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Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel y el presidente iraní, Ebrahim Raisi (D)

Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel y el presidente iraní, Ebrahim Raisi (D)

¿Podría estallar una guerra entre Israel e Irán?

La invasión rusa de Ucrania desde hace un año ha añadido un nuevo ingrediente para alimentar la escalada: la estrecha relación militar de Irán y Rusia

Esta «Era de incertidumbres» no se queda solo en el conflicto de Europa Central. El Oriente Próximo ha sido el centro de atención de la seguridad internacional durante décadas y lo sigue siendo, a pesar de que debamos afrontar peligros más inminentes desde la ocupación de Ucrania.

Israel ha dejado clara desde hace tiempo su presión militar para interrumpir los avances nucleares y las exportaciones de armas de Irán, y su programa de tecnología en aviones no tripulados, es una cuestión vital para ellos.

A principios de enero, un ataque israelí contra grupos militantes proiraníes en Siria dejó fuera de servicio el aeropuerto internacional de Damasco. En ese mismo mes, los informes indicaron que Israel había llevado a cabo un importante ataque con aviones no tripulados contra un emplazamiento militar en la ciudad iraní de Isfahán.

Israel se preparó para un ataque de represalia de Irán, posiblemente contra objetivos civiles fuera del país. Posteriormente, Irán lanzó un ataque con drones contra un buque cisterna de transporte comercial en el Mar Arábigo propiedad de un empresario israelí, según la inteligencia norteamericana.

La semana pasada, un ataque israelí tuvo como objetivo, a funcionarios iraníes reunidos en un barrio residencial de Damasco

Hubo una tregua de los ataques israelíes contra el programa nuclear iraní cuando las negociaciones entre la República Islámica y las potencias occidentales se hicieron públicas en 2013. Este parón aumentó cuando la administración Trump propició el acuerdo nuclear conocido como Plan Integral de Acción Conjunta, en 2018. Aun así, Israel continuó con lo que sus expertos militares denominaron una «campaña entre guerras», dirigida contra sus enemigos directos de las milicias respaldadas por Irán y los envíos de armas a través de Irak y Siria a grupos como Hezbolá, en el Líbano.

Esta visión compartida disminuyó cuando Joe Biden se convirtió en presidente de Estados Unidos, ya que ablandó su posición y redujo la diplomacia para reavivar el acuerdo nuclear con Irán. Pero ahora el ámbito internacional ha cambiado entre Israel, Irán y Estados Unidos, haciendo que los riesgos de escalada vuelvan a crecer.

La diplomacia en sí parece estar fuera de la mesa, no sólo para la administración Biden, sino para los líderes europeos que tradicionalmente habían estado predispuestos a entablar relaciones con Irán. Todo está focalizado en el conflicto de Ucrania. En el otro lado, los dirigentes iraníes parecen menos interesados en la diplomacia nuclear a medida que avanzan las capacidades nucleares de Teherán.

Es más que probable que estos factores intensifiquen los enfrentamientos entre Israel e Irán y aumenten la posibilidad de que el conflicto se extienda a la región

Es más que probable que estos factores intensifiquen los enfrentamientos entre Israel e Irán y aumenten la posibilidad de que el conflicto se extienda a la región en general y ponga en mayor peligro a las fuerzas estadounidenses restantes, más vulnerables en Irak y Siria.

Hasta ahora la apuesta de Washington era que «el enfrentamiento con Irán podía mantenerse en una baja intensidad, evitando un conflicto regional más amplio». El cálculo israelí era que las vulnerabilidades internas de Irán y su aislamiento regional, así como las medidas militares de disuasión coordinadas entre israelíes y estadounidenses, limitarán las respuestas de Irán. Pero la actual agitación geopolítica actual ha modificado el escenario.

Así mismo, el nuevo liderazgo de Israel con un asertivo gobierno de derechas ha aumentado la tensión entre israelíes y palestinos, situando un contexto cada vez más volátil.

Teherán ha acusado a Israel de inmiscuirse en su política interna avivando las protestas, tras la muerte de Mahsa Amini, que han sido duramente reprimidas por el régimen de la república islámica.

A la sombra de la guerra de Ucrania

La invasión rusa de Ucrania desde hace un año ha añadido un nuevo ingrediente para alimentar la escalada. La relación militar cada vez más estrecha de Irán con Rusia. El aporte de drones utilizados por Rusia para atacar las infraestructuras ucranianas ha reforzado la opinión de que Irán es un actor hostil no sólo en Washington sino también en Europa.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está incluso enmarcando los ataques israelíes contra instalaciones militares en Irán como una forma de apoyo de Israel al esfuerzo bélico occidental contra Rusia.

Es posible que Estados Unidos no colabore en los ataques más audaces de Israel dentro de Irán, de hecho, negó haber participado en el ataque de Isfahán, pero en el clima actual, es menos probable que Washington acentúe su oposición a estas acciones iraelíes.

A medida que se prolonga la guerra en Ucrania, la adopción de una postura de disuasión asertiva frente a Irán resulta más atractiva para Washington y sus aliados occidentales que buscan degradar las capacidades rusas.

Washington no sólo acepta la confrontación de Israel con Irán, sino que la apoya activamente. Por ejemplo, a finales de enero, el ejército estadounidense participó en un ejercicio conjunto con Israel en el que se simularon ataques ofensivos de largo alcance; fue el mayor ejercicio de este tipo que ambas partes habían realizado juntas. El ejercicio fue diseñado para mostrar las capacidades de Estados Unidos en su respuesta rápida de intervención en crisis regionales.

Israel ha frustrado varios complots en el último año, incluido un intento de atentado contra turistas israelíes en Turquía. Pero si en el futuro un atentado acaba con la vida de un gran número de israelíes, las represalias israelíes contra Irán podrían ser inevitables. Cómo y dónde podría responder Irán no está claro.

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