Kosovo llama a la puerta de la UE con su minoría serbia amotinada
El gobierno kosovar parece haber decidido que, ante las dificultades internas de difícil resolución, lo mejor es una huida hacia adelante.
En este caso, sin embargo, al menos han fijado un objetivo en su carrera por evitar los problemas: el improbable ingreso en la Unión Europea.
El gobierno encabezado por el primer ministro ultranacionalista Albin Kurti solicitó formalmente este miércoles la concesión del estatus de país candidato a la Unión Europea con una ceremonia en la que la presidenta kosovar Vjosa Osmani, el presidente del legislativo, Glauk Konjufca y el mismo Kurti estamparon sus firmas en el documento que remitirán a Bruselas.
El optimismo con motivo de la firma –«es un día histórico», «estamos dando un paso decisivo hacia un sueño», declararon los firmantes– contrasta con la tensión creciente en las zonas de Kosovo de mayoría serbia.
La polémica por el decreto, ahora aplazado, de Pristina por el que se obligaba a la minoría serbia de Kosovo a circular con matrículas kosovares y no serbias rompió el frágil equilibrio entre los serbokosovares y albanokosovares.
La pelea por la cuestión de las matrículas se convirtió en una bola de nieve que día a día iba aumentando su tamaño hasta provocar el aplazamiento de las elecciones locales en las zonas serbokosovares, previstas para este 18 de diciembre. El gobierno de Pristina decidió aplazarlas a abril de 2023.
Ante la medida, mandatarios serbokosovares dimitieron de sus cargos públicos tanto en las instituciones locales como estatales –incluidos 500 policías–, lo que ha originado un vacío de poder en el norte del país, fronteriza con Serbia.
La tensión aumentó el pasado fin de semana cuando los serbios bloquearon las carreteras que comunican el norte con el resto de Kosovo mediante barricadas con camiones.
Ante la tensión desatada, el gobierno serbio de Belgrado, actualmente también de signo ultranacionalista y, además, cercano a Rusia, solicitó a la misión de la OTAN en Kosovo (KFOR) el envío de un destacamento militar y policial en virtud de la Resolución 1.244 de 1999 del Consejo de Seguridad de la ONU.
Hace unos días, una patrulla de la misión policial europea EULEX sufrió un ataque con granadas lanzadas por ciudadanos serbokosovares. Las protestas de los serbios incrementaron con la decisión de Pristina de enviar unidades policiales especiales al norte.
En este contexto, y pese al optimismo gubernamental, Kosovo no tiene opciones de que su solicitud sea aceptada.
Para que sea aceptada tiene que contar con el visto bueno de los 27 miembros de la Unión Europea. Se trata de una unanimidad matemáticamente imposible ya que España, Chipre, Grecia, Eslovaquia y Rumanía no reconocen la independencia y soberanía de Kosovo.