Petro, un populista sin calle
No moviliza tanta gente, a pesar de ser un populista de raigambre. Por eso, el 1 de mayo decidió cooptar las marchas de los trabajadores
Estamos frente a un «populista sin pueblo» –como lo llamó Gustavo Duncan–, que se jacta en sus discursos de movilizar a las bases sociales, pero cada vez que cita al «pueblo», las calles se ven medio vacías.
Gustavo Petro es, mejor, un «populista sin calle» que sueña con las bases del Frente Popular de Salvador Allende, o la convocatoria de Jorge Eliecer Gaitán y la furia de sus antorchas.
Sin embargo, no le ha quedado más remedio el 1 de mayo que, para cambiar el relato de su falta de calle, marchar con los sindicatos, los estudiantes, los grupos indígenas, las feministas y otros grupos que por tradición se movilizan ese día y no necesariamente son petristas o creen en su causa.
Esta vez, coopta el movimiento social para medir fuerzas con la oposición colombiana que movilizó a más de un millón de personas el 21 de abril y a la que Petro ha calificado de grupo de «resentidos de clase media-alta», de arribistas, ni siquiera oligarcas, que se visten de blanco y zapatillas para llenar las principales plazas del país.
Lo paradójico es que, en un país tan desigual, como denuncia Petro, haya tantos «arribistas», «tanto levantado», cuando se supone que lo que hay es una «élite extractivista», casi de señores feudales.
Delirios
Son los delirios del populista sin calle. Retórica vacía que choca con la realidad: la del termómetro de la calle, una calle que no le pertenece a Petro y que, por el contrario, ha mostrado autonomía y critica a un gobierno que insiste en la división y la pugnacidad.
Es raro. Los populistas suelen dominar las bases sociales. A Víctor Haya de La Torre lo seguían millones de peruanos devotos de aquel sueño socialista del Apra. Juan Domingo Perón tenía los «descamisados» y, luego, «la Cámpora». De él se copió Hugo Chávez y toda la camada del Socialismo del Siglo XXI.
La gran obsesión del populista es inventarse un pueblo, como dice Carlos Granés; los verdaderos peruanos, la voz del pueblo venezolano o los mexicanos no ´fifís´, un certificado de autenticidad. La creación de una filiación trivial, casi que religiosa, sobre una causa.
De los trabajadores, y no trabaja
Pero Petro no tiene pueblo o, para ser justo, tiene poco. El Petro de hoy parece más como esos políticos franceses y socialistas aburguesados, que algunos en Francia llaman «gauche-caviar» (izquierda-caviar).
No lo digo por su ropa, o por sus zapatos, una crítica común en Colombia que, la verdad, parece irrelevante, salvo por su mal gusto.
Parece más bien que su discurso, formas y políticas no conectan con las bases o que esas bases no creen en su proyecto de cambio para movilizarse en las calles, salvo que haya plata de por medio.
Petro es un populista que ha despertado la revancha, el victimismo y la división en la sociedad colombiana, y tiene una base que lo sigue con altos niveles de fanatismo, pero su pesadilla es que no convoca la misma gente que sus ídolos de infancia (Allende, Castro).
El 1 de mayo lo hemos visto llevando la pancarta de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), custodiado por las bases indígenas –su mayor aliado–, intentando mostrar que es un líder masivo, popular.
Pero ya sabemos que es un populista sin calle. Que el 1 de mayo es de los trabajadores y él es un retórico que, si algo tenemos claro, es que poco trabaja.