¿Dónde está Jared Kushner? El yerno de Trump que tejió los hilos de la política en Oriente Medio
Jared Kushner, el marido de Ivanka Trump –hija predilecta de Donald Trump– y exasesor principal del presidente electo de Estados Unidos durante su primera Administración, ha pasado especialmente desapercibido durante toda la larga campaña electoral del republicano. El matrimonio Kushner-Trump tuvo una gran influencia sobre las decisiones de Donald Trump, sobre todo, en lo concerniente a la política exterior con Oriente Medio. Sin embargo, tras el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, por parte de seguidores de Trump, tanto Jared como Ivanka optaron por mantener un perfil discreto y decidieron poner más de 1.000 kilómetros de distancia y retirarse a su mansión de Miami.
Desde 2021, poco se ha sabido de las actividades de uno de los matrimonios más influyentes de Estados Unidos, al menos durante los cuatro años que estuvo el demócrata en el Despacho Oval. La vuelta de Trump a la Presidencia de Estados Unidos plantea ahora ciertos interrogantes que, poco a poco, el propio Trump ha ido desvelando con varios nombramientos, aún así se sigue planteando la incógnita de si Kushner tendrá algún papel dentro del próximo Gobierno de su suegro. El empresario inmobiliario, de 43 años, no ha estado apenas presente en la campaña del candidato republicano y, durante el discurso como vencedor de las elecciones sobre la demócrata Kamala Harris, el matrimonio Kushner-Trump ocupó una posición totalmente secundaria.
De hecho, el color del traje elegido por Ivanka para la ocasión –azul demócrata– provocó algún que otro comentario. Todos estos indicios llevan a pensar que efectivamente el empresario no formará parte del equipo de Trump. Una información que ya adelantó el Financial Times que, sin embargo, informó de que sí podría tener algún papel como asesor sobre política en Oriente Medio. Durante la primera Administración Trump, Kushner jugó un papel clave en la negociación de los Acuerdos Abraham, por los que cuatro países árabes –Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos– aceptaron entablar relaciones con Israel. Kushner también intentó sumar a estas conversaciones a Arabia Saudí, país con el que mantiene una estrecha relación.
La monarquía del Golfo ha llegado a invertir hasta 2.000 millones de dólares en el fondo de capital privado Affinity Partners, que Kushner fundó después de dejar la Casa Blanca. Estos negocios han sido objeto de investigación en el Congreso de Estados Unidos y criticados abiertamente por el Partido Demócrata e incluso por algunos republicanos por considerar que suponen un «conflicto de intereses». Además, el pasado mes de octubre, Reuters informó de que el exasesor principal de Trump se ha reunido en varias ocasiones con el hombre fuerte de Arabia Saudí, el Príncipe heredero Mohamed bin Salmán (MBS), para «tratar cuestiones diplomáticas», tras haber abandonado la Casa Blanca.
La situación en Oriente Medio, sin embargo, es completamente diferente a la que tanto Trump como Kushner dejaron hace cuatro años. El atentado terrorista de Hamás contra el sur del Israel el 7 de octubre de 2023 precipitó una guerra en la franja de Gaza que ya dura más de un año y que ahora suma una incursión terrestre contra el sur del Líbano e, incluso, ataques directos entre Israel e Irán. La región amenaza con estallar en mil pedazos. Riad, por su parte, ha descartado cualquier normalización de relaciones con Israel hasta que el país hebreo no ponga fin a las hostilidades en la Franja y se comprometa a implementar la solución de dos Estados. En una cumbre extraordinaria en la capital saudí este lunes, Mohamed bin Salmán se mostró contundente al denunciar «los crímenes de Israel contra inocentes» y acusó al país hebreo de bloquear continuamente las negociaciones para un alto el fuego.
Es poco probable que siquiera la estrecha relación que une a Kushner con el Príncipe heredero saudí cambie la postura de la gran potencia suní de la región. Por su parte, Trump ha dejado entrever cómo será su política exterior con respecto a Oriente Medio con el nombramiento de la congresista Elise Stefanik como embajadora ante la ONU, con un marcado perfil proisraelí, al igual que Steve Witkoff, próximo enviado especial a Oriente Medio o el exgobernador de Arkansas, Mike Huckabee, como embajador estadounidense en Israel. Huckabee destaca por su apoyo inquebrantable a los colonos judíos y por respaldar sus aspiraciones de anexionarse parte de Cisjordania. Durante su primera Administración, Trump fue un gran valedor de los intereses israelíes, reconoció la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán y a Jerusalén como capital única e indivisible del Estado judío, adonde trasladó la Embajada de Estados Unidos.