La «amistad eterna» entre Rusia y China se da de bruces con el gasoducto Power of Siberia
Pekín presiona a Moscú para obtener su gas a precios bajos, pero Rusia pretende compensar el veto al su gas en Europa con la exportación a China
Rusia y China presumen periódicamente de la «amistad eterna» entre ambos países consagrado en Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación, que los convertiría en un bloque monolítico frente a la hegemonía occidental.
Sin embargo, esa «amistad eterna» se ha encontrado con un escoyo importante: el gasoducto Power of Siberia 2 con el que el Kremlin trata de compensar en China las exportaciones de gas a Europa suspendidas tras el inicio de la invasión a Ucrania.
Según recoge el Financial Times, Moscú y Pekín mantienen un agrio desacuerdo respecto a los planes para la puesta en marcha de dicho gasoducto.
China pretende pagar precios bajos por las importaciones de gas ruso, además de comprometerse a adquirir solo una parte, pequeña, del gas que puede transportar el Power of Siberia 2.
Según el Financial Times, Putin está desesperado por conseguir que Xi Jinping acepte los puntos de vista de Moscú y pague por el gas lo que pagaban los europeos antes del veto al gas ruso, o al menos una cifra cercana.
El diario financiero explica que esas prisas se deben a la barrera de 2029. Ese año es el límite para que el gasoducto entre en servicio con las condiciones propuestas por Rusia. Más allá de ese año, las ganancias de la estatal rusa del gas, Gazprom, caerían un 15 %.
El gasoducto Power of Siberia 2, con un trazado de 2.600 kilómetros, tiene capacidad para transportar 50.000 millones de metros cúbicos de gas desde Rusia hasta China.
El proyecto se presentó como el as en la manga de Putin para esquivar las sanciones occidentales por la guerra de Ucrania y los vetos a la exportación de hidrocarburos rusos a Europa.