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El presidente francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del ElíseoAFP

Legislativas en Francia

Emmanuel Macron, solo ante el peligro de la inestabilidad

Salvo sorpresa mayúscula, el presidente de la República francesa afronta su segundo mandato más debilitado de lo que parece

Calma tensa ayer, y bajo un sol de justicia, en el Monte Valérien, en las alturas de París, para conmemorar el octogésimo segundo aniversario de Llamamiento del 18 de junio, episodio inicial de la resistencia al ocupante alemán.

Emmanuel Macron, con rostro grave. Por el significado histórico-político de la ocasión y también por lo que se juega hoy en la segunda vuelta de las legislativas.

A un miembro del público que le deseó buena suerte, respondió, algo enigmático: «Conmemorar estas páginas de historia nos incita a ser humildes, para recordarnos lo que hacemos cuando sólo somos un puñado», en referencia al escaso número de personas que acompañaban al general De Gaulle al inicio de su aventura.

Más la época es muy distinta: nadie pide a Macron que sea un salvador de la patria. Sí, en cambio, que logre una mayoría estable. A ser posible, absoluta.

Una mayoría absoluta que, por cierto, De Gaulle obtuvo en 1967 con un escaño de diferencia. El resultado fue interpretado como un revés para el ilustre estadista.

De entrada, solo puede reprocharse a sí mismo el haber optado por campañas de baja intensidad. Primero en las presidenciales, y ahora en las legislativas.

De cara a su reelección, optó por retrasar su entrada en campaña, obligado, en parte por la guerra en Ucrania. Con todo, la apuesta salió como estaba previsto, pese a una sangría final de votos tasada en siete puntos.

El presidente y sus estrategas han cometido un doble error en relación con estos comicios legislativas.

Muchos –no solo en las tertulias, también en su entorno político e intelectual– le reprochan haber persistido en creer que su solo carisma bastaría para que las legislativas, al igual que en 2017, fueran un mero trámite.

Un partido hecho trizas

No ha calculado su desgaste y en un lustro ha sido incapaz de estructurar un partido que fuera otra cosa que un cuerpo carente de personalidades desprovistas de arraigo local, requisito imprescindible para durar en la política gala.

Además, la tardanza en nombrar una primera ministra y su escaso interés en implicarse en la campaña para la elección de diputados se le están volviendo en su contra.

La petición a los votantes, entre las dos vueltas, torpemente hecha desde una pista del aeropuerto de Orly antes de despegar hacia el extranjero, para que le otorguen una mayoría estable, tiene todos los visos de una maniobra a la desesperada.

Se plantean, pues, cuatro escenarios. Dos improbables y dos probables.

Cuatro escenarios

Mayoría absoluta de la coalición macronista Juntos. El jefe del Estado tendría una legislatura globalmente tranquila, si bien tendría que componer con las distintas sensibilidades de su mayoría.

Mayoría absoluta de la coalición izquierdista Nupes. Macron estaría maniatado, Francia entraría en una crisis institucional.

Si la Nupes empezara a aplicar su programa económico, podría incluso llevar a Europa hacia el precipicio.

Mayoría amplia, pero no absoluta, de los macronistas. Si Juntos se queda, pongamos por caso, a una decena de escaños de la mayoría absoluta, Macron podría pactar reformad de fondo con parte de la derecha clásica.

Mayoría insuficiente. Si se queda en menos de 250 diputados –la mayoría absoluta está en 289–, a Macron y a Juntos no les quedaría más remedio que pactar un programa de legislatura con una derecha clásica dispuesta a vender caro su apoyo.

Y que volvería a ser pieza central del tablero político francés. Justo lo que Macron quiere evitar.

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