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Restos calcinados en las calles de Almaty tras las protestas

Restos calcinados en las calles de Almaty tras las protestasAFP

Kazajistán

Kazajistán empieza a serenarse, en plena confusión del pueblo

El Debate conversa con una joven kazaja residente en Almaty, testigo directo de las manifestaciones

Tras una semana de violentas manifestaciones en las grandes ciudades de Kazajistán, la agitación civil empieza a decaer. Las históricas demostraciones provocaron enfrentamientos entre las fuerzas militares del estado, con apoyo de Rusia, y los civiles, sumando 164 muertos y miles de detenidos. Entre garantías de paz por parte de su presidente Kassym-Jomart Tokayev, relatamos el nuevo día a día en Almaty.

Una estudiante de 23 años, residente en Almaty junto a su familia, comparte con El Debate su experiencia durante esta semana, y sus impresiones al ver arder su ciudad natal. Conservando el anonimato por razones de seguridad, tacha el ambiente en las calles de «irreal» y «sangriento».

«No nos estamos enterando de nada», empieza, de cara a las declaraciones compartidas por la prensa internacional. «El país entero está desconectado de la red wifi y de internet. Por ello, es difícil saber qué son hechos y que son rumores. Los saqueadores atacaron muchas de las estaciones de nuestros canales de noticias, y quemaron sus edificios. Solo han sobrevivido un par, son los que están reportando desde hace uno o dos días».

Bañada en la confusión, la multitud ha podido ver como sus calles se vaciaban dejando atrás un desorden y destrucción sin precedentes. «No sé si estamos llegando al final», admite la joven, «pero las cosas están mucho más calmadas ahora. Solo tenemos que seguir algunas reglas, pero todos los comercios necesarios empezarán a abrirse esta semana y la próxima».

Las reglas que menciona forman parte del estado de emergencia declarado por Tokayev, aún vigente a pesar de un aparente orden constitucional.

«Nos mandan mensajes a los móviles o por televisión cuando quieren que permanezcamos en casa. Además, las zonas que patrulla la policía están acordonadas, por lo que la mayoría del tiempo el público no puede entrar», relata. «Tenemos un toque de queda entre las 11 de la noche y las siete de la mañana».

«Los militares no nos dejan acercarnos a otras personas. Tampoco podemos estar deambulando por las aceras. Estamos todos en casa, sin internet. Hay oficiales repartidos por toda la ciudad, y allá donde vayas verifican tu tarjeta de identidad y tu coche», añade.

«Está todo controlado con la mayor firmeza posible, pero quedan ciertos oficiales policiales o militares en las calles. Buscan a criminales y saqueadores, así que tenemos que ir con cuidado, para no encontrarnos accidentalmente en un tiroteo».

En una de sus excursiones al exterior, en pos de algún supermercado abierto, la estudiante se topó con situaciones que considera «surrealistas»: un coche empapado de sangre, con un supuesto terrorista muerto de un disparo en el asiento del conductor, o el ruido ensordecedor de las balas en una plaza cercana - «pero solo era fogueo de aviso, para que no nos acercáramos», aclara.

Creo que como estamos desconectados del resto del mundo, la gente nos asocia automáticamente con lugares como AfganistánJoven de Kazajistán, de 23 años

Su familia está ya a salvo, en casa. La semana pasada, los hombres salieron a protestar mientras que las mujeres cuidaban el hogar y buscaban comercios donde comprar comida. Ahora, sin embargo, no hay manifestaciones a las que acudir: «Pararon el día 6 de enero, cuando los saqueadores empezaron a asesinar a civiles».

«No son extremistas, nadie ha declarado motivos religiosos para esta violencia. Creo que como estamos desconectados del resto del mundo, la gente nos asocia automáticamente con lugares como Afganistán».

Retorno al orden constitucional

El pasado domingo, las autoridades kazajas anunciaron que la situación estaba estable. Aún así, oficiales de seguridad e inteligencia compartieron con Tokayev que sus operaciones de «limpieza» continuarían, para terminar con el supuesto terrorismo que provocó las manifestaciones.

A petición de Tokayev, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva liderada por Rusia envió tropas de apoyo para restaurar el orden. Ha declarado que Kazajistán ha recuperado su orden constitucional, y anunciará una nueva composición del Gobierno el día 11 de enero.

«Hemos transferido varias instalaciones estratégicas a la protección unitaria del Organización del Tratado de Seguridad Colectiva», informó en una declaración el despacho presidencial. «La situación se ha estabilizado en todas las regiones del país».

Con todo, nuevas declaraciones del presidente Tokayev pintan las manifestaciones de un tono diferente: el presidente tacha la insurrección de «golpe de estado fallido», a pesar de que no hay evidencias de ello.

«Las preparaciones para las manifestaciones en Kazajistán llevaban tiempo efectuándose», alegó en una reunión con sus aliados rusos. Emergieron, según él, «como provocadas por un único comando».

Ya antes culpó a «terroristas de oriente medio» como talibanes y miembros de ISIS de instigar los disturbios, acusación no verificada por ninguna fuente ajena al gobierno kazajo. Por otra parte, testigos presenciales de las manifestaciones distinguen entre «manifestantes pacíficos» de origen kazajo y «saqueadores y alborotadores», que destrozaron la ciudad y se enfrentaron a las autoridades armadas -una vocal minoría. 

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