Fundado en 1910
Central nuclear en Francia

Central nuclear en FranciaPxhere

¿Puede Francia proteger al resto de países europeos con su arsenal nuclear?

La última propuesta de Emmanuel Macron puede afianzar la autonomía estratégica de Europa, si bien plantea serios problemas doctrinales y de equilibrio de fuerzas

Emmanuel Macron ha reaccionado de forma contundente a la actual confusión geopolítica generada por las nuevas orientaciones de la diplomacia estadounidense.

En un discurso televisivo pronunciado el pasado miércoles, decidió «abrir el debate estratégico sobre la protección mediante nuestra disuasión nuclear de nuestros aliados en el continente europeo». Una propuesta novedosa que el mandatario formula en su condición de jefe del único Estado miembro de la Unión Europea en poseer una fuerza de disuasión nuclear, desde la consumación del Brexit por parte del Reino Unido hace ya cinco años.

Las respuestas de los socios europeos de Francia al órdago de su presidente han sido diversas. La más faltona la ha protagonizado Matteo Salvini, ministro de Transportes de Italia, líder de la Liga Norte y cuyas posiciones conciliadoras para con Rusia son notorias, para quién «jamás habría que poner un Ejército europeo en manos de un loco como Macron». Por su parte, el probable futuro canciller de Alemania, Friedrich Merz, ha acogido positivamente la oferta francesa, en lo que podría suponer un quiebro espectacular de la posición tradicional de su país, que hasta entonces había encomendado exclusivamente su seguridad al paraguas nuclear estadounidense.

Más compleja ha sido la opinión del primer ministro polaco Donald Tusk, cuyo país es el único miembro de la OTAN que comparte frontera con Rusia y Ucrania: pretende, en el peor de los casos, «tener la certeza de poder apretar [juntamente con Francia] el botón nuclear». Macron le respondió por anticipado en su discurso: esa decisión quedará siempre, y con carácter exclusivo, en manos del presidente de Francia. Goza, además, del pleno apoyo de la clase política gala en este aspecto preciso.

Otra vertiente esencial del asunto es la revisión doctrinal que acarrearía para Francia semejante cambio de paradigma para su seguridad. Su fuerza de disuasión nuclear, popular e internacionalmente conocida como la force de frappe, fue instituida en 1966 por el entonces presidente Charles de Gaulle para evitar una completa dependencia estratégica de Francia respecto a Estados Unidos. Ese mismo año, Francia abandonó la estructura militar de la OTAN, aunque no la alianza política, y aprovechó esta mutación de su defensa para fijar su doctrina nuclear.

El presidente francés, Emmanuel Macron durante su discurso a la nación

El presidente francés, Emmanuel Macron durante su discurso a la naciónAFP

Esta última reposa sobre dos vertientes: es defensiva y debe evitar cualquier perjuicio a los intereses vitales del país. Lo primero significa principalmente que, debido a la gran destrucción que pueden causar las armas nucleares, su mera posesión es suficiente para disuadir a un adversario con capacidades militares mucho más poderosas. En cuanto a los intereses vitales, se pueden definir como la integridad del territorio francés, la protección de su población y la soberanía del país. Sin embargo, a lo largo de las últimas décadas, los sucesivos presidentes han sugerido que los intereses vitales podrían ir más allá del marco estrictamente francés y extenderse en particular a los aliados europeos, mientras que París también ha indicado, desde 1972 —regía entonces los destinos de Francia Georges Pompidou, primer sucesor de De Gaulle— que su disuasión contribuía de manera autónoma a la seguridad de la OTAN.

Una vez planteado el marco doctrinal, surge la inevitable pregunta de si un hipotético ataque ruso a, pongamos por caso, Polonia o Rumanía, sería un ataque a los intereses vitales franceses. «Si se extiende el paraguas nuclear, significa que se está dispuesto a utilizar armas nucleares para proteger a otro Estado miembro de la UE o de la OTAN; pero significa igualmente exponerse a represalias por parte de otro Estado», opina en declaraciones a la web Euronews Chrisrophe Wasinski, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Libre de Bruselas.

Después llega el debate sobre la composición exacta de la force de frappe y su capacidad de enfrentarse a Rusia. En la actualidad, París dispone de 290 cabezas nucleares frente a los 4.380 de Moscú.

Una desigualdad nítida, pues. La force de frappe se estructura, en primer lugar, en el elemento aerotransportado o fuerzas aéreas estratégicas. Hoy dispone de dos escuadrones Rafale, es decir, una cuarentena de aviones cazabombarderos, desplegados en la base aérea de Saint-Dizier, situada en el este de Francia. La autonomía de estos Rafale se amplía gracias a la dotación de 14 aviones cisterna A330-200 «Phénix» Mrtt, lo que permite prever incursiones de larga distancia. El Rafale también puede llevar un arsenal de 54 misiles de crucero con cabeza nuclear, los Asmpa, con un alcance de alrededor de 500 kilómetros. Una decena de aviones Rafale Marine también podrán embarcar esos misiles en el portaaviones nuclear Charles-de-Gaulle; aunque solo por orden del presidente de la República.

El segundo elemento que configura la force de frappe es la Fuerza Oceánica Estratégica (FOST), que incluye cuatro submarinos nucleares lanzamisiles, cada uno equipado con 16 misiles balísticos M51. Estos tienen un alcance intercontinental de unos 10.000 kilómetros y cada uno lleva seis ojivas nucleares independientes. Presenta este elemento la ventaja de que como los submarinos en cuestión navegan por todos los mares del planeta sin que se sepan dónde están en cada momento, podrían operar desde fuera del territorio francés en caso de que fuera atacado. Pero, ¿estaría cualquier presidente de Francia dispuesto a asumir tamaño riesgo en defensa de otro país?

Tampoco se puede obviar, siempre en el marco de la evaluación de la capacidad nuclear francesa, la vertiente presupuestaria. La situación hoy en día es la siguiente: con arreglo a la ley de programación militar en vigor, adoptada en agosto de 2023, destina 54.000 millones de euros a esta misión para el periodo 2024-2030, lo que representa el 13 % del presupuesto total de Defensa. En 2023, se destinaron 5.600 millones de euros a la disuasión, una cantidad que debería alcanzar los 6.000 millones en 2024. Si bien esta suma representa aproximadamente el 12 % del presupuesto anual de Defensa, constituye casi un tercio del presupuesto vinculado al equipamiento, en particular debido al lanzamiento de un gran proyecto: la renovación de los cuatro submarinos nucleares. Lanzado en marzo de 2024, este programa debería permitir la puesta en servicio del primer submarino de tercera generación hacia 2035. Un poco tarde, tal vez, para responder a las urgencias actuales de la seguridad europea.

comentarios
tracking