Se agrava el bloqueo político en los Países Bajos y crece el miedo a unas elecciones anticipadas
Ronald Plasterk, exministro laborista de Educación, Cultura e Interior y mediador (informateur, en la jerga política local) designado para buscar un desenlace al bloqueo político generado por el resultado de las elecciones generales de noviembre, entregó el pasado lunes su segundo informe –consta de siete páginas– al presidente de la Cámara de Representantes, Martin Bosma.
De entrada, Plasterk constata que sí «existe una base conjunta para salvaguardar la Constitución, los derechos fundamentales y el Estado democrático de Derecho» porque «así lo establecieron las cuatro partes el 10 de enero de 2024, completando con éxito la primera fase de esta ronda de información.
Este hecho «seguirá siendo relevante en una ronda de información posterior». En cambio, a la pregunta de si hay perspectivas de llegar a un acuerdo sobre una serie de cuestiones clave, Plasterk señala que «no puede responderse plenamente porque una de las cuatro facciones políticas abandonó las conversaciones a principios de la semana pasada».
Alusión apenas velada a la decisión, materializada el 6 de febrero, del partido centrista Nuevo Contrato Social (Nsc), cuyo líder, Pieter Omtzigt, no termina de fiarse del populista y líder del Partido de la Libertad (Pvv), Geert Wilders como jefe de un Gobierno de coalición cuadripartita en compañía de los ruralistas del Bbb y de los liberales del Vvd. El entuerto se complica porque las reticencias también afloran desde filas liberales. Ambas formaciones consideran que la distancia con el Pvv es demasiado grande «en lo que respecta al Estado de derecho y los derechos fundamentales».
Sin embargo, Plasterk afirma en su informe que los cuatro partidos en cuestión llegaron a un acuerdo sobre estas materias antes de que los centristas abandonasen la mesa de negociaciones. También señala que el Pvv ha renunciado a presentar cuatro polémicos proyectos de ley a modo de gesto de buena voluntad para allanar el camino a la formación de un Gobierno, antes de tener que celebrar elecciones anticipadas. Sin embargo, esta última opción parece ganar enteros en las últimas horas entre centristas y liberales. Por lo que se percibe, no temen de nuevo someterse al escrutinio de los votantes pese a que la totalidad de las encuestas vaticinan una victoria aún más amplia del Pvv.
Si al final se plasma este escenario, sería un hito en la política neerlandesa contemporánea, donde se ha llegado a emplear más de cuatro meses en la formación de un nuevo Gobierno, pero no la celebración de nuevas elecciones tan poco tiempo después de las anteriores. Dos acontecimientos dan fe de la gravedad de la crisis: las dos audiencias concedidas, en apenas tres semanas, por el Rey Guillermo Alejandro a Plasterk , y la renuncia de este último a seguir con una tercera ronda de contactos, pese a que está convencido de que los puntos que unen a los partidos implicados superan a los divergentes.