
Viñeta en la que se ilustra el sitio de Gerona
El racismo del nacionalismo catalán no es nada nuevo, aquí algunos ejemplos
El Gobierno ha acordado junto a Junts ceder a Cataluña las competencias en materia de inmigración, lo que permitirá, entre otros aspectos, las expulsiones de extranjeros. Asimismo, este giro a la derecha de Junts es visto como una oportunidad por parte de su principal oponente en el tablero soberanista, ERC, para marcar posiciones.
Así, el pasado viernes el portavoz republicano en el Congreso, Gabriel Rufián, afeaba a los de Puigdemont su insistencia en querer controlar la inmigración: «Quiero las máximas competencias para Cataluña, pero no bajo un discurso y unas intenciones xenófobas», decía en una entrevista con la Cadena SER.
En este contexto es oportuno analizar como el independentismo catalán ha manejado históricamente los discursos sobre identidad, marcado por una narrativa que, en muchas ocasiones, ha incurrido en afirmaciones racistas y supremacistas.
Desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, diversas figuras del nacionalismo catalán han promovido la idea de una supuesta superioridad racial y cultural de los catalanes sobre el resto de los españoles, en particular los castellanos y los andaluces. Así, uno de los primero en exponer esta visión fue Valentín Almirall, quien en 1879 publicó en el Diari Català lo siguente:«España se ha ido empequeñeciendo desde que las circunstancias hicieron que la raza menos pensadora y menos ilustrada de la Península fuera la que dominara; iremos de mal en peor hasta tanto que por un medio o por otro logremos que el grupo pirenaico de España tenga en las cosas públicas tanta influencia, por lo nuevo, como el grupo Central o de Mediodía. Creo firmemente que, el elemento de población que hoy representa Cataluña es el único que puede cambiar la marcha desastrosa de la política española».

Valentí Almirall, considerado el fundador del catalanismo político
Consideró que los grupos raciales –tanto el Central-Meridional como el Pirenaico- estaban en decadencia, pero conservaban cualidades diferentes. Por su parte, el Central-Meridional le quedaría «el espíritu de absorción, de reglamentación, de dominio». Al Pirenaico «la rudeza, los apetitos terrenales, el egoísmo celos. Y es que los catalanes y los vascos son los trabajadores de España». Años después Heribert Barrera y Jordi Pujol adoptarían el mismo pensamiento.
En este sentido, se convirtió una norma considerar que España ha estado poblada por una raza superior y otras inferiores, a excepción del País Vasco, que considera como igual.
Otro personaje clave en la construcción de este discurso fue Pompeyo Gener, quien consideraba que la inferioridad de la raza castellana se debía esencialmente al «excesivo calor y el extremo frío y las alturas yermas, los terremotos de ciertas comarcas, y sobre todo la sequedad del suelo». Y afirmaba que «la atmósfera de Madrid es pobre en helio y argón; y en sus aguas faltan el krypton, el neón y el xenón, por lo cual tendría que dejar de ser la capital de España». También consideraba que España estaba paralizada por la necrosis producida por la sangre de razas inferiores como la semítica, la bereber y la mongólica y por expurgo que en sus razas fuertes hizo la Inquisición y el trono, seleccionando todos los que pensaban, dejando apenas como residuo más que fanáticos, serviles e imbéciles.

Fotografía de Pompeyo Gener por Campúa
Además, aseguraba que el catalán salvaría a España del desastre, pero dentro de una unidad nacional porque «en esta Nueva España, Cataluña marchará sola avanzando, para llegar a ser el centro de una República aristárquica mediterráneas, porque nos sentimos profundamente europeos, y no queremos morirnos vegetando en el pudridero de los sepulcros. No somos separatistas. Marcharemos mirando hacia adelante, hacia Europa. En todo caso, los separatistas serán los que se queden atrás, mirando hacia áfrica. Eso sí, conocemos los catalanes que somos Arios europeos y que como hombres valemos más en el camino del Superhombre».
A principios del siglo XX, el empresario gerundense Francesc Jaume advirtió en 1907 que los separatistas catalanes insistían en la «pretendida inferioridad de los castellanos» y en la idea de que la unión de ambos pueblos solo perjudicaba a los catalanes: «por efecto de esta inferioridad era inútil esperar que los castellanos pudiesen seguir nunca el impulso que nosotros, los catalanes, hemos dado al progreso de nuestra patria común; y que en consecuencia nosotros teníamos que perder siempre, habíamos de ser necesariamente las víctimas en este consorcio de ambos pueblos, y por ende que la separación pura y simple era lo que procedía».
Esta idea también fue reforzada por Daniel Cardona y su organización «Nosaltres Sols!» –una entidad reivindicada por Quim Torra– quienes mantuvieron contactos con los nazis y los fascistas italianos. Cardona consideraba que los catalanes tenían un coeficiente de inteligencia superior al de los españoles, a quienes denominaban «africanos españoles». Por ello su preocupación era la de conservar la «pureza racial» que le llevó a publicar reglas de «patriotismo sexual»: los catalanes no podían mantener relaciones con castellanos y menos tener hijos pues «dejando aparte honrosas y rarísimas excepciones, veremos que el individuo de sangre catalana-castellana es híbrido, infecundo».
Estas ideas estarían avaladas por el veterinario Pere Màrtir Rossell, que argumentó que existía un «abismo» entre los catalanes y los castellanos y que los matrimonios mixtos provocarían «aberraciones mentales, degeneraciones biológicas y descomposiciones morales». Esta visión de la «pureza racial catalana» se mantuvo incluso en el siglo XXI, con afirmaciones como la de Quim Torra, quien aseguró que «la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española».
En 1960, Barrera fue nombrado presidente del Parlamento de Cataluña y uno de los dirigentes históricos de ERC, que organizó el partido desde la clandestinidad, y desde 1976 hasta 1987 fue secretario general y posteriormente presidente hasta 1995. En 2001 se publicó el libro ¿Qué piensa Heribert Barrera?, en el que se recopilaban algunas de las declaraciones que expresaba sin miramientos la ideología supremacista, con frases como: «En América, los negros tienen un coeficiente inferior al de los blancos», «se debería esterilizar a los débiles mentales de origen genético». Posteriormente entrevistado en El Periódico de Catalunya, manifestó que «antes hay que salvar a Cataluña que a la democracia» y que «el bilingüismo implica la desaparición de Cataluña como nación».
Desde 1879 a hoy en día el mundo ha evolucionado, pero no las absurdas declaraciones del independentismo catalán. Ya sea en 1905 o en 2017 su discurso sigue siendo el mismo. De Almirall a Junqueras todos han sido xenófobos y racistas. Porque siguen pensando igual y lo demostró Quim Torra al afirmar que «la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial».