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HorizonteRamón Pérez-Maura

Las similitudes entre Orbán y Feijóo

Víktor Orbán defiende unos principios que vuelven a tener mucha acogida en Europa por la simple razón de que son los mismos sobre los que De Gasperi, Jean Monnet y Robert Schuman construyeron este fabuloso proyecto que hoy es más necesario que nunca: una Europa unida

Actualizada 03:04

Ahora Alberto Núñez Feijóo ya no es el único político de Europa con cuatro mayorías absolutas consecutivas. Hay uno que también tiene cuatro y la mayoría de ellas con dos tercios del Parlamento. Algo que el gallego nunca logró. Bastante ha conseguido ya. El triunfo de Víktor Orbán este domingo en Hungría ha sido espectacular. Los sondeos le daban una victoria muy ajustada. Quizá dos puntos porcentuales. El resultado final ha sido que la coalición de Orbán, liderada por su partido Fidesz, ha logrado el 53,11 por ciento de los votos, mientras que toda la oposición unida en una coalición llamada En Unidad por Hungría ha logrado el 35,02. El candidato cabeza de la oposición, Peter Marki-Zay, no obtuvo escaño entre los 56 que consiguió su coalición. Los institutos demoscópicos han tenido mejores días. La formación de Orbán ha logrado dos escaños más que en 2018. Ha habido sólo otra formación con representación parlamentaria mencionable: la ultraderechista Movimiento Nuestra Patria, que logró el 6,18 por ciento de los votos emitidos. Este partido surgió cuando el ultraderechista Jobbik se unió a la coalición contra Orbán con la izquierda y la extrema izquierda. Evidentemente se quedó con todos sus votos.

Orbán y Feijóo tienen otra similitud: ambos han tenido en sus respectivas mayorías un amplio respaldo de los medios de comunicación de su entorno inmediato, Hungría en un caso y Galicia en el otro. Pero los dos han tenido la férrea oposición de los medios del espacio inmediatamente superior al que ellos gobernaban: España en el caso de Feijóo y Europa en el caso de Orbán. Es algo sobre lo que conviene reflexionar.

Yo no quisiera ver nunca al presidente del Partido Popular y del Gobierno de España en la posición de aislamiento en la que se encuentra Víktor Orbán. He tenido el privilegio de entrevistarlo dos veces. Una el 7 de febrero del 2000, durante su primer mandato como primer ministro, después del cual fue derrotado, y otra el 25 de octubre de 2015, entrevista que hice a medias con mi entonces colega en ABC Hermann Tertsch.

En la guerra de Ucrania fue el primero en condenar la invasión y el más sincero al admitir que Hungría no puede sobrevivir sin el gas ruso. Pero es tan generoso como el que más recibiendo refugiados. Y estoy seguro de que es consciente de que Putin no puede ganar.

Orbán siempre me pareció un hombre de principios. Creo que se equivoca en su posición frente a Europa. Y lo que es peor, que la Unión Europea se equivoca con él, lo que hace que el enfrentamiento sea cada día mayor. Orbán defiende unos principios que vuelven a tener mucha acogida en Europa por la simple razón de que son los mismos sobre los que Alcide de Gasperi, Jean Monnet y Robert Schuman construyeron este fabuloso proyecto que hoy es más necesario que nunca: una Europa unida.

Hay una izquierda que rechaza construir Europa sobre valores. Sobre esos valores en concreto. Están en su derecho, en una democracia. Pero la democracia se fundamenta sobre principios compartidos. Y en Europa estamos viendo cómo se intenta imponer principios que están lejos de ser comunes. Orbán tuvo un fracaso el domingo pese a su éxito arrollador. Se celebró simultáneamente un referendo en el que la falta de quórum ha impedido al líder húngaro sacar adelante el respaldo a la ley que prohíbe hablar de homosexualidad y cambio de género a menores en las escuelas. No quiere decir que la ley deba cambiarse, pero sí que no se molestó en votar el 50 por ciento del electorado, cuando Orbán logró que le votase a él el 53,11. Pero también es cierto que el 90 por ciento de los que votaron lo hicieron a favor de la iniciativa. La oposición se manifestó más con la abstención que con la participación en el proceso democrático.

Las carreras políticas de Feijóo y Orbán han tenido ciertos paralelismos con sustanciales diferencias. Creo que ambos tienen mucho que aprender, el uno del otro. No estaría de menos que los dos se estudiaran.

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