
Una pintura que representa al presidente ruso Vladimir Putin y al estadounidense Donald Trump, en San Petersburgo
Trump y Putin se reparten Ucrania: territorio para Rusia y recursos para Estados Unidos
Las cartas están sobre la mesa. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, tienen claros sus objetivos en la guerra de Ucrania y, desde el principio, ninguno ha escondido sus intenciones ni ha tratado de matizar su postura. Para el estadounidense es una cuestión de negocios y economía. Ya lo dijo en su campaña electoral, el conflicto en el corazón del Viejo Continente, y que ya dura más de cuatro años, ha costado demasiado dinero a sus conciudadanos y él prometió acabar con la invasión en 48 horas y, además, recuperar todo ese dinero invertido en un conflicto ajeno.
Para el ruso es una cuestión de poder y territorio. Putin ansía volver a los tiempos del imperio, cuando Moscú trataba de tú a tú con las grandes potencias y, ahora con Trump de vuelta en la Casa Blanca, en parte, lo ha logrado. El republicano rompió con la política de su antecesor Joe Biden de aislar por completo al autócrata y decidió descolgar el teléfono y llamarle directamente el pasado mes de febrero. En estos dos últimos meses, ambos líderes han mantenido dos conversaciones, aunque medios estadounidenses han llegado a publicar que han hablado en más ocasiones, pero no se han hecho públicas.
La última tuvo lugar este martes, y resultó ser un fracaso para Trump. Washington pretendía apuntalar de una vez por todas un alto el fuego de 30 días en Ucrania, pero El Kremlin solo le concedió una tregua parcial de un mes en el sistema energético. Putin insistió en la necesidad de abordar las «raíces del conflicto». Unas declaraciones que, traducidas, significan que se reconozca la soberanía rusa sobre los territorios ucranianos ocupados: la península de Crimea, así como Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Rusia tampoco permitirá la entrada de Ucrania en la Alianza Atlántica (OTAN) ni el despliegue de tropas europeas en el país. Y quién sabe si vetaría también su ingreso en la Unión Europea.
En definitiva, que la nación ucraniana pierda toda su soberanía, capacidad de decisión e independencia y quede subyugada a los intereses de Rusia. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, consciente de que esta exigencia estará sobre la mesa de negociaciones, ya ha asegurado, en numerosas ocasiones, que no cederá ningún centímetro de su territorio. Por eso, Putin también pide la cabeza del ucraniano. Trump, que tampoco comparte una gran sintonía con el mandatario ucraniano y que ha comprado el discurso ruso de que no es un presidente elegido democráticamente y debería someterse a elecciones, ha roto el tabú sobre las negociaciones de territorios.El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mike Waltz, desveló, sin apenas pestañear, que «cualquier acuerdo pasará por las cesiones territoriales de Ucrania y los compromisos de seguridad de Rusia». Trump, en términos más económicos, se refirió a la necesidad de establecer un «reparto de activos» entre Kiev y Moscú y Estados Unidos, como mediador del conflicto debe cobrar su comisión. Una realidad que Trump nunca ha escondido. Su prioridad es firmar con Kiev, cuanto antes, el acuerdo para poder explotar sus tierras raras e hidrocarburos, y ahora también ha propuesto quedarse con las centrales eléctricas y nucleares de Ucrania, entre ellas la de Zaporiyia, la más grande de Europa.
La Casa Blanca considera que no existe mayor «garantía de seguridad» para el país invadido que Estados Unidos participe en su economía. Zelenski, al que –como bruscamente dijo Trump– ya no le quedan cartas, explicó que efectivamente esta posibilidad se puso sobre la mesa durante la llamada del miércoles. «La conversación fue sobre la central nuclear, que está actualmente bajo ocupación temporal (rusa)», confirmó el ucraniano en una rueda de prensa. El republicano sabe que Ucrania no tiene recursos para recuperar toda la infraestructura destruida por el Ejército ruso y se ofreció –no desinteresadamente– a hacerse cargo de la planta. Zelenski, ante tal propuesta, no pudo más que contestar que está abierto a debatir inversiones para modernizar la central, pero no su propiedad.
Putin y Trump se entienden, porque ambos buscan sacar beneficio propio de un país invadido. Sin embargo, el republicano quiere resultados ya. El ruso prefiere esperar. El próximo lunes, en la capital de Arabia Saudí, Riad, está prevista una nueva reunión entre las delegaciones de Estados Unidos y Rusia, también con Ucrania. Públicamente, se habla de negociaciones sobre una posible tregua en el mar Negro, pero realmente, entre bambalinas, se discutirá ese «reparto de activos», mientras que Europa observa la jugada desde la retaguardia.