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El astrolabioBieito Rubido

Te veo venir, soledad

Ese destierro del alma, esa sensación de abandono que supone el estar solos es punto de partida y también destino

Actualizada 01:33

En el mundo más interconectado que la humanidad ha conocido, el presente, nos morimos de soledad. Es cierto que siempre se ha dicho que nacemos solos y morimos solos, pero la soledad, que ha forjado a tantos seres humanos fuertes y lúcidos, es hoy una plaga social. Se estima que en España más de dos millones y medio de personas viven solas; huérfanas de palabras y de caricias. Son ya mayores y, de ellas, unas cuatro mil deciden quitarse la vida cada año. El suicidio está más presente en ese ambiente de soledad que bajo ninguna otra circunstancia. Ocurre, sin embargo, que las corrientes imperantes en la opinión pública no quieren hablar de ello. «Suicidio» es una palabra maldita, un tema tabú, pero lo cierto es que mueren más españoles por causa de la soledad que en accidentes de carretera. Tal vez deberíamos tomárnoslo más en serio. Una tercera parte de la sociedad española está compuesta por gente mayor y con el paso de los años ese porcentaje se va a incrementar. Incluso ya existe en algún país el Ministerio de la Soledad. Hay que tener mucha fortaleza moral para estar solo con uno mismo. Góngora decía que para ello le bastaban sus sentimientos, pero yo tengo para mí que la soledad nos hace más débiles y frágiles. El ser humano vino al mundo para convertirse en un ser social, para interactuar, para ser longevo…; para sentir ese peso que te aplasta y te abate, la incomunicación y el aislamiento, no merece la pena. Ese destierro del alma, esa sensación de abandono que supone el estar solos es punto de partida y también destino, sí, pero no todos tenemos la musculatura emocional necesaria para sobrellevarlo: necesitamos a los otros. De Feijóo les hablaré mañana.

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