Heridas que no cicatrizan: Buenos Aires, Kiev y Seúl
Miles de niños ucranianos aprenden cada día a olvidar quiénes son, sin saber que sus nombres podrían estar desvaneciéndose de las bases de datos diseñadas para protegerlos

Niños ucranianos salen del país en trenes mientras caen las bombas en Ucrania
La historia, dicen, no se repite, pero rima. Cuando observamos la tragedia de los niños ucranianos deportados a Rusia, es imposible no escuchar el eco doloroso de los pañuelos blancos que aún ondean en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, o el de los más de millares de «huérfanos» exportados por Corea del Sur desde los años 1950
En Argentina, entre 1976 y 1983, la dictadura militar secuestró millares de personas. Cientos de mujeres embarazadas dieron a luz en centros clandestinos antes de ser asesinadas. Sus bebés fueron entregados a familias vinculadas al régimen, borrando todo rastro de su origen.
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron su lucha pacífica cuando nadie más se atrevía a alzar la voz. Con pañuelos blancos como única arma, estas mujeres desafiaron al terror estatal exigiendo respuestas. Con el tiempo el movimiento se desvirtuó. Pero la razón que le dio lugar sigue válida.
Hoy, ese mismo grito resuena en Ucrania. Desde la invasión rusa de 2022, miles de niños han sido deportados sistemáticamente al territorio ruso bajo el eufemismo de «evacuaciones». La operación tiene un objetivo claro: borrar la identidad ucraniana de estos menores para «rusificarlos».La ingeniería del olvido
En Corea del Sur, la Comisión de Verdad y Reconciliación investiga la exportación de niños coreanos como violación de los derechos humanos con tintes de negocio.
Rusia justifica las deportaciones como una «misión humanitaria»
En todos los casos, el mecanismo es muy parecido: utilizar a los niños como herramienta de ingeniería social. En Argentina, la apropiación de bebés buscaba «salvarlos» de familias «subversivas». En Ucrania, Rusia justifica las deportaciones como una «misión humanitaria». Mientras Corea del Sur, fue el país que más niños exportó al occidente, se dice que fueron más de 170 mil, que rindieron sendos ingresos a las organizaciones privadas encargadas de exportarlos.
La crueldad reside en cómo estos crímenes explotan la vulnerabilidad infantil. Un niño separado de sus raíces aprenderá un nuevo idioma, adoptará nuevas costumbres y, con el tiempo, olvidará su origen. Es un genocidio cultural silencioso, una bomba de tiempo generacional.
Han logrado recuperar la identidad de más de 130 nietos
Las Abuelas de Plaza de Mayo nos enseñan una lección fundamental: la persistencia. Han logrado recuperar la identidad de más de 130 nietos mediante el «índice de abuelidad», un método genético desarrollado para establecer parentesco entre abuelos y nietos cuando la generación intermedia ha desaparecido.
Para Ucrania, este precedente ofrece tanto esperanza como advertencia. La esperanza: incluso décadas después, la verdad puede prevalecer. La advertencia: cada día, estos niños se alejan más de sus raíces.
El caso de los niños coreanos exportados es más difícil porque han pasado más años. Pero muchos de los coreanos estar retornando adultos exigiendo explicaciones.
En las tres tragedias, el silencio y la inacción internacional actúan como cómplices
En las tres tragedias, el silencio y la inacción internacional actúan como cómplices. Durante la dictadura argentina, muchas potencias occidentales miraron hacia otro lado. Hoy, la deportación de niños ucranianos continúa a pesar de las condenas verbales internacionales.
La Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Vladimir Putin en 2023 por la deportación ilegal de niños ucranianos. Sin embargo, recientes acontecimientos marcan un retroceso alarmante: la administración estadounidense ha recortado la financiación del programa de Yale que documentaba y rastreaba el paradero de estos niños, una iniciativa crucial para futuros procesos de reunificación y justicia.
Esta decisión, que podría resultar en la eliminación de una base de datos vital, recuerda cómo el apoyo internacional puede desvanecerse antes de que se alcance justicia. El desmantelamiento del programa representa exactamente el tipo de abandono institucional que las Abuelas de Plaza de Mayo superaron mediante décadas de lucha incansable.
Mientras tanto, miles de niños ucranianos aprenden cada día a olvidar quiénes son, sin saber que sus nombres podrían estar desvaneciéndose de las bases de datos diseñadas para protegerlos. Los adultos coreanos que exigen explicaciones también nos enseñan que cuando los poderes abandonan la búsqueda, son las familias y las sociedades civiles quienes deben mantener viva la memoria, incluso cuando los recursos oficiales desaparecen.
*Alfredo Behrens es doctor por la Universidad de Cambridge, especialista en Liderazgo y cultura en la FIA Business School de São Paulo y moderador de reuniones para el Harvard Business Publications