El penalista de las 15.000 causas

Uno de los episodios por los que Pedro Pacheco, controvertido alcalde de Jerez de la Frontera durante 24 años, ha pasado a la posteridad mediática tuvo lugar durante uno de los numerosos juicios a los que se enfrentó cuando declaró: «La Justicia es un cachondeo». Su abogado defensor, Francisco Baena Bocanegra, salió al paso para precisar que la Justicia «no era un cachondeo». «Si lo fuera», precisó, «no estaría aquí. Creo en la Justicia y lucho todos los días por ella. Los jóvenes son muy críticos y me preguntan cómo sigo creyendo en esto. Se trata de una lucha colectiva, gremial y también individual, de cada uno. Todos tenemos que hacer Justicia».

Un nítido recuerdo de los principios que le guiaron a lo largo de los casi 58 años en que ejerció la abogacía desde su bufete de Sevilla, ciudad a la que llegó desde su Coín natal para estudiar Derecho. Se calcula –las estimaciones varían y no es este el espacio para realizar mediciones exhaustivas– que intervino en más de 15.000 causas, muchas pasaron inadvertidas, otras le hicieron saltar a la primera línea de la actualidad nacional. Famosa, por ejemplo, es la foto en la que aparece defendiendo a Baltasar Garzón en el juicio de inhabilitación de este último.

En aquella ocasión Baena Bocanegra no logró la absolución de su defendido. Sin embargo, su buen hacer jurídico sí que desembocó en fallos favorables para los que se encomendaron a él: todos aquellos a los que defendió en el caso Ollero, de supuestas comisiones ilícitas por una concesión de obra pública, siendo necesario un recurso ante el Tribunal Constitucional; nivel al que no hubo que llegar en el caso Arny, por abuso de menores, del que salieron airosos, entre otros, un juez, el humorista Jorge Cadaval y el hermano de María del Monte.

También ejerció en el caso de los ERE de Andalucía y en el de Juan Guerra. Mas defendía a personalidades de todo el espectro político: al exalcalde «popular» de Huelva Pedro Rodríguez, sin ir más lejos. Baena Bocanegra se servía, obviamente, de su gran dominio de la Ciencia Jurídica, pero también, y mucho, de otra herramienta de la abogacía clásica: la oratoria.