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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Juan Sebastián de Elcano

Álvaro Morte confirma las sospechas: «He hecho un Elcano muy de izquierdas para evitar que se lo apropien». Vamos a ver, tontín. A Juan Sebastián de Elcano sólo se lo ha apropiado la grandeza de nuestra historia y sus navegaciones

Actualizada 01:38

El Buque-Escuela de la Real Armada Española, el Juan Sebastián de Elcano, el «Elcano», ha arribado a Santander, donde siempre es recibido con entusiasmo. Noventa y cinco años de embajador y navegante por todos los océanos y mares del mundo. Miles de marinos han dejado su huella como profesores y alumnos en ese bergantín-goleta de cuatro palos, que probó su primera mar en Cádiz en 1927. Hace pocos años fondeó al socaire del ratón de Guetaria, cuna de nuestro gran navegante. También recibido en la mar de los vascos con los brazos abiertos, obviando los berridos de algunos peneuvistas, los que se han negado a bautizar una calle en Vitoria con el nombre de Miguel Ángel Blanco, y los bilduetarras que sostienen al Gobierno de Sánchez. Cuando desembarcaron, uniformados, guardiamarinas y marineros fueron agasajados en todos los bares y comercios que visitaron. Hay emociones que siempre triunfan sobre el odio.

El Juan Sebastián de Elcano, en sus noventa y cinco años de vida, ha navegado por todos los océanos y mares del mundo formando a miles de marinos entregados voluntariamente al servicio de España. Siempre con su Virgen del Carmen en la capilla, y cuando se trata de dar la vuelta al mundo, con la imagen de «La Galeona». La Estrella de los Mares y la Inmaculada Concepción. Buena compañía. No hay barco más popular y admirado en todos los mares que el «Elcano». He tenido el honor de conocer a muchos de sus comandantes, y todos coinciden en que, culminado el mando, nada hay más triste que despedirse del Buque-Escuela de nuestra Real Armada, que todo buen marino español lleva para siempre en el alma.

Y coincide la llegada del «Elcano» a Santander con el estreno de una serie dedicada a la gesta de Juan Sebastián de Elcano y Magallanes, titulada Sin Límites. Según tengo entendido, sin límites para tanto sesgo y estupidez, aburrida, imprecisa históricamente, politizada e impostora. El actor que interpreta a Juan Sebastián de Elcano, un pretencioso llamado algo así como Álvaro Morte, confirma las sospechas: «He hecho un Elcano muy de izquierdas para evitar que se lo apropien». Vamos a ver, tontín. A Juan Sebastián de Elcano sólo se lo ha apropiado la grandeza de nuestra historia y sus navegaciones. El concepto de las derechas e izquierdas no existía en tiempos del invencible navegante. Por otra parte, el tal Álvaro Morte es un actor. ¿Qué se cree? El actor se aprende la parte del guion que escriben otros, y se somete a las órdenes del director. Si ha «hecho un Elcano muy de izquierdas», habrá sido con el permiso de sus superiores, que probablemente serán tan sesgados y vacíos como él. «Ser actor de cine carece de mérito. Nos aprendemos lo que escriben otros y lo hacemos como nos manda el director», dijo Katherine Hepburn. David Niven fue incluso más tajante: «Ser actor de cine es tan fácil que te puedes equivocar veinte veces rodando la misma escena y no te lo descuentan del sueldo ni del contrato». Y me refiero a David Niven, cuya diferencia con el presumible Morte es aún mayor que la establecida entre Miguel de Cervantes y el guionista de Sin Límites, probablemente. En resumen, y lo escribo sólo en mi nombre y mis intenciones, que va a ver la serie del Juan Sebastián de Elcano «muy de izquierdas» su puñetera madre, que no es precisamente la madre del bravo navegante español. No aprenden estos analfabetos.

Pero sí acudiré al muelle santanderino para ver, una vez más, la galanura y belleza del Buque-Escuela de nuestra Armada, que parece haber nacido ayer. Y ese orgullo no es «muy de derechas» y nada tiene que ver con apropiarse de la figura histórica del marino de Guetaria. Tiene que ver con sentirse orgulloso de nuestra historia, nuestras navegaciones y nuestros marinos. Sentirse orgulloso de España. Ni más, ni menos.

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