Práctico
'Diésel gustazo' o por qué comprar un coche de gasóleo todavía tiene todo el sentido
Este lema publicitario de los años 90 nos hace romper una lanza a favor de los coches diésel, una tecnología muy recomendable incluso en plena época de los híbridos y eléctricos
Las estadísticas reflejan que en el mercado de coches nuevos los diésel tienen ya un peso por debajo del 10 %, una verdadera pena cuando este tipo de tecnología llegó a rozar el 60 % de cuota de mercado a principios de los años 2000.
Eran los locos años TDi, cuando los motores de gasóleo se usaban incluso en coches urbanos que recorrían unos cientos de kilómetros al año, una verdadera exageración.
Fiebre diésel
Fue una verdadera época dorada en la que todos los fabricantes sin excepción invirtieron ingentes cantidades de dinero para desarrollar estos motores que pasaron de las furgonetas y los camiones a los turismos.
Estos propulsores ganaron en refinamiento y nos enseñaron que podíamos recorrer más de 1.000 kilómetros sin pasar por la gasolinera y tener un consumo medio de unos 4 litros a los 100 kilómetros, cuando los gasolina no bajaban de 9.
El final del gasóleo
El dieselgate y Bruselas acabaron para siempre con ellos. Hoy en día aunque hay demanda sólo algunos coches conservan versiones diésel, lo que hace que hayan sido relegados al olvido.
En el caso de los coches usados las cosas son diferentes, aquí aún supusieron un 52 % de las ventas el año pasado, o lo que es lo mismo: uno de cada dos coches usados que se vende en España es diésel.
En los años 90 el lema publicitario de una marca francesa «diésel gustazo» se hizo extremadamente popular y aún hoy se recuerda con cariño.
La realidad es que la compra de un diésel sigue teniendo todo el sentido por varias causas. La primera y más importante es el ahorro, un coche diésel aún sigue gastando entre un 10 y un 15 % menos que uno de gasolina, a lo que hay que sumar que el gasóleo es más barato que la gasolina, con lo que el ahorro conjunto por kilómetro puede rondar el 20 %.
Todo ello con permiso del Gobierno, que ya ha anunciado su intención de subir el litro de gasóleo eliminando sus beneficios fiscales a lo largo de 2025.
Se sigue ahorrando
La segunda de las razones es la duración, los motores diésel bien hechos utilizan materiales más resistentes que los gasolina, lo que permite realizar un mayor kilometraje en condiciones normales.
En paralelo el funcionamiento es tanto o más refinado que los gasolina, con un empuje superior (par motor) a los gasolina, lo que evita tener que cambiar de marchas con tanta frecuencia y los hace más cómodos en carretera.
Por último conviene tener en cuenta que si tiene etiqueta B o C las limitaciones van a ser exactamente las mismas que un equivalente de gasolina, pues no se hace distinciones en cuanto a combustible. Incluso existen motores diésel híbridos con etiqueta Eco y Cero.
Razones más que suficientes para que la clave esté en elegir el motor adecuado en función del número de kilómetros que recorramos al año, por encima de 30.000 sigue interesando un coche diésel.