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Perro come perroAntonio R. Naranjo

El año de Filomeno Sánchez

Las Marismillas, como el Falcon, son la metáfora de un tiempo extraño de palomas disparando a las escopetas, pero también la probable antesala de un cambio que no será sencillo ni tampoco pacífico

Actualizada 10:58

De no mediar desmentido oficial, Filomeno Sánchez estrenará el año viendo amanecer en Doñana, el coto de caza de Franco, creado por el Rey Alfonso XI y no hace tanto propiedad de la familia Garvey, tan espléndida como expropiada para la ocasión.

Lo hará en el Palacio de las Marismillas, rodeado por un número indeterminado de seres humanos que amplía el cupo de familiares de manera incierta: al menos en el pasado, don Pedro no ha dudado en convertir fálcones y palacios en transporte y albergue de sus propios, como si todo fuera suyo y a nadie debiera explicarle el uso y abuso de costosos recursos públicos.

No es difícil intuirle en alpargatas de esparto y camisa de lino, despertándose junto a Begoña Gómez con el perfume humeante de la primera cafetera preparada por el servicio y una nutrida selección de frutas, panes, bollos y fiambres tendida en la mesa para saludar a 2022 con la presidencial andorga llena.

Por ese paraíso han pasado reyes y presidentes, locales y extranjeros, bien es cierto. Pero ninguno de ellos lo ha hecho con media España en la ruina y la otra media contagiada. Ni tampoco tras alcanzar el poder prometiendo una transparencia convertida luego en la peor opacidad conocida nunca en Moncloa.

El contraste entre la vida de Filomeno a nuestro pesar y el ocaso de España es abrumador, tanto como la dificultad para denunciarlo en un país donde agresores, inútiles, sectarios, vándalos e incompetentes de toda ralea han impuesto la peor de todas las plagas posibles: son ellos quienes piden explicaciones y son ellos quienes se sienten las víctimas.

Si Sánchez ha sido en 2021 Filomena, el volcán, la pandemia y la crisis juntos; la resistencia pacífica, democrática, valiente y argumentada debe ser la respuesta, con una conciencia cívica y ética inmune al chaparrón que la acompaña en un régimen de monocultivo ideológico y mediático.

Las Marismillas, como el Falcon, son la metáfora de un tiempo extraño de palomas disparando a las escopetas, pero también la probable antesala de un cambio que no será sencillo ni tampoco pacífico.

El epílogo del sanchismo, que es un modus operandi antes que un tipo de política, será brusco, de barricada y trinchera en un paisaje lunar dejado por casi cuatro años de degradación en todos los órdenes que se despiden con una imagen icónica: Filomeno en un palacio y usted buscando un puente.

No hay presidente que sobreviva a ese abuso ni Gobierno con colonia suficiente para camuflar el olor a vertedero que deja su paso. Se les acaba el chollo, aunque mientras veremos a Atila cabalgar sobre le hierba yerma de Doñana.

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