cuba.

Tras el favorable Tratado de Versalles, que confirmó la vuelta al dominio español de la Florida y tras pasar de nuevo por España retornó a América como gobernador y capitán general de Cuba en 1784, pero al año siguiente fue nombrado virrey de la Nueva España, en sustitución de su propio padre Matías que ocupaba el cargo y estaba impedido por enfermedad. Siguió manteniendo, a petición de la población, la gobernación de la Luisana.

El peor de los problemas a los que se enfrentó fue una terrorífica hambruna por gran parte del virreinato, tras asoladoras sequías que arruinaron las cosechas. Fue grande la mortandad, se calcula que cerca de 300.000 personas fallecieron por su causa en el año 1785. Al siguiente año, la situación mejoró y acometió grandes obras públicas para dar trabajo a los más necesitados. Entre ellos comenzó la construcción del Palacio de Chapultepec, actual Museo Nacional de la Historia de México.

Favoreció en todo lo posible la situación de las poblaciones indígenas de la frontera norte que había conocido y procuró alianzas con sus antiguos enemigos apaches. Aunque no pudo ver sus frutos, estos llegarían a su muerte con la creación de unidades, como los famosos Dragones de Cuera, que pacificarían a la postre todo el territorio .

Fue un hombre ilustrado, sensible a los movimientos que comenzaban a emerger en Europa y en especial en Francia. Intentó una reforma del Ejército virreinal dando los mismos derechos a la oficialidad ya nativa del virreinato que a la venida de la península y apoyó las expediciones científicas, en particular la botánica a Nueva España de Sessé y Mociño que llevó a España un completísimo catálogo de diversas especies de plantas, aves y peces.

No le dio tiempo a más. Falleció en Tacubaya el 30 de noviembre de 1786 a causa de la disentería amebiana contraída en los pantanos de Luisana en su marcha por los pantanos.

Bueno hubiera sido que el ya decaído presidente Biden, que soltó una estupidez insultante al respecto sobre nuestra historia, lo hubiera recordado. Y no estaría mal que alguien se lo dijera al que ya está a punto de volver a serlo, Donald Trump. Pero mucho me temo que si se siguen las consignas de nuestro Gobierno, en un descuido, propongan revisar la concesión y descolgar el retrato. Así sería si el encargado es el ministro de Cultura, cuyo doctrinario máximo está dictado por la Leyenda Negra y el odio a España.

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