El conde de Orgaz (1936-2022)
El gran señor de Orgaz
En la década de los ochenta, y con el notable impulso de Doña Pilar de Borbón, fundó la ONG Ayuda en Acción a la que convirtió en una de las primeras organizaciones no gubernamentales de cooperación al desarrollo de nuestro país
Gonzalo Crespí de Valldaura y Bosch-Labrús
Empresario, intelectual, filántropo
Fue un empresario que creó la ONG Ayuda en Acción, presidió la Asociación Internacional de Bibliófilos, la Fundación de Amigos de la Biblioteca Nacional de España, el Nuevo Club y la Asamblea Española de la Orden de Malta. Era miembro del Consejo Rector de la Cofradía de la Buena Mesa
Se llamaba Gonzalo Crespí ( con acento en la i, como recalcaba si no lo pronunciabas correctamente ) de Valldaura y Bosch- Labrús pero todo el mundo lo conocía como Gonzalo Orgaz. Y es que Gonzalo, que nos dejó el pasado 25 de febrero para subir a la casa del Padre, llevaba el condado de igual nombre que inmortalizó El Greco en una de sus obras maestras que brilla en la parroquia de Santo Tomé de Toledo.
Tal circunstacia dio lugar a anécdotas hilarantes como aquella vez en que a Geni, su mujer, al ser presentada como condesa de Orgaz, le dieron el pésame con cara compungida . Pero ni ello ni el llevar otros muchos títulos nobiliarios que le enraizaban con las cuatro esquinas de la geografía y de la historia de España, son suficientes para explicar la rica personalidad de Gonzalo y su manera de estar en la vida.
Gonzalo Orgaz se habría encontrado a sus anchas en la época del Renacimiento. Todo le interesaba y por todo se interesaba; de ahí que su actividad se deplegara en innumerables campos y facetas. Y si Nicolás Guillén escribió de sí mismo que «estudié derecho para ganarme la vida», Gonzalo hizo lo propio en el mundo de la publicidad y ejerció como empresario con notable éxito.
Pero ello no fue obstáculo para que dedicara su tiempo y su esfuerzo a otras muchas cosas y causas. En la década de los ochenta, y con el notable impulso de Doña Pilar de Borbón, fundó la ONG Ayuda en Acción a la que convirtió en una de las primeras organizaciones no gubernamentales de cooperación al desarrollo de nuestro país. Cuando dejó la Presidencia en 2003 «porque más de veinte años soportándome como presidente era más de lo que se podía exigir a ninguna organización por caritativa que ésta fuese» , continuó su compromiso con los más necesitados asumiendo la presidencia de la Asamblea Española de la Orden de Malta.
Al frente de la Orden continuó la importante labor hospitalaria que había iniciado Luis Guillermo Perinat y dejó abundantes muestras de su talento y buen hacer. Y no contento con ello, este lector impenitente tuvo tiempo y perseverancia para doctorarse en Historia por la UNED, escribir dos libros sobre sus antepasados –«Los señores de Orgaz» y «Diario del señor Don Cristóbal Crespí» desde el día en que fue nombrado presidente del Consejo de Aragón-, presidir la Asociación Internacional de Bibliófilos y la Fundación de Amigos de la Biblioteca Nacional de España.
Fue también un notable gastrónomo que contribuyó a encumbrar la cocina española tanto desde la Cofradía de la Buena Mesa, a cuyo Consejo Rector pertenecía, como desde la presidencia del Nuevo Club; un aplaudido actor, cuya representación de su antepasado, el cardenal Espinosa, fue muy recordada así como un reconocido melómano colaborando con los Amigos de la Ópera desde su fundación. Asiduo desde hace más de sesenta años al palco 9 de Plaza de las Ventas, donde aprendió a lidiar con el mundo taurino sentado entre el maestro Domingo Ortega y Don José María Cossío.
A mediados de los años noventa, Gonzalo me invitó a formar parte del patronato de Ayuda en Acción. Unos años más tarde me propuso ser su vicepresidente. «Acepto… si me invitas una vez al año a tu palco del Liceo a escuchar a Wagner», fue mi respuesta. A Gonzalo le pareció un acuerdo razonable y durante muchos años, aún incluso tras haber dejado Ayuda en Acción, cumplió su promesa y todos los años disfrutábamos de aquella Barcelona que él tanto quería y era un magnífico exponente del joie de vivre que desapareció en la nada del independentismo. Recuerdo que asistió a mi toma de posesión como ministro; mientras me daba un caluroso abrazo le susurré al oído «Ahora será el ministro de Cultura de España el que te llevará al Liceo»…
Pero todas estas facetas, aficiones e intereses que dibujan el perfil de un hombre renacentista son solo complementarias de los dos grandes afectos de Gonzalo Orgaz: su familia y sus amigos. Releyendo algunas de sus entrevistas me ha llamado la atención el amor y la admiración con las que habla de Eugenia Cardenal de Caralt, su mujer. También de sus cinco hijos y sus catorce nietos, de los que tan orgulloso se sentía. No hubo palabras más hermosas para corresponder a ese entrañable cariño que las pronunciadas por su hija en la Misa celebrada en su casa antes de su entierro donde, desde una arraigada Fe, agradeció al Señor el ejemplo que ella y sus hermanos habían recibido de sus padres.
La desolación ante su inesperada muerte también se reflejaba en los rostros de sus numerosos amigos que tuvimos la fortuna de compartir vivencias con este gran liberal, lleno de sentido del humor, cordial y afable, divertido y, a la vez, impregnado de seny, de este catalán de Madrid y madrileño de Barcelona, del gran señor de Ávila, que nos demostró con el ejemplo de una vida plena y honorable que inteligencia y bondad pueden ir de la mano hasta el último suspiro.