Carta a mi hija
Fue un conflicto por la supervivencia de España, a la que un bando intentaba salvar del socialismo prosoviético en el que pretendía sumergirla el bando rival. Y tu tatarabuelo hizo lo que tenía que hacer. Y por ello hay mucho que agradecerle
Querida Gadea: a tus 15 años ya sabes que este Gobierno se ha acordado de ti intentando marcar tu vida para siempre al ordenar exhumar los restos mortales de tu tatarabuelo materno, el teniente general Gonzalo Queipo de Llano. Pero yo quiero asentarte en los valores en que estás siendo educada y decirte que debes estar siempre muy orgullosa de tu antepasado. Jamás cedas a quienes intentan humillar tus apellidos así.
La mentira que estos gobernantes están intentando imponer en España se remonta muy atrás. Ellos han hecho uso de los golpes de Estado y de las revoluciones para cambiar el curso político de la historia. Y esos pasajes los han blanqueado, a veces con cal. El 14 de abril de 1931 dieron un golpe de Estado en el que convirtieron unas elecciones municipales en un plebiscito sobre la Monarquía. Un plebiscito en el que había españoles de primera clase y españoles de segunda. Algo con lo que siempre juegan. Y según ellos, los que ganaron las elecciones, los monárquicos, eran de inferior categoría a los que las perdieron y forzaron la marcha del Rey Alfonso XIII. Uno de los que lo hizo, por cierto, era Miguel Maura, hermano de otro tatarabuelo tuyo, Gabriel Maura. Después, en 1934, la izquierda se levantó en armas contra la victoria de las derechas en las elecciones legislativas. Y degenerando, con asesinatos y todo tipo de violencias, se llegó a una situación insuperable que desembocó en la Guerra Civil Española.
Creo que yo jamás hubiera coincidido políticamente con tu antepasado Queipo de Llano. Él conspiró para derrocar la Monarquía de Alfonso XIII; proclamada la República con el golpe antes mencionado, fue nombrado capitán general de Madrid e inspector general del Ejército y más tarde fue jefe del cuarto militar del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Los que hoy quieren exhumarlo prefieren que no se recuerde lo que él hizo por la causa republicana. Pero él acabó comprendiendo a dónde iba aquel desastre. Tuvo sentido común, algo que hoy molesta mucho a esta gente que nos gobierna. Con un pequeño grupo de soldados y el uso de una emisora de radio propiedad de Antonio Fontán de la Orden, dueño de Unión Radio Sevilla, gran propulsor de la cadena SER y padre de Antonio y Eugenio Fontán Pérez, Queipo de Llano tomó Sevilla tras el comienzo de la guerra. La izquierda no soporta que les recuerden cómo les venció en inferioridad de condiciones. Fue una derrota humillante.
Como en todas las guerras inciviles, hubo muchos muertos en Sevilla en los primeros seis meses después del 18 de julio. Y es algo de lo que no se puede estar orgulloso. A la represión «cruel, despiadada e inhumana de las milicias del Frente Popular» siguió «otra represión durísima, más numerosa y más amplia en el tiempo, en muchos casos desproporcionada en relación con los antecedentes de cada pueblo» en palabras de Nicolás Salas en La Guerra Civil en Sevilla. (Guadalturia, 2009). Algo que sin duda fue así, pero es más fácil hacer esa evaluación 70 años después del final de la Guerra Civil, que un mes después de las bárbaras matanzas perpetradas por los milicianos del Frente Popular en cada localidad sevillana. Esto ocurría en medio de ese conflicto por la supervivencia de España, a la que un bando intentaba salvar del socialismo prosoviético en el que pretendía sumergirla el bando rival. Y tu tatarabuelo hizo lo que tenía que hacer. Y por ello hay mucho que agradecerle. Después de la guerra se fue alejando del general Franco –algo que tampoco quieren recordar– y jugó un papel crucial en la construcción de la Basílica de la Macarena en cuya bendición en 1949 actuó como padrino. Por algo figura en la lápida que ahora quieren profanar que es Hermano Mayor Honorario de la Macarena.
Esta mentira histórica que los gobernantes del presente nos quieren imponer, querida hija, pretende hacer de tu tatarabuelo un delincuente, mientras se permiten y ensalzan las estatuas y lápidas públicas exaltando la memoria de gentes como Francisco Largo Caballero que se alzó en 1934 contra el Gobierno de la República, que defendió el uso de la «violencia máxima», el abandono de la «vía parlamentaria» y la defensa de la «vía revolucionaria». Esta es la democracia que defendía un héroe perverso que sigue amparado por la barbaridad aprobada por estas Cortes que a ti te quieren declarar descendiente de un asesino, lo que no consideran a los nietos y tataranietos de los chekistas que disparaban un tiro en la nuca a sus enemigos políticos.
Gadea, no renuncies nunca a quien eres por la sangre de tu madre. Por más que intenten manchar la memoria de tu tatarabuelo, estate siempre orgullosa de su legado y de la Basílica de la Macarena, cuyo nombre llevas tras el de Gadea. Y eso a pesar de que el actual hermano mayor no haya tenido las agallas, ni las vísceras correspondientes, para hacer la más mínima defensa del padrino de la basílica, y gran promotor de la misma.
P.S. Ya comprendo que, con la Ley de Memoria Democrática en vigor, a mí me pueden meter en la cárcel por este artículo. A ver si tienen lo que hay que tener.