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La Gesta española de las Fuerzas Armadas en la mayor crisis tras la Guerra Civil

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Grandes gestas de la historia

La gesta española de las Fuerzas Armadas en la mayor crisis tras la Guerra Civil

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Hace exactamente cinco años se desencadenaba la crisis nacional más grave y compleja desde la Guerra Civil. Aparecía en los teletipos de las agencias una noticia inquietante. Li Wenliang, un médico del Hospital Central de la ciudad china de Wuhan, comunicaba la existencia de enfermos afectados por un coronavirus. El Gobierno chino trató restar importancia a las informaciones, pero el 7 de febrero los muertos oficialmente superaban el millar y cincuenta mil eran los contagiados. La Organización Mundial de la Salud (OMS), manifestaba estar «profundamente preocupada por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad, por su gravedad y sobre todo, por la inacción» y declaró oficialmente la situación de pandemia.

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Casos en España y el estado de alarma

En España, los primeros casos aparecieron el 31 de enero en Canarias y el 24 de febrero en la península. Italia, que estaba siendo en ese momento el país europeo más azotado, declaraba el confinamiento de la región de Lombardía el 8 de marzo.

El único precedente similar en España, aunque difícilmente comparable con la magnitud de la situación, había sido en 2014 con el Ébola. Pero entonces solo hubo un fallecido. Las cifras en nuestro país aumentaban de forma exponencial, las urgencias de los hospitales empezaban a llenarse de enfermos, la prensa y la opinión pública urgían al Gobierno a tomar medidas. Los supermercados comenzaban a registrar compras compulsivas llegando a estar desabastecidos de productos básicos.

Un hombre observa unas estanterías vacías de aceite en un supermercado de Madrid este sábado

Un hombre observa unas estanterías vacías de aceite en un supermercado de MadridEFE

Dada la complicada tesitura, siguiendo las recomendaciones de expertos y las organizaciones internacionales encargadas del seguimiento de la pandemia, el Gobierno de la nación declaraba el 14 de marzo el estado de alarma y puso en marcha una serie de medidas extraordinarias y radicales, confinamiento incluido.

Se paralizaba toda la economía salvo los trabajos más perentorios, (entre el 12 de marzo y el 12 de mayo se destruyeron 816.767 empleos).

Comienza la Operación Balmis

Se formaba un comité de gestión técnica en el que se incluyó, desde un primer momento al Ministerio de Defensa, que puso en marcha una misión para poner a disposición de las autoridades todas las capacidades operativas de los tres ejércitos y los españoles asistíamos en primera línea al mayor despliegue militar en España en tiempos de paz. Se acordó activar un mando único de la operación: el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) el general del aire Miguel Ángel Villarroya Vilalta.

Cuatro agentes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército limpian el suelo de una aeropuerto

Cuatro agentes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército limpian el suelo de una aeropuertoDavid Zorrakino / Europa Press

Esa misión tomaba el nombre de Operación Balmis, homenaje a la campaña de alcance mundial emprendida por la Armada Española, a instancias de la Corona, a comienzos del XIX, de la que hablaremos en la próxima entrega.

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La Operación Balmis, a través del Mando de Operaciones (MOPS), activaba todas sus capacidades operativas, sanitarias, logísticas y de infraestructuras. Por su parte, la Guardia Civil, desde su fundación era reconocida y admirada por sus numerosos servicios de auxilio y ayuda la población en toda clase de catástrofes y desgracias. Y esta vez también activaba gran parte de sus efectivos. ¿Cuál era el enemigo a batir? El coronavirus, la gran pandemia planetaria.

El Gobierno hizo hincapié desde un primer momento que la movilización de los militares no constituía ninguna acción bélica, sino humanitaria y de protección a la sociedad.

Un Policía Local de Murcia, ofrece gel desinfectante a una militar del Ejército de Tierra

Un Policía Local de Murcia, ofrece gel desinfectante a una militar del Ejército de TierraJuan Carlos Caval / EFE

La Operación Balmis comenzaba el 15 de marzo, día siguiente al de la declaración del estado de alarma, caso insólito en la historia democrática, para luchar contra un virus que ya sumaba 9.000 contagiados y 300 muertos. La adaptación de las Fuerzas Armadas a la operación no se parecía a ninguna experiencia anterior, pero no fue improvisada; Los escenarios ficticios en los que el enemigo utiliza armas de tipo nuclear, biológico o químico, o donde se liberan materiales tóxicos como consecuencia de una catástrofe natural o un accidente industrial, son habituales en los ejercicios de instrucción y adiestramiento de los militares. Por ello, este empleo cotidiano facilitó en gran medida su trasposición casi total a esta operación.

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Los ámbitos de actuación

Los ámbitos de actuación fueron múltiples y en diversos espacios. Aunque es difícil enumerarlos, podrían resumirse en el apoyo a la seguridad con la presencia en calles y puntos críticos, el refuerzo en fronteras y la vigilancia incluso de las centrales nucleares. Por otro lado, el apoyo logístico fue crucial con el transporte terrestre y aéreo y recepción y distribución de material sanitario, además del traslado de enfermos.

El Ejército de Tierra montó un hospital de campaña en el Gregorio Marañón de Madrid durante el estado de alarma

El Ejército de Tierra montó un hospital de campaña en el Gregorio Marañón de Madrid durante el estado de alarmaMarta Fernández Jara / Europa Press

A esta labor se sumó la dura misión de ayudar al traslado de fallecidos. Se encargaban de recoger, embolsar el cuerpo dos veces y depositarlo en el féretro para que otro equipo lo transportara a donde le indicase la Comunidad; muchos a morgues provisionales, que permanecieron abiertas durante un tiempo. Se ha parangonado la empatía con los familiares en las que los militares trataron a cada uno de los fallecidos como si fueran familia, conscientes de que sus allegados no podían acompañarlos en su último adiós. Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas acompañaron a los féretros, guardando respeto e incluso rezando cuando sabían que era una persona creyente.

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Otra de las labores de mayor riesgo fue la desinfección de centros sanitarios y residencias de mayores, aeropuertos, puertos y estaciones de ferrocarril, también en centros penitenciarios, espacios de la Administración, vías públicas, comercios…

El apoyo a las instalaciones fue espectacular con el montaje de hospitales de campaña, zonas de triaje, campamentos para personas sin hogar, así como la recogida y distribución del banco de alimentos.

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Cualitativamente tal vez su mayor aportación fueron los medios y personal sanitario militar. Por una parte, el incremento de la capacidad hospitalaria mediante la colaboración de los hospitales militares y la aportación de material y equipos médicos a hospitales civiles. Atendieron miles de urgencias de COVID-19, con miles de hospitalizaciones, y la prestación puntual de asistencia médica en residencias que carecían de ese personal.

La gesta española de las Fuerzas Armadas en la mayor crisis tras la Guerra Civil

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El Centro Militar de Farmacia, trabajó incansablemente para garantizar el abastecimiento de productos y fármacos tanto para la protección, el tratamiento del coronavirus como para sus efectos colaterales. También fue crucial el despliegue de equipos psicológicos que dieron apoyo personal y telefónico, realizaron terapias en grupo y repartieron guías de actuación a los miembros de las Fuerzas Armadas y civiles en residencias de ancianos. Y no puede olvidarse la labor de los veterinarios de apoyo que muchos desconocen que están especializados en las epidemias.

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La plantilla y los cuadros de mando, en permanente disposición para el servicio desde la declaración del Estado de Alarma, sufrieron bajas importantes como víctimas a su vez de los contagios.

La intervención de la Guardia Civil

La Guardia Civil por su parte realizaba 50.000 servicios humanitarios con actuaciones que fueron desde el reparto de comida y medicamentos a las personas más vulnerables; a auxilios a personas de edad avanzada; entrega de material de rehabilitación; comida, medicamentos y material escolar en diversos núcleos rurales; o el traslado de respiradores a hospitales, a la escolta de camiones con material sanitario y otros servicios esenciales. También colaboró en la instalación de hospitales de campaña, tiendas modulares para la realización de pruebas de la COVID en vehículos y prestado apoyo al transporte de material para trasplantes.

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La Guardia Civil atendió también a la población más alejada de las localidades, ubicadas en la zona rural, llevando a cabo gestiones que pudieran parecer simples pero vitales, que en las circunstancias del confinamiento suponían una tarea imposible para personas de avanzada edad que viven solas. También dejarían víctimas mortales, una de las primeras sería el ejemplar teniente coronel Jesús Gayoso, jefe del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil.

Teniente Coronel Gayoso

Teniente Coronel Gayoso

La Medalla Conmemorativa merecida por todos

Con el fin de la pandemia se estableció «la medalla conmemorativa de la Operación Balmis para reconocer al personal participante en la lucha contra el COVID-19». Todos merecían eso y mucho más.

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Probablemente, nunca se sabrá cuántos españoles, ni cuantos militares murieron a consecuencia de esta pandemia, ni cuantos sufren aún sus irreversibles efectos. Los efectivos, casi 200 mil militares pertenecientes a los tres Ejércitos, UME y Guardia Real con casi 20.000 intervenciones en más de 2.300 localidades, junto a miles de guardia civiles, estuvieron esos difíciles días junto al pueblo español jugándose la vida.

Dos agentes del Ejército de Tierra ayudan a una mujer en Salamanca

Dos agentes del Ejército de Tierra ayudan a una mujer en SalamancaEFE

La Operación Balmis ha sido, probablemente, la operación que mayor visibilidad ha proporcionado a las Fuerzas Armadas entre la ciudadanía española. Durante toda la operación salieron a relucir los valores por los que se rigen nuestros militares y se vio en primer plano los frutos de la disciplina y el espíritu de servicio que les caracterizan.

No es posible cuantificar la altura moral con la que han desempeñado algunas de las tareas más dolorosas, pero la abnegación, la fortaleza ante la adversidad, el ingenio, el sacrificio o la iniciativa, brillaron con luz propia.

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Al final, la humanidad acabó ganando la guerra al coronavirus y las fuerzas armadas ganaron también una importante batalla. Tras experimentar en primera persona, o presenciar sus intervenciones en todo el territorio nacional, cambiaron radicalmente las ideas preconcebidas que pudieran albergar algunos. Porque más de 300 mil militares y guardias civiles fueron héroes y heroínas que durante 98 días, dieron, tal vez más que nunca, todo por su patria.

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