La tolerancia selectiva de la izquierda

El actual Gobierno sí que traspasó muchas líneas rojas que se establecieron en el gran consenso de la Transición. Y se traspasaron solo para que alguien durmiese en la Moncloa, a pesar de no tener el apoyo de los ciudadanos para ello. Vivimos un tiempo en que la tolerancia es selectiva. Tenemos al Rey Juan Carlos, después de cuarenta años de servicios notables a España, autoexiliado en Abu Dabi y se rinden homenajes a un terrorista como Troitiño, que participó en 24 asesinatos. Esa es la línea roja que Sánchez cruzó al aceptar el voto y el apoyo de bilduetarras e independentistas golpistas. Por eso nuestro país está como está. Porque los límites que se traspasaron fueron los de la dignidad y la decencia. Porque si en este país hubiese un gobernante con la visión e impulso necesarios –catalizados por la idea de la democracia verdadera— debería ilegalizar los partidos que reniegan de España y atacan sistemáticamente el funcionamiento de nuestra democracia. No pierdo la esperanza de que llegará algún día ese gobernante. Tal vez todavía esté estudiando bachillerato, pero llegará. Es solo cuestión de paciencia y voluntad. Mientras eso no ocurre, reivindico para el común de los españoles el mismo trato que en este país se les da a los golpistas, a los etarras, a los okupas, a los secesionistas, a los abusadores de menores, a los pedófilos y a sus encubridoras. No sé por qué usted y yo tenemos que ser tan rigurosamente perseguidos por la ley y la administración y no todos los delincuentes que, en cambio, son jaleados por la izquierda y la extrema izquierda –la socialdemocracia, ya saben, ha desaparecido–. No entiendo que, en una sociedad avanzada como se supone que es la nuestra, nos traten de diferente forma en función de la ideología.