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Aldo Olcese

Aldo OlceseEl Debate

Aldo Olcese (1957-2025)

Un humanista inolvidable

No era solo un economista de renombre, académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, sino también un pionero en la responsabilidad social corporativa

Aldo Olcese
Nació en Tetuán (1957) y falleció este pasado domingo.

Aldo Olcese Santoja

Doctor en Economía Financiera

Fue pionero de la responsabilidad social corporativa en España, precursor en la defensa del capitalismo humanista y asesor de varios gobiernos.

Se ha ido un grande, un verdadero humanista, y con él se apaga una luz que iluminó a tantos. Anoche, domingo 2 de marzo de 2025, antes de irnos a dormir, una llamada quebró la calma: «Aldo Olcese ha fallecido». Fue una de esas noches oscuras en las que los recuerdos se agolpan y el alma no encuentra consuelo. Hoy, con el corazón en un puño, intento poner en palabras quién fue Aldo para mí y para España.

Aldo Olcese Santonja nació en Tetuán, 1957. Eso le ofreció una visión transversal de la historia, de la política y de la razón de todo ser humano: servir al bien común.

Aldo, no era solo un economista de renombre, académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, o un pionero en la responsabilidad social corporativa; era, sobre todo, un hombre de una generosidad extraordinaria. Doctor Cum Laude en Ciencias Económicas, presidió instituciones como la Fundación Independiente y la Fundación Europe, y dejó huella en las grandes reformas financieras de España y Europa. Pero más allá de su brillante trayectoria, Aldo tenía una virtud rara: creía en las personas.

Cuando yo tenía apenas 26 años, él fue el primero en tenderme la mano, pero como a mí, a tantos otros jóvenes a quienes saco de la marginación, de las drogas o de espacios de vulnerabilidad sin esperar mayor reconocimiento que el de dormir en paz. Aldo, de esos referentes que a los jóvenes, no nos engañaba con palabras huecas como que la juventud éramos ya el presente, y no el futuro; él a diferencia de tantos otros, apostaba con hechos por ayudarnos a construir un futuro mejor. Lo viví en primera persona cuando un día con esa convicción que lo definía me invitó a una conferencia en el prestigioso Club Financiero Génova, donde, ante un público de abogados, empresarios y políticos de altura, pude exponer mis ideas: «Sin estabilidad política y jurídica, no hay estabilidad económica». Hablé de la politización de la justicia, del Consejo General del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional, y él, lejos de limitarme, me dio alas.

Aquel almuerzo marcó un antes y un después. Aldo me nombró Vicepresidente de la Fundación Independiente, siendo de lejos el patrono más joven de la fundación, un honor que me permitió compartir mesa y reflexiones con los principales referentes de la economía y la sociedad civil española. Su visión era clara: la sociedad civil debía ser el contrapeso a un poder político que, en sus palabras, «lo ocupa todo». Soñaba con un país donde ciudadanos libres e iguales, lideraran propuestas para mejorarlo, un legado que ofrecía a los dirigentes como herramienta de progreso.

Así lo reflejó en su obra, El capitalismo humanista, el capital al servicio de las personas, y colectivos. Empresarios de talla con principios y valores que aportan valor al bien común y no solo a la cuenta de resultados. El prólogo de la obra corrió a cargo de otro referente español, don Ricardo Díez-Hochleitner, quien en mis primeros años me sirvió como guía entre tanto intelectual.

Quienes conocimos a Aldo sabemos que era de aquellos que hacían posible lo imposible.

Hace más de una década, con esa mezcla de entusiasmo y pragmatismo que lo caracterizaba, me llamó: «Juango, ¿quieres ir a la televisión?». «¿Y qué digo?», le respondí, inseguro de mí. «Sé auténtico, di lo que muchos pensamos del sistema, no tengas miedo y señala a los corruptos, a los sin vergüenzas y las ideas que tengas por una España mejor», me contestó sin dudar. Desde entonces, mi vida cambió. Él, un veterano de verdad, no se limitaba a aplaudir a las nuevas generaciones; nos daba oportunidades reales. Sus consejos mensuales eran faros en nuestro camino: «Haceros grandes profesionales abogados, economistas, médicos, alejaros de las modas y del poder público por el poder, triunfad primero en lo privado, y cuando llegue la oportunidad de servir, servir de verdad». Veía la política como los clásicos romanos, un cursus honorum, un servicio que debía ganarse con esfuerzo y mérito. Lejos de la «dedocracia».

Aldo vivía para servir. Si podía mover un contacto para ayudar a alguien, lo hacía sin pedir nada a cambio. Pocas personas con tanto prestigio hemos conocido que dieran tanto por los demás. Así es mi recuerdo guardo como un fin de semana de 2018, me llamó: «Juango, ¿te apetece conocer al Padre Ángel?». Me puse el traje y lo acompañé sin dudarlo. Juntos, desde la Fundación, apoyamos a mujeres víctimas de la trata y a adolescentes vulnerables. Así era él: un humanista en mayúsculas, siempre al lado de los necesitados.

Su visión transversal de la política. Desde Felipe González a Aznar, a despachar con líderes sindicales. Sin enfrentamientos de unos frente a otros sino del debate limpio y constructivo de las ideas. Así lo reflejó en sus conocidos congresos de la Sociedad Civil Ahora, presididos ellos por S.M. el Rey Felipe VI a quien Aldo siempre mostró su máximo respeto institucional.

Hoy, España pierde a un referente cuyo legado trasciende sus logros. Su fe en la sociedad civil, su apuesta por el capitalismo humano, su incansable trabajo por un país mejor, quedan como testimonio de una vida plena y generosa. A sus familiares, amigos y seres queridos, mi más profundo pésame y mi gratitud por haber compartido a alguien tan excepcional. A ti, Aldo, gracias por tanto. Descansa en paz, amigo.

  • Juango Ospina es abogado penalista, fundador de Ospina Abogados y fue vicepresidente de la Fundación Independiente
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