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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

¿Tiene arreglo el pique de Ayuso y Casado?

Pasan las semanas y continúan los pellizcos en el seno del PP, para alivio de un Sánchez que derrapaba cuesta abajo

Actualizada 17:14

España es un país donde su Gobierno se ha convertido en uno de sus problemas, y el público lo sabe. La consecuencia es que Sánchez, el presidente más débil de nuestra democracia, deambulaba cariacontecido. Se estaba desplomando en las encuestas, sobre todo por la fiebre inflacionista, un rejón que acogota a los hogares. Pero ahora dos políticos le están ayudando a recuperar la sonrisa: se apellidan Ayuso y Casado. Pasan las semanas y continúan los pellizcos en el seno del PP, para delicia de Sánchez, que ha encontrado ahí el alivio para sus calamidades. Las cuitas han llegado a extremos bizantinos, con Ayuso y Génova chinchándose hasta por menudencias como las cenitas navideñas.

El tema del PP tiene varias soluciones. Ninguna es la actual, que consiste en seguir permitiendo que se pudra la situación y continuar arreándose pataditas en la espinilla bajo el mantel. Las posibles opciones serían las siguientes:

1.- Casado y Ayuso firman la paz y se acaba el espectáculo. Acuerdan que ella aparca su actual campaña de autopromoción hasta que pasen las elecciones generales y él, a cambio, acepta adelantar el congreso de Madrid. Problema: ni Ayuso quiere renunciar a proyectar sus ambiciones ni Casado está dispuesto a transigir con el adelanto del congreso regional, pues cree que ceder ante su compañera (y ya rival por el gran cargo) se interpretaría como una merma de su autoridad.

2.-Por lo que sea, existen políticos que en un momento dado cobran un estatus singular, casi de estrellas del rock, lo que los convierte en auténticas figuras sociales. Le pasó en su momento a Boris Johnson y hoy sucede con Isabel Ayuso. Hay encuestas privadas que acreditan que en estos momentos lograría más escaños que Casado como cabeza de cartel. En lugar de su juego actual –una evidente campaña para hacerse con el liderazgo del PP, pero sin reconocerlo abiertamente–, Ayuso podría optar por sincerarse. Podría colocar las cartas encima de la mesa y plantear que ella es hoy la mejor opción para desalojar a socialistas y comunistas del poder. Podría esgrimir encuestas que lo sustenten y buscar apoyos en el partido para demandar un congreso extraordinario, donde se debatiría quién debe ser el candidato del PP a las generales. Problema: no existe un cauce ya para ello, o al menos Génova pondría todas las trabas para evitar que lo hubiese. Casado y Egea argumentarían que el primero fue elegido por la militancia y tiene derecho a continuar.

3.- Casado, en un insólito gesto de humildad, ofrece una solución a lo PNV: él continúa como presidente del partido, pero Ayuso, dado que hoy es la figura emergente de la política española, será quien compita por la Moncloa. Problema: no existe líder que se apee de su sillón reconociendo que en sus filas hay un correligionario que está más fuerte.

4.- Ayuso se da cuenta –o se lo hacen ver– de que con su juego y el de MAR le está haciendo el caldo gordo a Sánchez, al debilitar al PP. Así que suspende su campaña de autopromoción y chinitas contra Génova, se centra en Madrid y espera tranquilamente a que llegue su hora dentro de unos años para la empresa mayor. Problema: su éxito y su popularidad han inflado mucho sus ambiciones y es difícil bajarse de esa espiral (además media ya un pique personal con Egea, que no es precisamente Mr. Diplomacia).

La solución realista es la 1 o la 4. ¿Mi pronóstico? Seguirán propinándose codazos hasta las elecciones generales. Si Casado las gana y llega a la presidencia con Vox, fin del debate. Si Casado las pierde, Ayuso será la próxima líder del PP. Pero el precio habrá sido muy caro: cuatro años más con Sánchez y Yolanda Díaz.

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