Los soldados israelíes se enfrentan a la amenaza de ser detenidos en el extranjero por la guerra en Gaza
El caso del soldado israelí Yuval Vagdani, que se encontraba de vacaciones en Brasil, y fue citado a declarar en el marco de una denuncia por, presuntamente, haber cometido crímenes de guerra en la franja de Gaza, ha encendido todas las alarmas entre los uniformados hebreos. Vagdani consiguió salir del país sudamericano gracias a la intervención de los servicios consulares israelíes que le evacuaron para evitar que pudiera ser detenido por las autoridades brasileñas. La denuncia contra el reservista de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) fue presentada por la organización palestina Hind Rajab, con sede en Bruselas, que se encarga de monitorizar vídeos y fotografías de los soldados israelíes en redes sociales, para presentar denuncias contra ellos cuando se encuentran en el extranjero.
Esta organización no es la única que se ha dedicado a rastrear los diferentes perfiles online de los uniformados hebreos en los últimos 15 meses de conflicto en la Franja. Varios grupos de activistas antiisralíes y propalestinos han acusado a los militares de las FDI de crímenes de guerra, basándose en grabaciones que ellos mismos publicaban en sus redes sociales. A Vagdani, por ejemplo, se le acusaba de participar en la demolición con explosivos de un bloque residencial en Gaza, en noviembre de 2024. Pero el caso de Vagdani no es excepcional, y según han publicado medios israelíes estos últimos meses, otros miembros del Ejército israelí han tenido que huir de países como Chipre, Sri Lanka, Eslovenia o, incluso, Holanda, mientras disfrutaban de unos días de descanso, ante la amenaza de tener que enfrentarse a procesos judiciales.
La orden de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su exministro de Defensa, Yoav Gallant, emitida por la Corte Penal Internacional (CPI), el pasado mes de noviembre ha abierto la veda para que otros países puedan iniciar causas judiciales incluso contra soldados rasos israelíes para investigar la supuesta comisión de crímenes de guerra. Muchos de estos uniformados, generalmente muy jóvenes, han dejado constancia de todos estos delitos en sus propias redes sociales a través de vídeos o fotografías. Por ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí alertó, recientemente, sobre «la publicación en redes sociales de datos sobre su actividad militar que podrían aprovechar elementos antiisraelíes para comenzar procedimientos legales fútiles contra ellos».
A la luz de los últimos acontecimientos, el Ejército israelí también pidió a sus soldados, a inicios de este mes, que no mostraran su cara ni su nombre en los medios de comunicación. En un comunicado castrense, las FDI informaron de que la medida tiene «efecto inmediato, desde el 8 de enero de 2025, hasta futuro aviso». Asimismo, especificaron que los soldados con un rango de coronel o inferior solo podrán aparecer en grabaciones dando la espalda y que ningún militar podrá aparecer vinculado a cualquier operación en la que haya participado. La paranoia se ha extendido entre los uniformados, aunque, como afirma a El Debate el presidente del Colegio de Abogados de Jerusalén, León Amiras, un soldado raso «no corre peligro de ser detenido en ningún lugar». El letrado, sin embargo, explica que en el caso de ostentar un rango militar elevado, como es el caso de un jefe de División de un batallón, sí puede llegar a ser arrestado.
A pesar de todo, Amiras señala que cree que la posibilidad de que esto ocurra es «casi nula». «Estoy casi seguro de que no existe base jurídica, porque actuaron en nombre del Estado», explica. El abogado, de raíces argentinas y españolas, señala que la Justicia israelí ha abierto entre 30 y 40 casos contra todo tipo de soldados por atentar contra el Derecho Internacional, pero matiza que «en tiempos de guerra, la justicia va más lenta». El principal problema para Israel es la ingente cantidad de material en redes sociales que incrimina a sus soldados y que, además ha sido documentado recientemente en un extenso reportaje por el medio estadounidense The Washington Post. En su artículo, el Post utiliza las grabaciones que los soldados israelíes publicaron en sus perfiles durante la campaña militar en la Franja.
El letrado, en conversación con El Debate, trata de justificar estas polémicas actitudes en la excesiva juventud de la mayoría de los militares. «El soldado israelí lo último que quiere es ir a la guerra», concluye. El pasado mes de octubre, más de 130 reservistas, firmaron una carta dirigida al Ministerio de Defensa en la que se negaban a combatir en Gaza o el Líbano. Uno de esos soldados es Yotam Vilk, de 28 años, que en una entrevista con la agencia de noticias Associated Press, confesó que las instrucciones que tenían eran disparar a cualquier persona no autorizada que entrara en la zona de seguridad controlada por Israel en la Franja. Ahora, con la entrada en vigor de alto el fuego en la Franja, la vuelta de los soldados a una vida normal supone un nuevo reto para Israel.