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02 de julio de 2024

Miguel Pérez Pichel
CrónicaMiguel Pérez PichelTel Aviv (Israel)

La pesadilla terrorista del kibutz Nir Oz: «Los soldados israelíes tardaron horas y horas en llegar»

Hamás asaltó el kibutz Nir Oz el 7 de octubre de 2023 y causó una carnicería entre los civiles residentes indefensos

Actualizada 04:30

Agujeros de bala en las puertas de cristal del kibutz Nir Oz

Agujeros de bala en las puertas de cristal del kibutz Nir OzMiguel Pérez Pichel

A la primera explosión le sucede una segunda. Instantes después una tercera y una cuarta. Suenan lejos, pero retumban y en el grupo de periodistas se hace el silencio. «Esos son los nuestros», explica Irit Labau tratando de tranquilizar a los visitantes.

Irit Labau es una de las supervivientes del kibutz Nir Oz, situado a un kilómetro y medio de la franja de Gaza, asaltado por cientos de terroristas de Hamás el 7 de octubre de 2023.

Irit Labau muestra una de las viviendas destruidas por Hamás

Irit Labau muestra una de las viviendas destruidas por HamásMiguel Pérez Pichel

A pocos kilómetros de Nir Oz los soldados israelíes continúan las operaciones en Gaza para doblegar al grupo terrorista Hamás. A ratos se escucha sobre el kibutz el sonido de un dron israelí. El bombardeo no cesa y las explosiones lejanas se suceden como truenos de una tormenta.

En Nir Oz murieron 117 residentes del kibutz de los 360 vecinos que se encontraban en aquel momento. Esta comunidad, que antes del ataque contaba con 416 censados, ahora está abandonada. Sólo viven en ella cino residentes que tratan de mantener viva la frágil llama del sueño de David Ben Gurión en este trozo martirizado de la tierra de Israel.

Nada más entrar, llega el primer impacto: el edificio de la cocina y comedor tiroteado y parcialmente incendiado.

Los agujeros de balas en las puertas de cristal del edificio son todo un impacto que anuncia el apocalipsis que hay más allá.

Lo primero que llama la atención es el olor. Un olor a quemado que impregna todo el recinto del kibutz. La cocina-comedor está incendiada, pero es que el 60 % de las casas del kibutz están incendiadas. Son las huellas del ataque terrorista del 7 de octubre que encierran historias de dolor y muerte.

En el mismo edificio de la cocina se encuentran también los buzones de correos de los 416 residentes. Están llenos de pegatinas negras y rojas. Las negras indican que los residentes de la vivienda a la que corresponde dicho buzón han sobrevivido. Las rojas, que han muerto en el ataque.

Uno de los buzones tiene cuatro etiquetas rojas: la familia entera ha muerto a manos de Hamás, el matrimonio y los hijos.

Las etiquetas negras en los buzones indican los vecinos que han sobrevivido, las rojas los que han muerto

Las etiquetas negras en los buzones indican los vecinos que han sobrevivido, las rojas los que han muertoMiguel Pérez Pichel

Si el olor a quemado es lo primero que llama la atención al llegar a Nir Oz, lo segundo es el ruido de cristales rotos al caminar. Gran parte del kibutz está cubierto de cristales rotos que crujen y se fragmentan a cada paso, como fragmentadas quedaron las vidas de los habitantes de esta comunidad del sur de Israel.

Irit Labau se encontraba con su hija de 22 años en el momento del ataque. Cuenta que los terroristas palestinos vestían con ropas militares verdes como las que usan los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), lo que aumentó la confusión inicial entre los residentes.

Los palestinos abrieron fuego de forma indiscriminada y cayeron los primeros muertos. Los demás se encerraron en las salas de seguridad de sus viviendas. Muchos perdieron la vida a manos de Hamás.

«Cuando comenzó el tiroteo nos escondimos (en la habitación de seguridad) y nos mantuvimos en silencio, porque sabíamos que si los terroristas nos oían gritar entrarían en la casa y nos matarían», explica a los periodistas del grupo organizado por la Europe Israel Press Association (EIPA).

«Los residentes del kibutz escribían durante el ataque en el grupo de whatsapp pidiendo ayuda, diciendo que estaban heridos o que habían matado a sus familias», recuerda.

Vivienda asaltada e incendiada por Hamás en Nir Oz

Vivienda asaltada e incendiada por Hamás en Nir OzMiguel Pérez Pichel

«La gente pedía ayuda, pero no podíamos hacer nada porque si salíamos nos matarían». Y añade: «pasaron horas, horas y horas y el Ejército no llegaba. Recibíamos mensajes de que estaban en camino, pero no llegaban».

Hasta ocho horas pasaron Irit Labau y su hija, al igual que otros residentes, encerrados en la habitación de seguridad hasta que llegaron los primeros soldados israelíes.

«Todo ese tiempo lo pasamos encerradas. Durante el ataque escuchábamos a los terroristas hablar en árabe. Luego se hizo el silencio». «Cuando llegaron los soldados hablando en hebreo diciendo que venían a salvarnos mi hija quería salir, pero no le dejé por si eran palestinos que hablaban en hebreo».

Los terroristas asaltaron una a una las casas del kibutz, asesinando a adultos y niños, ensañándose con los cadáveres, robando todo lo que pudieron de las casas y luego incendiándolas.

Desde el kibutz Nir Oz se ven las viviendas de Gaza a menos de dos kilómetros

Desde el kibutz Nir Oz se ven las viviendas de Gaza a menos de dos kilómetrosMiguel Pérez Pichel

«Los terroristas cortaron las tuberías del gas en las cocinas y les prendieron fuego», explica Labau que malamente logra aguantar el llanto.

Invita a los periodistas a entrar en una de las casas incendiadas en medio de un entorno ajardinado e idílico. El kibutz parece un lugar perfecto para una familia con niños. Pero solo encontraron la muerte a manos de Hamás.

En la casa que enseña Labau vivía un matrimonio con dos niños pequeños. Cuando comenzó el ataque se metieron en la habitación de seguridad junto con el bebé de su vecino. Cometieron el error de salir cuando pensaron que el peligro había pasado. Los terroristas mataron a la familia e incendiaron la casa.

Historias como esa se repiten sin cesar. En otra casa murieron tres generaciones de una misma familia: la abuela, los padres y los nietos. Los adultos murieron por los disparos. Los niños intoxicados por el humo del incendio de su casa.

Labau guía a los periodistas a otra vivienda. La cocina está calcinada. De un perchero cuelgan todavía varios abrigos infantiles, totalmente quemados. El suelo está lleno de libros y dibujos de colores hechos por niños. Pisoteados. La habitación de los pequeños es la que se mantiene más reconocible. Sus pequeñas camas todavía hechas y los juguetes sobre las sábanas son testigos impertérritos de una tragedia que nunca debió suceder.

Abrigos de niños en la cocina calcinada de una vivienda asaltada por Hamás en Nir Oz

Abrigos de niños en la cocina calcinada de una vivienda asaltada por Hamás en Nir OzMiguel Pérez Pichel

Con todo, Irit Labau se muestra optimista: «Reconstruiremos el kibutz», asegura, aunque reconoce que el proyecto con el que ya trabajan es a tres años. «Lo convertiremos en un lugar agradable y ecológico para que la gente quiera volver».

Dos de sus hermanos, residentes en otros kibutz de la zona cercana a Gaza, también se enfrentaron a los terroristas. Uno de ellos murió.

En medio de la descripción de la tragedia, Labau tiene un arranque de rabia, una rabia profunda que difícilmente se puede acallar. Labau lo tiene claro: no hay diferencia entre Hamás y el pueblo palestino de Gaza.

Para explicarlo lleva a los periodistas a un punto elevado y señala a una población situada a menos de dos kilómetros del kibutz.

«Aquello es Gaza», afirma. Mirando en Google Maps aparecen los nombres de Khuza’a, Khirbat Ikhza’a y Abasan al-Kabira. Localidades prácticamente pegadas a Nir Oz. «Los terroristas salieron de allí, llegaron por esa carretera (explica apuntando a la vía de acceso al kibutz) y se llevaron a los rehenes por el mismo sitio».

«Aquí vinieron los terroristas, pero también civiles, mujeres y niños, palestinos. Nos atacaron, robaron en nuestras casas, las destruyeron y nos asesinaron. No se puede separar a Hamás del pueblo palestino. Es la nación, es el pueblo. Les enseñan a los niños que matar está bien».

No obstante, asegura que en este momento «lo más importante es llegar a un acuerdo y traer de vuelta a los rehenes», pero insiste: «¿Quién nos atacó? Los palestinos, es decir, Hamás, porque Hamás son los palestinos».

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