Evo Morales, embriagado de poder, parte en dos al socialismo boliviano
El conflicto al interior del MAS se da pot las futuras elecciones y los procesos abiertos por narcotráfico y corrupción de los gobiernos de Morales
Pasado un tiempo en el gobierno, la izquierda se divide. No es que sea una condición exclusiva de ella, la derecha algunas veces también se fragmenta. Pero los socialistas, y sus coaliciones en general, se parten en dos o en tres. Erosionan.
En América Latina, el motor de esta división –muestra la historia– son los expresidentes y su apetito de poder, como en el caso de Bolivia.
Bolivia: el MAS
Enfrentados con Evo Morales, el presidente Luis Arce y su vicepresidente David Choquehuanca lideran una facción renovadora dentro del Movimiento al Socialismo (MAS), que divide a la izquierda boliviana.
«Es la derecha interna» y no «destrozan el movimiento popular», insiste Evo Morales y los exministros que les son leales, en momentos en que Arce ha pedido que el MAS se convierta en un partido «pluralista».
Ha pasado lo mismo recientemente en Argentina. Allí, Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tensionan –más que la inflación– al peronismo. Al punto de que ya no se hablan.
El Chapare
Incapaz de abrir nuevos espacios, Morales teme perder el monopolio de las bases populares con Arce y Choquehuanca, que en Bolivia se concentran en zonas cocaleras, como El Chapare, lugar de la última disputa.
En El Chapare, la región más fiel al expresidente, el vicepresidente Choquehuanca ha visitado a sindicatos cocaleros. Unos lo han recibido con las puertas abiertas, otros, como el del Chimoré, han bloqueado carreteras, en línea con las molestias de Morales.
«Chimoré aprobó la resolución de no recibir a ninguna autoridad si no tiene autorización de las organizaciones matrices», decía un comunicado.
Morales intenta bloquear no sólo a las líneas más moderadas del MAS, sino que busca también, y a como dé lugar, torpedear la reelección de Arce en las elecciones presidenciales de 2025, en las se presentará una vez más.
Conocida la intención del expresidente, Arce ha venido criticando la obsesión de Morales por el poder, que se asemeja un poco a la que tiene Lula, pero es aún más obtusa: ha gobernado tres veces, y quiere una cuarta.
«Yo veo mucho jóvenes y ellos también quieren su oportunidad para ser ministros, para gobernar. Yo creo que hay que darles el paso adecuado y hay que saber retirarse en su momento adecuado», dijo el presidente Arce a Cadena A.
Así haya ganado por la urnas, Morales es incapaz de renunciar al poder, como Stroessneer que gobernó Paraguay indefinidamente por 40 años, un dictador, o tantos otros de la misma talla en la región.
El conflicto al interior del MAS se da, también, por los procesos por narcotráfico y corrupción durante los gobiernos de Morales que la justicia boliviana ha abierto. Como era de esperarse, en una salida clásica como Fernández de Kirchner en Argentina o Correa en Ecuador, el expresidente se ha declarado «perseguido político».
Al sur, al oeste
A unos kilómetros hacia el oeste y otros hacia el sur, las disputas entre expresidentes y mandatarios del mismo partido de izquierda han llevado a que la derecha vuelva al poder, como en Ecuador.
En Bolivia, Arce le apuesta a moderar el socialismo, con recetas conocidas que implican sacar del juego a codiciosos expresidentes, que acumulan mucho poder, pero que, sin embargo, no parecen tener el suficiente para frenar a los líderes del momento.
Repetida y casi que calcada en el caso de Ecuador durante el gobierno de Lenin Moreno (2017-21), la pelea entre el presidente y un poderoso exmandatario se desarrolla sin saber aún hasta qué punto Arce va terminar del lado de la oposición, como ocurrió con Moreno.
Es claro, por lo pronto, que el Movimiento al Socialismo está dividido en dos partes irreconciliables y poderosas, y que una de ellas la lidera un poderoso expresidente, dispuesto a gobernar por la eternidad.
Embriagado de poder, Morales puede chocar con sus bases y resbalarse, esta vez de manera definitiva.
- Pablo Uribe Ruan es consultor y analista. MPhil en la Universidad de Oxford. Antes, editor internacional de 'El Nuevo Siglo'