Ucrania
Los meses que Ucrania vivió peligrosamente: cronología del desafío ruso
En los últimos meses de 2021 y los primeros de 2022 el mundo vivió con el corazón en un puño ante la posibilidad de una guerra entre Rusia y la OTAN en Ucrania. En el origen del conflicto se encuentra el cierre en falso de la guerra de 2014, cuando Rusia anexionó Crimea y apoyó a los independentistas prorrusos de la región ucraniana oriental del Donbás.
Tras los acuerdos de Minsk de 2015, que pusieron fin a las hostilidades, Rusia y Ucrania han tenido choques periódicos que aumentaron progresivamente la tensión.
Ucrania no ha cejado en su empeño de exigir el fin de la ocupación rusa en Crimea y en la región de Donbás, y Rusia ha intentado arrancar un compromiso a la OTAN de que no incorporaría a la Alianza a Ucrania.
El inicio de la escalada
El 20 de noviembre de 2021 el jefe de la inteligencia ucraniana, el general Kyrylo Budanov, declaró a la publicación Military Times que Rusia había concentrado más de 90.000 soldados en la frontera ruso-ucraniana y que se preparaba para invadir Ucrania en enero o febrero de 2022.
Fue el pistoletazo de salida para una crisis que Vladimir Putin había ido preparando desde comienzos de 2021 con el traslado paulatino de soldados y material bélico cerca de la frontera ucraniana.
El miércoles 24 de noviembre, la embajada de Estados Unidos en Kiev lanzó una alerta a sus ciudadanos residentes en Ucrania de que el ejército ruso estaba realizando «movimientos inusuales» en la frontera ucraniana y en la «zona ocupada de Crimea».
El viernes 26 de noviembre, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reconoció que se estaba produciendo un aumento de tensión con Rusia ante los movimientos de tropas rusas junto con las fronteras rusas.
Sanciones contra Rusia
El viernes 3 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que estaba preparando un paquete de sanciones contra Rusia.
La situación experimentó una primera escalada el 4 de diciembre. La administración estadounidense reconoció que tenía informes de inteligencia que apuntaban a una invasión rusa inminente.
La Unión Europea declaró abiertamente el 5 de diciembre su «firme apoyo a Ucrania» en caso de ataque ruso.
El 7 de diciembre, Biden se reunió por vídeo conferencia con algunos de los presidentes europeos para tratar la situación en Ucrania.
Pocas horas después, Biden conversó con el presidente ruso, Vladimir Putin, también por vídeo llamada. El presidente ruso expresó su exigencia principal: un compromiso de que Ucrania no ingrese en la OTAN.
Biden, por su parte, amenazó a Putin con fuertes sanciones económicas si finalmente se producía la agresión.
Un día después de la reunión con Putin, Biden anunció «sanciones económicas como nunca se han visto» en caso de agresión.
El 9 de diciembre de 2021 Zelenski comunicó que Rusia había aumentado su presencia militar hasta alcanzar la cifra de 120.000 soldados.
Invasión inminente
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, insistió el 12 de diciembre que las noticias de una inminente invasión rusa a Ucrania respondían a un bulo.
En medio del intercambio de declaraciones, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, rechazó la petición de Rusia de frenar la expansión de la Alianza Atlántica.
La ministra de Defensa de Alemania, Christine Lambrecht, aseguró, a su vez, que Rusia no podía «imponer sus posiciones» a la OTAN. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, aseguró que «no hablaremos con Rusia sobre la seguridad en Europa sin nuestros aliados europeos».
La respuesta de los países occidentales no gustó a Vladimir Putin y advirtió, por medio de su ministro de Defensa el 22 de diciembre, que Rusia está preparada para responder con «medidas militares y técnicas».
El 31 de diciembre, Joe Biden y Vladimir Putin volvieron a hablar por teléfono, y se intercambiaron advertencias: Biden advirtió que Estados Unidos «responderá decisivamente» si Moscú invade Ucrania; y Putin advirtió a Biden que la imposición de nuevas sanciones contra Rusia sería «un error colosal».
El 3 de enero, Biden conversó por teléfono con Zelenski y reiteró su respaldo a la soberanía y a la integridad territorial de Ucrania. Además, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Adam Schiff, afirmó que la invasión rusa era «muy probable» y que sólo unas «enormes sanciones» podrían impedirla.
El 8 de enero, Stoltenberg pidió «estar preparados ante la posibilidad de que el diálogo fracase». El 10 de enero, Stoltenberg advirtió que «habrá un alto precio económico y político para Rusia si vuelve a recurrir a la agresión militar contra Ucrania».
Actos de sabotaje
El 14 de enero, Estados Unidos aseguró que Rusia estaba preparando en territorio ucraniano actos de sabotaje para darles un pretexto que justifique la futura invasión. Ese mismo día, se produjo un ciberataque masivo contra sitios web gubernamentales de Ucrania.
El 18 de enero tuvo lugar un nuevo episodio de escalada cuando se supo que Rusia estaba trasladando tropas a Bielorrusia cerca de la frontera con Ucrania. Rusia «ha perdido la paciencia» con la OTAN, afirma su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov.
El 20 de enero, el presidente de Estados Unidos descartó una operación militar rusa a gran escala en Ucrania, pero apunto a una incursión «menor». Ese día también trascendieron las primeras imágenes de satélite que mostraban la amplitud del despliegue militar ruso.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, se reunieron el 21 de enero en Ginebra en un encuentro que sólo sirvió para subrayar el desencuentro.
Mientras tanto, Estados Unidos continuó fortaleciendo las capacidades defensivas de Ucrania y envió 90 toneladas de armamento. Al mismo tiempo, la OTAN inició una movilización en torno a Ucrania y envió barcos de guerra al Mar Negro y al Mar Báltico y aviones y material bélico a los países limítrofes.
Dentro de esa movilización, Estados Unidos puso en alerta a 8.500 soldados desplazados en Europa y anunció el envío de otros 3.000.
Mientras tanto, la Casa Blanca insistió en que el ataque ruso contra Ucrania seguía siendo inminente.
Frente a las alarmas de Estados Unidos y la OTAN, el gobierno ucraniano quiso rebajar la tensión y aseguró que «no hay motivos para pensar que mañana ocurrirá una invasión desde el punto de vista de militar».
Cuarteto de Normandía
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, se implicó en la ofensiva diplomática para lograr la desescalada y trató de recuperar el Cuarteto de Normandía, formado por Francia, Alemania, Rusia y Ucrania, como contexto para lograr un acuerdo.
El 28 de enero de 2021 Joe Biden apuntó a febrero como el mes elegido por Putin para emprender sus planes sobre Ucrania.
Ese día, en una conversación telefónica entre Putin y Macron, el presidente ruso se quejó de que Estados Unidos y la OTAN estaban ignorando sus exigencias de garantías de que la OTAN no iba a expandirse por Ucrania y Georgia, que iniciaría un repliegue de las zonas de influencia rusa y que Ucrania volvería a los Acuerdos de Minsk.
El 1 de febrero, en una nueva conversación con Lavrov, Antony Blinken aseguró que el ministro ruso de Exteriores no ofreció «ningún indicio» de desescalada.
El 2 de febrero, España protagonizó un triste episodio relacionado con la crisis al filtrarse a El País los documentos de la contrapropuesta de la OTAN a Rusia, donde se ofreció a Putin un acuerdo de desarme.
El 7 de febrero, Emmanuel Macron se reunió en Moscú con Vladimir Putin en un encuentro cordial pero cuya única noticia que generó fue la de la enorme distancia de seguridad por la pandemia de coronavirus que el presidente ruso obligó a mantener al francés.
Otro hito de la escalada se produjo el 10 de febrero cuando los 30.000 soldados rusos desplazados en Bielorrusia iniciaron maniobras militares conjuntas cerca de la frontera ucraniana.
Se precipitan los acontecimientos
El viernes 11 de febrero se produjo un acelerón en la escalada bélica con una sucesión de declaraciones alarmistas. El secretario general de la OTAN afirmó desde Rumanía que «existe un riesgo real de invasión».
Joe Biden aseguró que la invasión podría «ocurrir en cualquier momento». Los servicios de inteligencia estadounidense fijaron como fecha probable de la invasión el miércoles 16 de febrero.
El Kremlin reaccionó a estas declaraciones acusando a los países occidentales de «histeria», pero al mismo tiempo inició nuevas maniobras militares en el Mar Negro.
En un intento de frenar la guerra, que ya parecía inminente, Blinken y Lavrov volvieron a conversar por teléfono, pero durante la llamada solo se intercambiaron reproches.
Las cancillerías de Estados Unidos, Canadá y Europa se coordinaron para retirar a su personal diplomático no esencial en Ucrania y recomendar a sus ciudadanos que abandonen el país cuanto antes. Joe Biden volvió a hablar por teléfono con Vladimir Putin en una llamada que se saldó sin «ningún cambio fundamental».
La desescalada
Cuando la guerra parecía inevitable, comenzaron los signos de desescalada. El 14 de febrero Ucrania aseguró que estaba dispuesta a renunciar a entrar en la OTAN.
Ese día, el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que existían posibilidades de alcanzar un acuerdo con Estados Unidos y la OTAN.
El 15 de febrero el ministro de Defensa ruso comunicó que parte de sus tropas comenzaron a replegarse a las bases.
La declaración se interpretó como el inicio de la desescalada, pero solo el tiempo dirá si se consolida o es solo un impase. La decisión de la Duma, el parlamento ruso, de autorizar al Kremlin a anexionarse el Donbás podría ser la chispa que encienda una nueva escalada.