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Partidarios del partido político Shor protestan en la calle principal de Chisinau, Moldavia

Partidarios del partido político Shor protestan en la calle principal de Chisináu, MoldaviaEFE

371 días de guerra en Ucrania

Moldavia teme ser la próxima Ucrania mientras se suceden los rumores de un asalto a Transnistria

El partido prorruso Shor calienta las calles de la exrepública soviética y pide la dimisión de la presidenta, entre rumores de querer implantar un «gobierno títere»

Moldavia teme que la guerra de Ucrania se propague y que las ansias expansionistas de Rusia también incluyan a la antigua república soviética. Imponer un «gobierno títere» en Chisináu sería el plan del Kremlin para afianzar su influencia en el país moldavo. La presidenta de Moldavia, Maia Sandu, afirmó el pasado mes de febrero que existía un complot para desestabilizar el país, hacer caer el Ejecutivo e imponer un gobierno prorruso.

La mala situación económica, agravada por el conflicto ucraniano, no ayuda a mantener una estabilidad dentro del Gobierno. El descontento social ya se ha cobrado su primera víctima, la primera ministra moldava, Natalia Gavrilita, dimitió poco después de que se conociera que varios misiles rusos sobrevolaron el espacio aéreo moldavo. Su puesto fue cubierto por el asesor de Defensa, Dorin Recean, un cambio que indica una mayor preocupación por la seguridad de la antigua república soviética.

El partido Shor es el principal agitador de las calles y aunque el nombre de Ilan Shor sea desconocido para la gran mayoría, en Moldavia se le conoce como «el enviado del Kremlin», fundador del partido opositor prorruso moldavo que lleva su apellido. El diputado moldavo se encuentra exiliado en Israel y en 2017 fue condenado por fraude por el robo de mil millones de dólares a tres bancos moldavos en 2014, bautizado como el «robo del siglo». Asimismo, se especula que trabaja para el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia.

El martes, la oposición moldava volvió a marchar por las calles de Chisináu, al igual que lo hicieron hace apenas diez días. La imagen se repitió, los manifestantes coreaban en contra de las políticas de la presidenta Maia Sandu y el Gobierno moldavo. La protesta fue convocada nuevamente por el partido Shor y encabezada por dos de sus diputadas, Marina Tauber y Regina Apostolova. La manifestación reclamaba que el Gobierno pagara las facturas del gas y la electricidad de la población durante los tres meses de invierno, una petición presentada por el partido prorruso.

La guerra en Ucrania también fue uno de los temas recurrentes de la manifestación. «No queremos guerra, no queremos que nos inmiscuyan en el conflicto», coreó la diputada prorrusa Tauber, según recoge Efe. El miedo de que el país moldavo se vea involucrado en el conflicto ucraniano aumenta a medida que las acusaciones de un asalto a la región separatista de Transnistria se suceden. Como consecuencia de todos estos acontecimientos, la neutralidad de Moldavia está más en el aire que nunca.

El artículo 11 de la Constitución de Moldavia establece que «la República proclama su neutralidad permanente, no permite el despliegue de fuerzas militares de otros Estados en su territorio». Tras las constantes amenazas en Transnistria –enclave en el que Rusia mantiene una fuerte presencia militar– y la violación del espacio aéreo moldavo por misiles rusos, Chisináu cada vez mira más al bloque occidental y a la OTAN. Una neutralidad que dejó de ser tal, cuando la exrepública soviética manifestó su deseo de formar parte de la Unión Europea.

Moldavia quiere evitar como sea convertirse en la próxima Ucrania y aunque la líder de la república moldava de Transnistria, Vadim Krasnoselski, quitó hierro a las continuas amenazas sobre el enclave, los rumores son cada vez más fuertes. Un déjà vu que recuerda a Rusia negando la invasión ucraniana, mientras preparaba sus tanques en la frontera con Bielorrusia.

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