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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Isa, ayúdame, porfi

Mientras la gran obsesión de Sánchez es la de ser recibido por algún representante de medio pelo de la administración de los Estados Unidos, Ayuso ha sido reclamada por el alcalde de Nueva York

Actualizada 04:07

La gran obsesión de Pedro Sánchez –no es la única–, es la de ser recibido por algún representante de medio pelo de la administración de los Estados Unidos, sin desdeñar la audiencia de un empresario más o menos conocido, aunque sea pagando por ello. Lo segundo es más sencillo. En La Moncloa ya se han ultimado para la próxima visita a Nueva York –a Begoña le encantan las tiendas de Nueva York–, dos visitas a empresarios de luminosa proyección. Steven Mac Cormick III, nieto de John Mac Cormick, fundador de la empresa que fabrica botes para vaselinas «sostenibles», y Harrison Perugino, italoamericano, principal accionista de la Perugino & Brooks, empresa editora del anuario Quién es Quién de San Juan de Puerto Rico. Steven Mac Cormick III cobra una pasta por recibir a Sánchez, en tanto que Harrison Perugino lo hará gratuitamente, siempre que el Gobierno de España se comprometa a adquirir 2.000 ejemplares del Quién es Quien de Puerto Rico a partir de la edición correspondiente a 2023 con una duración de diez años. Sánchez había confesado a sus asesores y al despacho de influencias que le lleva las gestiones en Nueva York su deseo de ser recibido por los señores Cadillac y Chevrolet, pero no ha sido posible. No existen. Cadillac y Chevrolet son marcas de coches de la General Motors. Entonces, le ordenó Sánchez a Bolaños y a Napoleonchu –como nos ha revelado Ramón Pérez-Maura que le dicen al ministro de Asuntos Exteriores–, que al precio que sea le «agenden» –así habla–, una entrevista con el General Motors, y mucho les ha costado informar a su presidente que no, que tampoco existe el General Motors, que se trata de una gran empresa automovilística que también fabrica el Oldsmobile y el Buick. 

–Presidente (le ha recomendado Bolaños), por ahora vamos a contentarnos con Mac Cormick y Perugino, y más adelante, hablaremos. 

Y así están las cosas. El DC-10 ya está preparado, y por el catering encargado, se deduce que viajará acompañado por su esposa, sus hijas, sus suegros, tres amigas de sus hijas y los Ferreras, que harán de intérpretes.

Y todo por un ataquito de celos. Durante estos últimos días, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha sido recibida y reclamada por el alcalde de Nueva York, que deseaba ser informado del plan antipandemia desarrollado en Madrid y de los pormenores del hospital Isabel Zendal, que ha sido puesto como ejemplo en todo el mundo. Y con posterioridad a la visita al alcalde de Nueva York, Isabel recibió en su hotel al director de Opinión de The Wall Street Journal, interesado en conocer la repercusión económica que ha experimentado Madrid con su reducción de impuestos. Y para mayor agravio, según ha informado el diario El Mundo, la decisión de Elon Musk, el propietario de Tesla y tenedor de la mayor fortuna del mundo, de cerrar su fábrica de California y establecerla en Texas, por su sistema económico y fiscal «a lo Ayuso». Veinte mil puestos de trabajo que California pierde por culpa de sus altos impuestos, y 20.000 puestos de trabajo que Texas gana por lo mismo, pero al revés. Los celos son insoportables.

Y como Sánchez, el gran enamorado de sí mismo, no quiere seguir haciendo el ridículo en los Estados Unidos, donde no le recibe ni el masajista jubilado de Los Ángeles Lakers, en la mañana de ayer, 8 de enero, y escondido bajo la mesa de su despacho para no ser sorprendido por los suyos, ha llamado al móvil de Isabel Díaz Ayuso, y con su vocecita piana y melosa, le ha preguntado: 

–Isa, ¿me ayudarías si te pido que me reciba en los Estados Unidos alguien que mande de verdad? Venga, porfi.

Como hay que respetar el anonimato de las fuentes de información, no puedo publicar si la respuesta ha sido afirmativa o no.

El periodismo tiene sus reglas.

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