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El puntalAntonio Jiménez

Cuentas y cuentos del «sanchismo»

Las cuentas públicas del próximo año han sido cuestionadas, y por tanto enmendadas, por el Banco de España, el BBVA, cuya previsión de crecimiento es aún menor que la del banco emisor, un 1 por ciento, y hasta por la Airef

Actualizada 01:30

Va a ser verdad que todo se pega menos la hermosura. En esta ocasión se le podría aplicar al otrora supuesto riguroso hacendista y escrupuloso guardián de la fiscalidad al frente de la Autoridad Fiscal Independiente (Airef) y ahora devenido en un entusiasta «sanchista», émulo de la ministra de Hacienda y de los arrebatos de frivolidad e imprecisión que «Chiqui» Montero nos regala en algunas de sus comparecencias públicas. Me refiero a ese señor con cara de estar encantado de haberse conocido desde que es ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá y para quien la previsión de crecimiento económico a la baja que hace el Banco de España de siete décimas menos que lo augurado por el Gobierno en sus Presupuestos es «básicamente similar».

Quién lo diría de alguien que durante su etapa en la Airef discutía el ajuste de una décima para evitar cualquier desvío presupuestario. Claro que entonces gobernaba Rajoy y ahora es ministro de Sánchez .

Es evidente que Escrivá se ha contagiado de la condescendiente e imprecisa con el dinero ajeno Chiqui Montero y ha perdido, no sólo el rigor por desdeñar unos 10.000 millones, sino también el pudor y la reputación. Con su partidista proceder no hace sino reflejar la deriva errática de un Gobierno que se ha empeñado en vivir la vida loca a costa de los contribuyentes que no forman parte del privilegio de tener salarios y trabajos fijos y vitalicios, ya sean pensionistas o funcionarios.

Las cuentas públicas del próximo año, una suma de decenas de miles de millones enfocada a la compra de votos de clases pasivas y funcionariales, han sido cuestionadas, y por tanto enmendadas, por el Banco de España, el BBVA, cuya previsión de crecimiento es aún menor que la del banco emisor, un 1 por ciento, y hasta por la Airef, cosa que habrá contrariado todavía más al devoto «sanchista» y ministro de Seguridad Social.

En tiempos de gobernanza de Felipe González el entonces líder de CC.OO., Antonio Gutiérrez, solía descalificar las cuentas públicas anuales con la frase de que habían sido cuadradas a martillazos, una expresión perfectamente aplicable a los Presupuestos electoralistas de Sánchez, cuyo desorbitado gasto es difícilmente compatible con unos ingresos imposible de cumplirse si la economía española acaba rayando la recesión como sugieren expertos y organismos independientes alejados del irresponsable optimismo del Gobierno Frankenstein. Purito papel mojado o el equivalente: «lo que no son cuentas son cuentos» y de cuentos parece que andan sobrados los Presupuestos.

En todo caso, si la realidad dinamita el voluntarismo de las cuentas, Sánchez, Montero, Escrivá, Calviño y demás tropa volverán a echarle la culpa de sus cálculos erróneos y electoralistas a la guerra de Putin y también al PP por empeñarse en bajar los impuestos, cuando de lo que se trata es de exprimir a los contribuyentes activos y a las empresas, empobrecer el país, generar más paro y crear legiones de subsidiados, cosa muy propia de los regímenes populistas bolivarianos y comunistas de toda la vida, vamos.

Nada de ello impedirá, sin embargo, que Sánchez y sus ministros incrementen su sueldo un 4 por ciento o que el imprescindible e inútil ministerio que pastorea la «pandilla guay» de Nueva York aumente hasta los 600 millones su presupuesto o que Cataluña se lleve la morterada de las cuentas «sanchistas» en detrimento de Madrid para que ERC no dude en apoyarlas. Todo esto forma parte de lo poquito que lamentable e inevitablemente cumplirá Sánchez.

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