Insólito
Fernando Alonso suda la gota gorda para subirse a su nuevo deportivo de calle: ¡tarda casi 2 minutos!
En el mundo del automóvil no todo es diseño, sino que se lo digan a Alonso y a su acompañante que se han dejado los riñones para montarse en el nuevo coche de calle del asturiano
Si algo tiene Fernando Alonso en su garaje son superdeportivos, pues conserva piezas de casi todas las escuderías por las que ha pasado y faltan dedos en una mano para contarlas todas.
Quizá el más llamativo sea el último en el que se ha dejado ver en compañía de su compañera Melissa Jiménez durante sus vacaciones en Mónaco, donde ha pasado unos días antes de retomar su trabajo.
Imagínate salir
En este caso nos referimos a un verdadero diablo sobre ruedas, un coche del que tan sólo se han fabricado 150 unidades y dudamos que se produzca alguna más y con el que Aston Martin, su actual escudería, es capaz de competir con cualquier de los fabricantes que hay en el mundo.
Nos referimos al Aston Martin Valkyrie, que tiene un esquema híbrido de motor de gasolina y eléctrico y supera los 1.155 caballos de potencia gracias a su motor con arquitectura W12.
Vámonos cariño!!!
Entra sus principales cualidades están el superar los 300 kilómetros/hora sin la menor complicación y acelerar de 0 a 100 kilómetros/hora en sólo 2,5 segundos, un verdadero rayo.
Su imagen no es que sea impactante, es que es muy poco probable cruzarse jamás con una unidad por la calle, pues todas han volado ya.
En este caso a la salida del restaurante en el que ya le hemos podido ver en algunas ocasiones, Fernando Alonso demuestra que su espectacular nuevo coche es de todo menos funcional.
Cronometrando la maniobra
Cronómetro en mano, Melissa Jiménez y él mismo tardan en torno a los dos minutos sólo para entrar al coche.
Primero Fernando le explica a ella que debe entrar con las dos piernas a la vez y luego realiza él la operación, aunque antes debe primero abrir la puerta de tipo vertical, quitar el volante (literal) y entrar como el que entra a un submarino.
Estamos hablando de un vehículo que tiene un valor de mercado actualmente entre 3,5 y 5 millones de euros, en función de la unidad en concreto y de la prisa de su vendedor, bendita locura.